Comienzos del siglo XII. La península ibérica está dividida entre territorios cristianos y musulmanes. Extensiones que van mutando en función de conquistas de unos sobre otros. Así en marzo de 1118, Alfonso I el Batallador, pone sitio a la ciudad de Saraqusta, capital de una de las taifas más prosperas del norte peninsular. En diciembre de aquel año la ciudad del Ebro y del viento pasaría a formar parte del reino de Aragón.
En esos días previos a que Saraqusta cambiara de manos nos encontramos con el tebeo que tratamos hoy: “Misterio en el Valle del Viento”. Un cómic obra de Carlos Cabrero, Miguel Ángel Fecé y Alfonso Pinedo, editado por la editorial aragonesa Doce Robles. Con esta obra se inicia la serie de aventuras de su protagonista, Fátima, una niña musulmana que vivirá de primera mano lo acaecido en la ciudad hasta su capitulación.
Acompañada por su inseparable gato Qut y su amigo Joram, Fátima se nos presenta como esos personajes neutros en la mejor tradición de Hergé. Un autor que junto a su inmortal Tintín y su trazo de línea clara sobrevuelan las páginas de este comic, tanto en forma como en fondo, pues no deja de ser “Misterio en el Valle del Viento” una declaración de amor hacia uno de los clásicos de la Bande Desinée belga. Tanto en lo gráfico, donde se percibe a todas luces las enseñanzas del creador de Tintín en las resoluciones; como en el tono que presenta la historia que nos cuenta: un relato blanco y trepidante, apto para todos los públicos y con altas dosis de ingenio y humor.
“Misterio en el Valle del Viento” guarda para sí otros elementos que merece poner de relieve. Como es la fidelidad histórica con el que se ha trazado la historia que nos cuentan. Hecho de agradecer el saber recrear y sintetizar aquellos momentos y dar protagonismo a insignes personajes históricos como el rey Alfonso I el Batallador o Gastón IV de Bearne, artífice de la conquista de la ciudad y primer señor de la misma.
En este contexto vamos a conocer a Fátima, un personaje ejemplo de tolerancia, que huye de fanatismos (al igual que la obra en sí) y que protagonizará esta divertida aventura con sus amigos. Destacable es el gato Sut que, en un evidente paralelismo con Milú, será un animal del que conoceremos sus pensamientos a través de los diálogos, como ocurre a menudo con la mascota de Tintín.
Estamos en definitiva ante el comienzo de lo que puede ser una serie destacable a varios niveles: el primero por el evidente fin didáctico que impregnan estas páginas. El segundo por lo atractivo de una propuesta que mantiene, tanto en forma grafica como en fondo argumental: un estilo específico que marca nítidamente la línea clara que homenajea al maestro Hergé. Un ejercicio de estilo que puede que a más de uno le parezca de otra época. Sin duda lo es. Pero también es el punto que lo singulariza y le da su razón de ser en el poblado mercado de novedades editoriales. Las 62 páginas que componen “Misterio en el Valle del Viento” así lo atestiguan. Un volumen editado por Doce Robles en la mejor tradición de los álbumes europeos y que a buen seguro contentará tanto a aficionados a la BD clásico como a los amantes de la historia. Un volumen que esperemos sea el comienzo de una serie con recorrido. Razones para ello no le faltan, están plantadas en este tebeo