En un mundo aséptico, donde las sensibilidades se usan para aupar las tiranías de lo políticamente correcto y la moral personal se confunde con lo socialmente permisible, a veces se producen soplos de fresca irreverencia que sobrepasan los límites. Soplos cargados de transgresión, de libertad en definitiva. Puede que estas manifestaciones artísticas no sean para todo el mundo, e incluso sobrepasen lo que se considera buen gusto. Pero en los límites y sus aledaños se encuentran normalmente terrenos más fértiles donde germinan las propuestas más atrevidas. Como es el caso de “El Maestro” de Furillo, editado por Autsaider Comics.
El Maestro es un personaje que creó Ignacio Murillo, más conocido como Furillo (“Nosotros llegamos primero” o “Las cloacas de la Cripta” o “España Lixiviada”), cuya primera aparición data de 1999 en las páginas de la revista Monográfico, para encontrar acomodo en TMEO un año después. Cabecera donde regularmente han aparecido sus escatológicas páginas, cargadas literalmente de “mierda” y humor extremo, que le han permitido a su autor ir más allá de lo convencional.
Para quien no conozca a “El Maestro”, decir que el personaje es quizá un antiguo torero (o igual solo llego a ser banderillero, vete tu a saber) que más que maduro, está podrido. Con elementos exagerados de aquel macho ibérico del estereotipo de antaño, que quizá aún no se allá extinguido, el Maestro es la hipérbole de esa especie: Dejado y guarro como el solo, ropa sucia y unas uñas “más largas que la vida”, pasea su “estilo” por el “bareto” que sea posiblemente más cutre de toda la historia del tebeo español.
Ahí le espera la camarera que desprende el mismo magnetismo (“o repulsión”) que el protagonista , y algún secundario que otro que, en comparación, los que aparecen en las películas de “Torrente” son personajes inocuos. Descrito el “dramatis personae”, demos cuenta de la función, estructurada en “shocking pages” auto conclusivas como escenas de cuatro viñetas donde la mierda, las heces y cualquier fluido corporal es consustancial al gag que nos espera.
¡!Pa morirze de riza! Hiolagranputa!”
Así la desvergüenza, lo zafio, lo soez y marginal toma (o hace de) cuerpo en esta recopilación de humor extremo, así como escenas de camas inolvidables por la carga contundente que imprime Furrillo . En definitiva, estamos ante un tebeo irreverente y descarado, pero valiente y efectivo en su propuesta. No para todos los públicos, pero si ideal para quien guste de ese humor donde el buen gusto parece un lejano punto en el horizonte que se deja atrás. Así lo atestiguan las 64 páginas que ha compilado Autsaider en una edición en “rústica, con un poquito de relieve en la zona de la mierda” (sic). Y es que, como sabiamente reza un cartel en la contraportada del cómic, aquí “ai caldo”.