Cruce de caminos: Marcando una línea clara

Cruce de Caminos Detalle

Desde que irrumpió la Editorial DQ en el panorama nacional de cómics, ha hecho gala de un excelente olfato artístico. Baste ver su catálogo para corroborarlo. Aquí tenemos las recopilaciones definitivas de “Kraken” y “El Mundo de Sarvan”, de Antonio Segura y Jordi Bernet; la producción de Jan después de Superlópez (“Super Rayón”, “Deikoon” o “Kondojiro”) o la recuperación de su “Cab Halloloco”. No solo eso, sino que DQ ha brindado la oportunidad al aficionado de completar el “Capablanca” de Joan Mundet, con la edición de su segundo volumen. También dio vida editorial a “Antioca Pendragón”, un proyecto de Josep Maria Saurí que Marc Juera y Oscar García “Calibos”. Títulos todos ellos nacidos desde la independencia, tratados con mimo en su edición para gozo del aficionado al cómic español. En esa estela tenemos la cuidada recuperación de la obra definitiva y más personal de Pasqual Ferry: “Yo, Mr. Bulb”, que, junto a los textos de José Luis Córdoba, se antoja un volumen imprescindible para cualquier fan del artista barcelonés.

Sin duda, no es una mala hoja de servicios para una editorial cuya principal producción se centra en temas deportivos, pero que esta atesorando un catalogo de cómics de varios quilates. Tebeos atemporales, de los que soportan coyunturas y modas, porque su solidez conceptual y artística transciende la época en que nacieron. De los que siempre aportan frescura al nuevo lector que se acerque a ellos. Sin duda, José Luis Córdoba, el editor, está cimentando un catalogo sólido y robusto, de títulos que resisten el paso del tiempo y son inmunes a la avalancha imparable de novedades que asola las librerías mes tras mes. Porque tienen lo más importante en sus páginas: algo que decir, algo que leer y recorrer con agrado.

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En esa estela englobamos “Cruce de caminos”, la antología de relatos de carretera de Carlos Monte Salvador, más conocido en el medio como Montecarlo. Un híbrido entre cómic y literatura donde se compila toda la obra del autor referida a historias de asfalto, tanto la publicada en los años ochenta en la recordada revista “Cairo” de Norma Editorial, como una serie de relatos inéditos que ahondan en esas constantes de las fugaces historias de carretera. Donde las vidas se cruzan, en diferentes momentos de su existencia, con sus encrucijadas a cuestas.

Así discurre esta obra, entre la narrativa literaria y la gráfica. Con la “Línea Clara” marcada en todas y cada una de sus páginas. En las de los cómics, por el evidente estilo gráfico que Montecarlo abordaba sus páginas, aquel que tuvo una nueva vida en los tebeos de la España de los ochenta, con Daniel Torres como principal exponente de ese trazo limpio y nítido que atrapó a muchos aficionados al noveno arte. Montecarlo, si bien siguió esta corriente gráfica, le aportó dosis de personalidad. Así se puede ver en páginas plagadas de claroscuros y encuadres potentes, en los que se revela una personalidad propia como autor completo. De esas que consigue dar un sello personal y, a la vez, estar al servicio en todo momento de lo que quiere contar. Tanto en los de la mayoría, donde asume la autoría completa, como en el que pone su arte al servicio de un guion de Pasqual Ferry.

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Lo literario sobrevuela también nuestras sensaciones post lectura, porque además de las historietas contenidas en “Cruce de Caminos”, también aguardan certeros relatos inéditos, que se estrenan en esta edición. Pequeñas capsulas literarias donde también queda marcada una “línea clara”, si bien no es la gráfica, sino la de una voz literaria propia, urgente y sólida. Una que en un espacio aparentemente pequeño atrapa al lector de forma rotunda. Pues Montecarlo, en el arte que ha cultivado del relato, sabe utilizar muy bien la palabra para dotar, en un primer momento, de los elementos necesarios para atraer al lector, para acto seguido sumergirlo de lleno en estas historias de encrucijadas, carreteras, soledades y vida. Sobre todo, vida, porque estamos, ante todo, frente a relatos vitales. Los que merece degustar mientras hacemos camino.

Eso nos espera en esta antología, que quizá haya pasado inadvertida ante la producción ingente e incesante de la industria nacional. Un título que más que lectores consigue aliados, pues esta obra puede suponer para muchos el descubrimiento de un solvente autor a reivindicar. Montecarlo, si bien ofreció historias de gran calado décadas atrás, ha centrado su vida laboral en otros quehaceres como storyteller, cineasta y arquitecto transmedia, apostando por lo audiovisual de forma decida. No obstante, este “Cruce de caminos” supone una buena muestra de su “savoir faire” como autor de cómics y como escritor de relatos: Certero, vital y solvente, tanto en lo literario como en lo gráfico. De los que deja huella tras su lectura y conquista su espacio en la biblioteca más exigente. Tras el polvo y asfalto que hay en estas veintitrés historias, hay una voz propia y personal, de las que merece la pena leer mientras uno emprende el viaje, sin más destino que el que marque el horizonte.

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