Manga: Los precursores del cómic japonés. Viaje a los orígenes.

A lo largo de los años, el manga ha evolucionado desde simples ilustraciones en rollos de pergamino hasta una industria multimillonaria que abarca una amplia gama de géneros y estilos.  El manga (kanji: 漫画; hiragana: まんが; katakana: マンガ?), en su forma más primitiva, se puede rastrear hasta el antiguo Japón, donde se encuentran los primeros vestigios de ilustraciones narrativas. Estos primeros ejemplos de manga se pueden observar en los “emakimono”, rollos de pintura que datan del siglo XII en adelante. Los “emakimono” eran obras de arte que combinaban imágenes y texto para contar historias. A menudo, estas historias se centraban en temas históricos, mitológicos y religiosos. Uno de los ejemplos más notables de emakimono es el «Choju Jinbutsu Giga«, una serie de rollos que representan a animales antropomorfizados en situaciones humanas. Estos rollos ofrecen una visión fascinante de la vida y la sociedad de la época, al mismo tiempo que demuestran la capacidad de contar historias a través de imágenes. Aunque estos primeros ejemplos de manga eran relativamente simples en términos de estilo y narrativa, sentaron las bases para lo que vendría después.

Durante la era Meiji se publicaron panfletos que reflejaban la realidad del momento y que alcanzaron gran popularidad. En el volumen que tenemos entre manos llamado “Manga: Los Precursores del Comic Japones” («Manga: Pre-History of Japanese Comics») recopilado y llevado por Isao Shimizu y Nobuyoshi Hamada. Veremos las caricaturas editadas durante finales del periodo Edo y la era Meiji realizadas por populares artistas de aquel momento como HanaBusa Itchō, Soga Shohaku, Maruyama Okyo, Watanabe Kazan o Kawanabe Kyosai; y también de maestros del Ukiyo-e como Katsushika Hokusai, Utagawa Kuniyoshi, Utagawa Yoshifuji, Ochiai Yoshiiku, Tsukioka Yoshitoshi, o Kobayashi Kiyochika. Veremos esas reproducciones de lo que se podría considerar protomanga de tiempos modernos con escenas llenas de sátira y humor extraídas de la vida cotidiana de las clases populares del momento.

Por otro lado también debemos comentar la relación del mundo del Ukiyo-e (浮世絵) , una forma de arte que floreció durante el período Edo, tuvo su impacto en la evolución del manga. Los grabados de Ukiyo-e representaban escenas de la vida cotidiana, paisajes, actores de kabuki y mujeres hermosas, y se caracterizaban por su uso magistral del color y la composición. Artistas como Katsushika Hokusai se destacaron en la producción de estas obras, que influenciaron directamente el desarrollo del manga. Hokusai, en particular, es conocido por su serie de grabados «36 vistas del monte Fuji», que presentaba paisajes y escenas de la vida cotidiana, y su estilo de dibujo influyó en futuros artistas de manga. Los maestros artistas de la era Edo, junto con los artistas del Ukiyo-e, sentaron las bases del manga moderno y establecieron las normas para la narrativa visual en Japón. Aunque sus obras no se considerarían manga en el sentido contemporáneo, su capacidad para combinar imágenes y palabras para contar historias fue fundamental para la evolución de esta forma de arte. Hoy en día, el manga es una industria masiva en Japón y goza de popularidad en todo el mundo. Los artistas de manga contemporáneos siguen construyendo sobre el legado de estos maestros y continuando su tradición de innovación y experimentación en la narrativa visual.

Entre todos los artistas de esta extensa tradición, destacaríamos a un par de autores. El primero sería Hanabusa Itchō (英 一蝶, 1652 – 1724), un nombre que puede que no sea inmediatamente reconocible para todos, pero su influencia y contribuciones al mundo del arte japonés son innegables. A lo largo de su vida, este artista visionario dejó una huella profunda en la historia de Japón, especialmente en el ámbito del arte y la cultura. HanaBusa Itchō pasó parte de su carrera bajo la influencia de la escuela Kanō, una de las escuelas artísticas más influyentes en Japón durante el período Edo. La escuela Kanō tenía un enfoque riguroso en la tradición y la técnica, y sus pinturas a menudo representaban escenas históricas y temas clásicos. Sin embargo, a medida que Itcho maduraba como artista, comenzó a sentir que la rigidez de la tradición limitaba su creatividad. Se rebeló contra las normas establecidas y emprendió un camino propio, lo que le permitió explorar una amplia variedad de géneros y técnicas. Su enfoque ecléctico y su voluntad de cuestionar la tradición establecida lo distinguieron como un artista visionario.

Otro de los autores destacados es Kawanabe Kyōsai​ (河鍋暁斎, 1837 – 1889), que se destacó como un artista rebelde que desafió las convenciones establecidas en el mundo del arte japonés. Si bien la tradición artística japonesa valoraba la elegancia y la belleza, Kyōsai​ eligió explorar los aspectos más oscuros y subversivos de la vida cotidiana y la cultura popular. Podría decirse que el modo de sus representaciones sigue la estela de los antiguos Choju Jinbutsu Giga con los animales exhibiendo comportamientos propios de los humanos, pero en el caso de Kyōsai​ los dibujos están mucho más trabajados y proporcionan un mayor entretenimiento. Y, además, en muchas de sus obras puede detectarse también un contenido de sátira o crítica social y política. A menudo, sus obras se burlaban de la sociedad de la época, satirizando a figuras políticas, líderes religiosos y celebridades. Utilizaba el humor y la exageración para transmitir mensajes críticos de una manera audaz y provocadora.

Con la creciente popularidad de los libros ilustrados durante el período Edo, la narrativa visual se convirtió en un componente integral de la cultura japonesa. Los ilustradores y escritores exploraron una amplia variedad de temas, desde sátiras políticas y sociales hasta cuentos tradicionales y relatos de fantasía. Un punto de inflexión en la evolución del manga fue la adopción de técnicas de impresión occidentales en Japón. Esta innovación permitió una reproducción más eficiente de imágenes y texto, lo que contribuyó a la difusión de las obras ilustradas. El resultado fue una expansión en la producción y distribución de este tipo de producto cultural. La influencia occidental continuó influyendo en el desarrollo del manga japonés, permitiendo a los artistas nipones explorar nuevas formas de narrativa visual. La combinación de elementos de estilo occidental con la rica tradición artística japonesa condujo a un período de experimentación creativa en el mundo del manga. Uno de los eventos más significativos en esta evolución fue la introducción de la caricatura política en periódicos y revistas. Estas caricaturas se convirtieron en una forma de crítica social y política y utilizaron el lenguaje gráfico para comunicar mensajes poderosos.

La edición original está publicada en Japón por PIE International en 2013. Este libro se realizó gracias al trabajo de Isao Shimizu y Nobuyoshi Hamada. Shimizu es un experto en manga y dibujo satírico y presidió la Sociedad de las relaciones históricas franco-japonesas.  En España, gracias a Satori Ediciones podemos admirar y asombrarnos con este libro tan interesante en un formato Tankobon, de 280 páginas en rustica con solapas. Así que, como un entusiasta del manga, adquirir este ejemplar es un paso esencial para comprender y ahondar en los orígenes de esta forma de arte que tanto amamos. Nos permite conectarnos con los maestros que hicieron posible este legado y enriquecer nuestra apreciación de una tradición que sigue evolucionando y cautivando a los lectores hoy en día. Este libro es una oda a la historia y la belleza de como surgió el manga, y su lectura será una experiencia transformadora para cualquier verdadero amante de esta forma de arte excepcional.   

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