“Ya no es hambre. Es apetito, es placer.”
La música de “El Baile del Vampiro” no deja de expandirse. El retorno de Sergio Bleda el año pasado a su saga vampírica con “Redes” ha supuesto el primer paso de un ejercicio de expansión del concepto de la obra por todo tiempo y lugar. Ya nos lo avanzó el propio Sergio en la entrevista que nos concedió por aquel entonces: “Siempre me planteé la miniserie original como la pieza central de un gigantesco puzle que nos lleva adelante y atrás en el tiempo.”
La siguiente pieza del puzle ha visto la luz el pasado verano: “El Baile del Vampiro: Ruina Motium”. Un cómic donde Bleda cede los guiones a Francisco Ruizge para centrarse en sus lápices y pinceles. En este caso nos van a llevar, desde el yacimiento de Las Médulas, en plena colonización romana de la península, a la Nueva York de 1976. Todo para ahondar en una de las figuras aún por explorar en esta saga: la del Vampiro Blanco. Un personaje que sirvió como antagonista a Jakob e Inés en la primera serie y del que queda aún mucho por contar. Es en este tebeo donde Bleda va a saldar esta deuda con sus fans.
Así profundizaremos en las motivaciones de este ser que piensa que los seres humanos son su rebaño para atender sus necesidades. Todo mediante un medido guion de Francisco Ruizge (“Clos de Bourgogne”, “Luxley” o “Eloísa y Napoleón”), que mantiene el tono creado por Bleda de anteriores trabajos de la saga. De forma precisa Ruizge nos va a llevar por el pasado y el tiempo presente donde se desarrolla el tebeo – 1976 – para ir descubriendo más sobre este personaje y presentándonos a otro que brilla con luz propia en cada aparición que protagoniza: Valeria. Una nueva incorporación, que sin duda ha llegado para quedarse en esta saga vampírica.
El ceder las riendas del guion a Ruizge ha supuesto que Bleda se centre en sus lápices y pinceles para brindarnos, en su línea habitual, páginas cargadas de fuerza y estilo propio. De esas que se percibe un trabajo meticuloso de artesano, de las que germinan poco a poco. Como el buen vino que una vez saboreado se aprecia su personalidad, el arte vertido por Bleda en “Ruina Motium” desprende singularidad y potencia en todos los aspectos que el tebeo precisa mostrar: De lo terrorífico a lo sensual, que son rasgos inherentes de un buen relato vampírico y que Bleda sabe trazar con su habitual maestría.
“Bebe la sangre y su vigor como nosotras lo hacemos”
Cabe destacar que el lanzamiento de “Ruina Motium” se ha acompañado de un jugoso fetiche, que es “Vamp Fictions”, donde varios dibujantes han recreado los personajes de Bleda. Un cuadernillo exclusivo a color que cuenta con el arte de, entre otros, Paco Roca, Fernando Danigno, Víctor Santos, Vicente Cifuentes, Tirso Cons, Quim Bou, Fonollosa y un largo etcétera, culminado con esa portada a cargo del propio Bleda homenajeando el icónico cartel de “Pulp Fiction”, con el papel de Mia Wallace reservado a Inés. Toda una delicatessen.
Así queda consolidado el paso adelante dado por el autor albaceteño, iniciando su etapa de autogestión con “Redes” y “Fetish Brush”: Con una sólida base de fans que han valorado el arte de Sergio Bleda y le han proporcionado con su apoyo la posibilidad de materializar obras como la que nos ocupamos hoy, trabajos con la suficiente entidad para despertar previamente el interés del lector y colmarlo cuando éste lee el resultado final.
Una consolidación no solo en lo económico, que le da al historietista la independencia y fuerza para acometer sus proyectos. Sino también en lo artístico: muestra de ello es “Ruina Motium”, la última pieza de “El Baile del Vampiro”. Un tebeo donde Bleda salda la deuda que tenía con los aficionados con respecto al Vampiro Blanco. Si bien se contraen otras más tras su lectura, pues el cómic arroja esa sensación de querer seguir explorando el universo que muestra: señal de un buen trabajo por parte de los autores, que siguen ofreciendo melodías que atraen e incitan a no dejar que este baile cese nunca. Es lo que tiene, manteniendo el juego metafórico, la danza que supone esta saga: Una danza hipnótica, adictiva… De esas que esperas que, tras sonar la última nota, una nueva melodía continúe el baile. Así se mantiene la calidad y expectación en los pasos de esta saga, que conforme se expande se engrandece. En ese caso, ¡que no pare la danza! Parafraseando la cita del comienzo de este texto, esta obra ya… “es apetito. Es placer.”