Surgida como respuesta en Inglaterra a finales del S. XVIII frente a todo lo racional que se extendía en el siglo de la Ilustración, la literatura gótica fue la antesala de lo que hoy conocemos como el Romanticismo. Pero no fue sólo el primer paso de un género literario y fuente de inspiración para muchos de los autores englobados en esa corriente, sino que esas historias con elementos mágicos, sobrenaturales y románticos ambientadas en escenarios que sobrecojan al lector, llegaron para quedarse. Lo gótico fue mutando de medio a lo largo de la historia. Con el auge de la literatura “pulp” a principios del siglo XX se convirtió en materia prima de muchos de los relatos de pulpa que aparecían en ese formato. Lo gótico no tardó en llegar a otros medios de expresión populares, como el cine o el cómic. Sirva de ejemplo, en el caso del noveno arte, cabeceras históricas como “Vampirella”, “Creepy”, “Eerie” o “Tales from the Crypt”, que si bien contenían relatos de terror y horror puro no dejaron de tener un hueco a lo largo de su historia editorial para contener historias de corte más gótico. Hecho que también tuvo su reflejo en España, sobretodo en la década de los ´70 con cabeceras como “Dossier Negro”, encargada de traer el material de Warren Publishing a España, y que también incluía material autóctono como de otros países, como por ejemplo, Italia.
En la actualidad sigue habiendo muestras de esto en el mercado nacional: la revista Cthulhu sigue su andadura tras más de diez años de existencia. Hay más ejemplos en la actualidad y más habría a lo largo de la historia para poner de relieve la importancia de esta corriente en el noveno arte. No obstante, lo anteriormente expuesto nos puede dar una dimensión y alcance de lo que implica lo gótico en los tebeos. Un alcance que obviamente llega hasta hoy en día y que, año tras año, aparecen referencias que se siguen nutriendo en sus propuestas de elementos como ambientes sobrecogedores y sobrenaturales, hechos inexplicables, personajes dominados por sus pasiones, un erotismo contenido y sutil, pero latente en ocasiones, y la fatalidad del destino oscuro. Ejemplo de ello es el tebeo que hablaremos hoy: “Dark Hearts. Antología Gótica” un compendio de relatos de este género coordinados por David Braña (“Evil War”, “La Curandera” o “Los Ocultos”) y Juan Luis Iglesias, editado en 2017 por Nowevolution Editorial.
En la línea de aquellos magazines clásicos que a través de sus páginas nos trasladaban a historias de otro tiempo, donde lo pasional y lo fantasmagórico se entremezclaban, “Dark Hearts” contiene siete relatos con lo gótico como nexo común, donde 17 autores han puesto su grano de arena en esta propuesta. Tras la magnífica portada de Juanma Aguilera, que sintetiza al perfección el espíritu del volumen, y el prólogo de Cris Ortega, “Sangre inocente” abre el menú. Un relato de Roberto Corroto (“1643: Rocroi”, ”Sicarios» o, entre otras, “Silencio”) , Lara Barón y Pat Carrillo, donde nos muestran hasta donde se puede estar dispuesto a llegar por obtener el éxito. Tras ello Paco Hernández, Adrián Gutiérrez (“1934 El Cielo por Asalto” ) y Alex Segura ofrecen en “El Beso” el pasaje de la antología que más entronca con el Romanticismo. Juan Luis Iglesias y Miriam Jordán adaptan, libre y acertadamente, a Emilia Pardo Bazán en “¡La Muerte es un deber!”. “El Incrédulo”, de Fátima Fernández e Ismael Canales, pone de relieve el enfrentamiento entre lo racional y terrenal y lo espiritual, mientras que “Quizá una lágrima”, de Alex Ogalla y Paco Zarco, muestra las paradojas que tienen las profecías. David Braña y Vanessa Durán nos ofrecen en “El Legado”, una historia redonda con todos los elementos propios del género. Y cerrando la antología, “Rito de Paso”, de Adolfo Taboada, Juan Martínez Alarcón y Carlos Ríos, nos recuerdan la posibilidad de que cultos secretos puedan acechar escondidos en la civilización.
A lo largo de las 80 páginas de “Dark Hearts. Antología Gótica”, editado por Nowevolution Editorial en rústica, el lector se adentrará en relatos que aúnan el tono del primer gótico de finales del siglo XVIII con los ecos de las revistas de terror que han hecho historia a lo largo del siglo XX, maridando perfectamente el título del volumen con lo que contiene. Un tebeo que, tras dos años de vida editorial, no ha perdido ni un ápice de la esencia de lo que propone. Un ejemplo más de que en el panorama nacional, alejado del ruido de sables del marketing de lo mediático, siguen habiendo terrenos creativos muy fértiles.