Si alguien dentro de unas décadas me preguntara como era la industria nacional del cómic y el papel jugaba la producción nacional de cómics, antes de remitirle a un informe sectorial plagado de cifras, datos y comparativas, posiblemente optaría por el cómic que nos ocupa hoy: “Cómo salvar la industria del cómic… sin tener ni puta idea”, de Javier Marquina y Rosa Codina, que hoy mismo ECC cómics estrena en las librerías de toda la geografía española.
Muchos de los que lean estas líneas les vendrá la mente el estupendo fanzine editado por Inuit en 2020: “Cómo hacer un cómic sin tener ni puta idea”. Aquel tebeo donde Javier Marquina y Rosa Codina explicaban todo lo que rodeaba el proceso en torno a crear, producir y distribuir un tebeo en este país tan nuestro. Un país en el que lo que se dice leer, se lee poco. Con altas dosis de humor e ingenio perpetraban una suerte de guía para artistas nóveles. Un tebeo que, por fresco y directo, fue toda una sensación en el mundillo.
Tras aquel impacto, llega el siguiente paso del concepto, que no es otro que el cómic que hoy nos ocupa “Cómo salvar la industria del cómic… sin tener ni puta idea”, un tebeo que ya nace con el respaldo de una editorial como ECC, pero que mantiene la esencia conceptual del fanzine que le precedía para ir un paso más. Un paso quizá arriesgado, por lo que supone e implica, pero bien dado por los resultados que otorga tras su lectura.
Tras esa estupenda portada, que esconde un punto cínico, se halla una autentica radiografía en viñetas a nuestro sector editorial. Con altas dosis de humor, pero exponiendo con una claridad consciente cómo es, a grandes rasgos, la industria que sustenta el noveno arte en España. Todos los agentes implicados, desde creadores hasta lectores, pasando por editoriales, distribuidoras y librerías, pasan por el análisis sintético que da el discurso del tebeo. Poniendo el dedo en la llaga y describiendo muchos de los puntos débiles del sector.
Ese es el hilo por el que navega este tebeo (o novela gráfica, que para eso lleva tapa dura), que se acompaña por los juegos metafóricos que aporta el lápiz de Rosa Codina, reforzando lo escrito en ocasiones, en otras complementándolo, pero en todo caso enriqueciendo esta disección sectorial donde el retrato es inmisericorde. Como un buen análisis DAFO, en el que se señalan debilidades, amenazas, fortalezas y oportunidades, Marquina y Codina descomponen esta industria que nos proporciona entretenimiento en viñetas.
Quizá este cómic tenga algo de ensayo económico- sectorial, que radiografíe esta industria nacional que parece que vive en eterna crisis. Sin duda lo tiene, pero ese no es el principal valor que atesora: no son los datos que muestra ni las conclusiones donde lleva su discurso. Todo eso es importante, sin duda. Pero lo que más prima, además del mensaje, es como es transmitido: con unas viñetas ingeniosas en las que el humor y la habilidad para reforzar y complementar el discurso hace que el mensaje crezca exponencialmente. La combinación gráfica y textual de este tebeo, lejos de ser una gamberrada, denota ante todo la lucidez de quien conoce el sector, con sus alegrías y miserias intrínsecas.
Una lucidez canalizada en las páginas y el discurso que nos espera aquí, en el tebeo que hoy estrena en librerías ECC en formato cartoné, que cuenta con las firmas de Laura Pérez Vernetti y Antonio Altarriba, autores de los prólogos de esta obra. A lo largo de las 104 páginas que nos esperan en “Cómo salvar la industria del cómic” tendremos un recorrido plagado de gags, humor y referencias culturales que sirven de sustrato para uno de los mejores análisis del sector realizados en viñetas. Interesante y recomendable para cualquiera de las partes que lo integran: desde autores, editores y distribuidores como para los lectores que están al otro lado de cada cómic que se publica. Pues todos podrán encontrar en esta lectura elementos para el debate sobre la mesa. Un cómic de los que pueden servir, como decíamos al principio de este texto, para radiografiar esta época del sector del cómic español. Y, además, divertir al personal que lo lea, que no es poco.