Crisis. Desidia. El coro de “No future” de Sex Pistols gritando desde que muchos nacimos, como una constante en el horizonte. Sin nada asegurado de por vida. Sin nada que ganar, tampoco que perder. Y cuando uno no tiene nada que perder es cuando se lanza. A por todo. Una revolución como un puñetazo en la cara de lo establecido y acomodado. Un soplo de aire fresco ante el tedio. Ante los privilegios. Ante los días grises que se repiten sin sentido.
Pero toda acción tiene reacción. Y lo que se desencadena puede que no sea lo esperado. Y no hay marcha atrás, como cuando se empieza a leer “La Tercera Ley de Newton”, de Javier Marquina y Víctor Solana: un tebeo editado recientemente por Sallybooks y que vuelve a poner de manifiesto que se pueden hacer buenos comics de superhéroes en España.
Así el existencialismo se entrelaza con el ruido y la furia en un reparto de personajes tan divinos como terrenales, pues Marquina se sirve de esta suerte de dioses de pies de barro para deconstruir el género una vez más. Con una óptica descreída, pero también meditada. Que bebe de muchas lecturas pero no se limita a recrear, sino que aporta su visión conceptual en la orgia de adrenalina que nos espera en estas páginas.
Una adrenalina materializada de forma colosal por Víctor Solana. Un tipo que desde su debut en el medio con “El Subsuelo” somos conscientes que no hay que perder de vista sus pasos. Ejemplo de ello es el arte que vierte en “La Tercera Ley de Newton”, lleno de páginas vibrantes, cargadas de energía, de rabia, de violencia. Pero también de detalle. Todo servido con un ritmo magistral en cuanto a composiciones de página siempre al servicio del relato.
El resultado final, como puede intuirse, es un chute de adrenalina metida en vena conforme la lectura avanza. Con la particularidad que en el momento en que se eleva el nivel, el viaje se complementa con cuestiones más filosóficas: Nietzsche pasado de speed sin dejar en ningún momento de escribir una orgía de violencia y devastación; la traumática gestación de un big bang, la impetuosa epifanía revelada a base de referencias pop. Todo esto subyace en esta violenta orgía que va mucho más allá de lo que una lectura superficial podría sugerir.
Estas mastodónticas páginas, que si vinieran importadas de otra parte del mundo todos mostrarían reverencias, son las que demuestran con un sonoro golpe en la mesa que la creatividad sin prejuicio puede abrir cualquier puerta. Sallybooks apostó por ello desde el primer momento, para materializar esta obra en papel en un formato cartoné de 120 páginas. Las suficientes para que estas dos fuerzas, la literaria de Marquina y la gráfica de Solana, alumbren una obra para recordar: Una patada en los cojones al tedio. Una colleja al conformismo. Una golosina para el cerebro.