“Esta Máquina mata fascistas” (“This Machine kills facists”) era el texto que se podía leer en la guitarra de Woody Guthrie, uno de los primeros cantautores y músicos más influyentes del siglo pasado. Exponente de un fenómeno que se dio por varios lugares del planeta y que retomaba la figura del trovador comprometido con su época y sus gentes, con una sensibilidad que ponía verso y música al momento de la época. Si bien donde cuajo más esta figura fue en la Europa de después de la segunda guerra mundial, sobretodo en Francia con figuras de la talla de Georges Brassens, la necesidad de poner voz y melodía a muchas de las situaciones que ocurrían tuvo su eco en muchos países. Incluso en aquellos que carecían de un bien tan básico como es la libertad, caso de la España surgida tras la guerra civil, donde muchas de las libertades que hoy consideramos básicas estaban prohibidas.
Aún con eso, desde la década de los ´60 en adelante en España emergieron una serie de artistas cuya propuesta musical enarbolaba y denunciaba la falta de libertad imperante. Nombres como Paco Ibañez, Lluis Llach, Raimon, Luis Eduardo Aute, Cecilia, Joan Manuel Serrat, José Antonio Labordeta, Rosa León, María del Mar Bonet o Luis Pastor, entre tantos otros, pusieron voz a esos aires necesarios de democracia que reclamaba un país que arrastraba tantas carencias en las libertades como en lo económico, rasgos indisolubles a aquella nación que surgió de aquella lucha fratricida que supuso la guerra civil. Nombres que la sociedad llegó a englobar bajo la denominación de “canción protesta” y que forman parte de la memoria cultural del país. Figuras todas ellas que se sintetizan en el tebeo que abordamos hoy: “Memoria de una Guitarra”, de Román López-Cabrera, editado por Panini Comics en su sello Evolution.
Román López-Cabrera ( “1643: Rocroi”, “1937: La toma de Málaga” o “ “La Confesión”) homenajea a los cantautores a través de la figura de Pepe Soller, un personaje ficticio que recoge en su biografía las vidas de aquellos que, con su guitarra como única arma, pusieron voz a los anhelos de libertad en un país carente de ella. Músicos con una propuesta musical más allá de lo estético, con un compromiso que implicaba a menudo consecuencias al toparse con los resortes de un régimen totalitario como era la dictadura franquista.
Todo ello se puede apreciar en esta “Memoria de una Guitarra”, donde López-Cabrera nos propone una historia que retrata a la perfección esa sociedad que era la España previa a la transición a la democracia y la que devino años posteriores. Así el relato discurre por la biografía de Soller, un personaje que aun siendo ficticio, reúne pedacitos de “verdades” de todas esas figuras culturales que poblaron la península. Aquellos trovadores que nunca fueron cómodos para el sistema, ni para el previo a la transición ni para el que devino tras la constitución. Pues en muchos casos su compromiso crítico no varió un ápice, aunque sufrieran vetos más sutiles desde la democracia.
En cuanto a la parte gráfica de la obra, López-Cabrera nos presenta páginas que recogen a la perfección el “tempo” que exige el relato, revelando las dotes que posee el dibujante como autor completo. A los colores, la paleta elegida por Marina Armengol evoca a esos tiempos grises y a la vez ilusionantes que fueron esas décadas. Todo ello lo encontramos en esta “Memoria de una Guitarra”, síntesis de aquella de generación de músicos. Artistas que en su mayoría empuñaban una guitarra que reclamaba libertad mediante la voz y la música. Armas con mucha más efectividad que cualquier pistola o porra. Como la guitarra de Woody Guthrie o Paco Ibáñez, la insigne figura que planea – de forma tanto explícita como implícita – a lo largo de todo el tebeo. Como todo lo que ofrece y explora esta “Memoria de una Guitarra”, que galopa, desde el Olympia a la eternidad, con pedazos de historia destinados a no olvidarse.