Las aventuras de los hijos de los mayores héroes del universo DC continúan en la adaptación para el público infantil llevada a cabo por Ridley Pearson e Ile Gonzalez. Tras “El Proyecto Escudo Polar”, donde se presentó la reformulación conceptual de Jon y Damian, así como contexto y transfondo del relato, es momento de sumergirse en la aventura plena.
Eso es lo que espera a los peques que se asomen a las páginas de “La misión dedalera” (“The foxglove mission”), el segundo volumen de la trilogía de Pearson y Gonzalez editado por Editorial Hidra. Una entrega en la que, presentado ya el contexto, peligros y reto a superar, los niveles de aventura crecerán y el protagonismo será total para Jon, Ian (así llaman a Damian en estas páginas) y Candace. Acertadamente la historia va desarrollándose, a la par que se aprecia (y valora en positivo) que conforme avanza marca diferencias con la celebrada “Super Hijos” del Universo DC tradicional.
Todo un acierto el marcar diferencias con la serie de Peter J. Tomasi y Jorge Jiménez, puesto que esta es insuperable. Los Super Hijos de Pearson y Gonzalez son otra cosa y van dirigidos a otro público. Más infantil y que posiblemente disfrute mejor del de esta propuesta sin el lastre de la continuidad. Porque la continuidad es un concepto, que aunque nos guste a los lectores veteranos, puede ser contraproducente para nuevas generaciones. Y por ello hay que hacer tebeos para todos, no para unos pocos.
Cierto es que si les quitamos “el peso de su historia” Jon y Damian quedan más desnudos. Pero ahí está el reto de Ridley Pearson para suplir esa carencia con un guion directo y sencillo, que conserva en esencia las características de los personajes principales y añade a Candace a la ecuación, que gana protagonismo conforme el relato avanza.
El arte de Ile Gonzalez, idóneo para un tebeo de estas características y target al que se dirige, hace el resto para que estos super hijos tengan entidad propia y su razón de ser en la línea DC Kids. Una visión gráfica que rompe con la del “universo de los mayores”, que la distingue.
Al fin y al cabo de eso se trata: de hacer un tebeo donde los chavales que lo lean empaticen y se diviertan con lo que les ofrece. Que lo hagan propio mientras lo leen. Y en las 160 páginas que consta el volumen editado por Editorial Hidra hay mucho de esos elementos que pueden lograr eso.