Heliotrope: Orientación a lo luminoso

Heliotrope Texto 1

Antiguamente se utilizaba el término Heliotropo para designar un color cercano al violeta, si bien con una luminosidad mayor. Al igual que la planta que conocemos con este nombre, la palabra estaba compuesta por “Helios” (“Sol”) y “ tropein” (“volver”) indicando que la planta se orientaba hacia la luz. Algo similar ocurre con el tebeo que hoy nos ocupa: “Heliotrope 1. Los ladrones de magia” (“Héliotrope. Tome 1 – Les voleurs de magie«), de Joann Sfar, Benjamin Chaud e Isabelle Rabarot, editado en castellano por Nuevo Nueve.

Un tebeo con una marcada orientación hacia esas edades entre el final de la infancia y el comienzo de la adolescencia, pero estando Joann Sfar por medio, siempre aguarda alguno de esos brillos que tiene acostumbrado a sus lectores. Esos destellos entre lo mágico, lo tierno y lo absurdo que distinguen sus trabajos del resto. Y en el guion que nos aguarda en “Los ladrones de magia”, la primera aventura de Heliotrope, hay varios momentos de estos.  

Heliotrope Texto 4

Sirva de ejemplo la premisa de partida: una joven adolescente de lo más normal, proveniente de una familia de ladrones de objetos mágicos, que en su primera aventura asume de forma encantada el nombre con el que se la conocerá a partir de ahora. Ella convive con su abuela, que se cuida a base de una dieta abundante en Vodka, pues tiene que velar por su nieta mientras los padres siguen ausentes, al estar cumpliendo condena. Heliotrope, que asumirá su nombre en este volumen, se vale de las habilidades familiares para seguir robando objetos mágicos, aunque estos desencadenen en ella hechos irreversibles.

Mientras tanto el momento actual francés (y por extensión quizá el de muchos países de Europa) queda reflejado en el contexto que dota Sfar (“La Mazmorra”, “El gato del rabino” o “Brassens, La Libertad) al relato: la escolarización rutinaria como mal menor, las protestas en las calles y la aceptación de la normalidad en cuanto a géneros y orientaciones sexuales. Elementos de los que se sirve Joann Sfar para anclar en lo contemporáneo esta obra, sin exabruptos y de forma orgánica; mientras por otro lado va germinando lo fantástico que aguarda en el argumento. Un argumento ligero, en donde el sentido de la maravilla junto a lo absurdo es una constante. Tratado de forma liviana, como digo, pero dejando un buen poso por el sólido recorrido que desarrolla el guion. Sin estridencias, solo dejando crecer lo que se cuenta a cada viñeta.

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Benjamin Chaud (“Pomelos”, “Adiós Manoplas” o “La canción del oso”) adopta un estilo gráfico similar al que Sfarr desarrolló con su gran Vampir. Un estilo que ciertamente es ideal para el tono del tebeo. No quedándo solo en eso, pues una vieja conocida del universo “Vampir”, nuestra adorada “Aspirina”, tiene sus momentos de gloria en este cómic. En el mismo sentido, el color utilizado por Isabelle Rabarot emparenta el trabajo cromáticamente Vampir. Una asociación que le viene de perlas a esta Heliotrope. Quizá un concepto que queda a medio camino entre “Pequeño Vampir” y su versión adulta. Por ello este tebeo se nos antoja ideal para esa franja de edad donde comienza a diluirse la infancia y paso a paso aparece la adolescencia.

Editado en Francia por Dupuis, Nuevo Nueve acaba de estrenar la serie en castellano con el primer volumen “Los ladrones de magia”, en una cuidada edición de 64 páginas en cartoné. Dentro, una invitación a recorrer un tebeo de desarrollo fluido, pero con una sólida y despreocupada irreverencia en sus viñetas; a ratos absurda, a ratos mágica. Redonda en todo caso. Para que sea disfrutable por adolescentes y casi adolescentes. Pero también para que cualquier fan adulto de Joann Sfar recorra con placer estas páginas. Un tebeo, en definitiva, orientado hacia la luminosidad de lo creativo.

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