La tendencia de adaptaciones ya es casi costumbre actualmente: de la prodigiosa imaginación plasmada en el noveno arte hay préstamos y trasvases constantes hacia el cine y las series de televisión, convirtiéndose los cómics en fuente inagotable para verter contenidos en lo audiovisual. Ejemplos hay de sobras, tanto en el mercado internacional como en el mercado nacional.

Contraejemplos actuales quedan pocos, pero haberlos los hay: Ahí está el ejemplo de “El Ministerio del Tiempo” en nuestro país. Lo que ya no es tan habitual es que un proyecto de serie, en la actualidad de fase de producción, nazca de forma anticipada en viñetas para ir preparando el terreno a la serie. De este último caso hay ejemplos célebres a lo largo de la historia, siendo el más recordado el desembarco de los cómics de Star Wars que prepararon el terrero a la primera película de la saga galáctica desde febrero de 1977. Pero coincidirá el lector que actualmente ésta no es una práctica habitual. Aún con eso, en el panorama nacional ha habido una notable excepción, que es la que nos ocupa.
“Salazar” es, a día de hoy un proyecto de serie en fase de producción, dirigida por Javier Quintas, que esperemos vea la luz en breve. Mientras se materializa en la pequeña pantalla, Nuevo Nueve ha llevado a cabo este verano, junto a Plano a Plano, la productora de televisión a cargo de la serie, la traslación del proyecto a viñetas. Y con un equipo de autentico lujo: El Torres e Ignacio Noé, que se encargan de plasmar en viñetas el guion original de David Abajo y Marina Pérez para televisión.

Los ingredientes que nos esperan en este proyecto son suficientes para que “Salazar” deje poso en varios targets de audiencia y lectores. Vayamos a ello y situémonos en la premisa de partida de este proyecto, que no es otra que la figura de Alonso de Salazar y Frías (Burgos 1564 – 1636), sacerdote e inquisidor español licenciado en derecho canónico, célebre por haber participado en el proceso contra las brujas de Zugarramurdi en 1610. Siendo él el único miembro del Tribunal que juzgó el caso que no dio credibilidad a los hechos que culparon y ajusticiaron para “dar ejemplo” al pueblo.
Una figura histórica que bien se podría catalogar como un detective, en el sentido que anteponía la deducción, el razonamiento y la evidencia empírica a la superstición y la ignorancia, signo propio de aquel siglo XVII donde el pueblo llano era controlado a base de ausencia de conocimiento y exceso de fe. Ejemplo de ese control social es la Inquisición española o Tribunal del Santo Oficio de la Inquisición, fundada en España por los Reyes Católicos y siempre bajo mando directo de la monarquía durante los siglos que permaneció en activo.

Así estos tres mimbres (el caso más célebre de brujería que se ha dado en España, un hombre de razón frente a un entorno de fe y superstición; y la rigidez que imponía la temida Inquisición Española) conforman la premisa conceptual de partida de esta futura serie televisiva que ya es un cómic a día de hoy. Una premisa digna de captar el interés de una potencial gran audiencia. Baste comprobar esto adentrándose en el primer volumen editado por Nuevo Nueve “Salazar 1. Judica Causam Tuam”, en las que El Torres e Ignacio Noé nos presentan una serie que creemos dará que hablar.
Partiendo del guion original de David Abajo y Marina Pérez, El Torres (“El Puritano”, “Galdós y la Miseria” o “Sangre Bárbara”) hace gala del oficio de artesano que atesora haciendo suyo este encargo, trasladándolo a viñetas con el ritmo y tempo propio del lenguaje del noveno arte. En esta primera entrega nos presenta de forma acertada personajes y el planteamiento inicial de la serie y, de la mano artística de Ignacio Noé («Helldorado«) nos vamos sumergiendo en esa España inculta y supersticiosa del XVII, en la que la fe era instrumento de control y donde el miedo y la intolerancia provocaban más dolor que cualquier ser sobrenatural.

Todo ello está en el subtexto que planea a lo largo del cómic. En primer plano, una robusta construcción de personajes y un desarrollo firme de la trama, con las dosis necesarias de fantasía, misterio, costumbrismo y comedia para conformar un tebeo que de la misma manera aprovecha las virtudes de las series de entretenimiento, luce musculo histórico tanto en forma (por los acertados diseños de Ignacio Noé) como en fondo (el peso textual que reviste todo el contexto y trasfondo).
Tal y como les pasó a muchos chavales en Estados Unidos en aquella primavera de 1977, que después de leer el primer cómic de Star Wars esperaban ansiosos ver la película aún por estrenar, les ocurrirá a los lectores que se acerquen a “Salazar 1. Judica Causam Tuam”. Y es que este tebeo provoca al lector, haciéndole desear tanto la continuación en viñetas como poder ver la serie en televisión. Es lo que ocurre cuando se construyen relatos que importan. O dicho en latín: “Fabulas quae res”.

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