La década de los ´60 del pasado siglo se caracterizó por ser la época en que la Guerra Fría alcanzó su máxima expresión. Los dos bloques antagónicos, Estados Unidos y la U.R.S.S., encaraban un combate de forma nada sutil mediante conflictos en pequeños países para ir sumando territorios a sus intereses estratégicos. Sin llegar nunca al enfrentamiento directo, las guerras satélite en pequeños países  fueron una constante que definió esa competición. Eso y la obsesión por la carrera espacial. Había que demostrar que se llegaba antes al espacio que el rival. Y a ello dedicaron muchos recursos, esfuerzos y propaganda institucional ambas superpotencias. Ante esto, ¿Qué hubiera ocurrido si una pequeña dictadura, situada al sur de Europa, se hubiese planteado competir en la carrera hacia la luna? Un país recién salido de un periodo de autarquía y aislacionismo, totalitario y casposo, quiere tomar la delantera en la competición espacial, frente a las dos superpotencias de la segunda mitad del siglo XX. ¿Lo habrían conseguido? La respuesta a tamaño delirio la encontramos en “Nosotros Llegamos Primero”, la novela gráfica de Furillo editada por Autsaider Cómics.

“¡Hay… que poner una rojigualda en la luna!”

Un sueño lisérgico, fruto de una intoxicación de marisco, inspira al entonces Jefe del Estado para que España sea el primer país en pisar la luna.  A partir de aquí, se inicia una odisea esperpéntica y casposa, donde el ejército español se embarcará en la carrera espacial. Mientras la aventura avanza, la ciencia ficción se mezclará con la caspa y el espionaje con el humor castizo, todo sazonado de humor, acertadamente irreverente. Ese que resulta tan sorprendente como efectivo, ese que no se  espera el lector y sorprende en su efecto, porque no considera que haya líneas rojas que no haya que traspasar: El buen humor.

Como paisaje de fondo: esa España llamada “del milagro económico”: la del 600, los tablaos y las suecas, la que sembró el germen de lo rancio y cañí que aún perdura en algunos sectores de la sociedad actual en que vivimos. Y que como anacronía viviviente manifiesta, que era frente a al mundo “realmente civilizado”, daba (y sigue dando) excelente material para lo esperpéntico y lo humorístico. Sirvan de muestra los delirantes personajes que protagonizan esta odisea: el comandante Buitrago, los capitanes Ordóñez y Bienvenida, el siniestro doctor Menguélez, Rogelio Membrado «Cipotoff” y un sinfín de secundarios tan extremos como delirantes…

Ignacio Murillo “Furillo” (habitual colaborador de la revista “TMEO” y autor de “Tiki Top-Less” o “El Maestro”), autor completo de la obra, nos brinda esta space opera con ecos del destape y las españoladas de la transición que coparon las carteleras de cine patria. Así Kubrick se entremezcla con Ozores, Alfredo Landa, Pajares y Esteso… pero llevados al extremo, resultando un combinado explosivo y efectivo, no apto para todos los públicos, pero ideal para quien disfrute de estas propuestas.

Una bizarrada plagada de brandy, nazis, el Mossad, ubres descomunales, cutrerío castizo, rancio y cañí, ciencia ficción y caspa desbordada  planean a lo largo de este tebeo, donde Ian Fleming se encuentra con Berlanga y Robert Crumb. 104 páginas editadas por Autsaider Cómics, que demuestra que cuando al humor se le deja vía libre, las risas pueden llegar a cualquier parte del espacio. Aunque no haya oxigeno allá afuera, “el Collares” hará llegar las carcajadas donde no ha llegado nadie.