Camino de Sirga: Crónicas del Poble Vell

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En la confluencia entre los ríos Cinca, Segre y Ebro nos encontramos lo que turísticamente se denomina “mar de Aragón”, sirviendo en parte de su extensión como límite entre las provincias de Huesca y Zaragoza. Allí donde confluyen las comarcas del Bajo Cinca y el Bajo Aragón – Caspe, está el embalse de Mequinenza, que lleva su nombre por antiguo pueblo que descansa en el fondo del pantano: Los restos de la antigua Mequinenza, del “Poble Vell”, que quedó inundado nada más comenzar la actividad del embalse.

La localidad zaragozana, que limita tanto con Huesca como con Lleida, se vio afectada por las construcciones de las presas de Ribarroja y Mequinenza, y tuvo que trasladar su ubicación a pocos kilómetros y replantear su economía, hasta entonces sustentada la minería del carbón, el comercio y la navegación fluvial de los ríos. Pues allí, donde se encuentran los tres ríos, los “llauts” dominaban las aguas, llevando materiales de un lugar a otro por vía fluvial. Bien navegando, bien sirgando con tracción animal.

Camino de Sirga Texto 3

Una infraestructura de transporte que conectaba la industria minera de la zona con el mundo. Así creció el pueblo y sus gentes, que conforme se desarrollaba económicamente se hacían más evidentes las diferencias de clase entre propietarios o burgueses y campesinos y obreros. Todo ello reposa en el fondo de estas tierras ahora inundadas por el rio, que no tiene memoria, pero es metáfora de la vida y su curso. Y para poder recorrerla, como se recorre un río a contracorriente, podemos usar a modo de memoria, el camino de sirga. Subiendo su curso y ayudados por tracción animal, hasta llegar al origen del mismo. En ese sentido la premiada obra de Jesús Moncada  (Mequinenza, 1 de diciembre de 1941 – Barcelona, 13 de junio de 2005) utiliza “Camino de Sirga” para trazar la crónica del Poble Vell de Mequinenza en el siglo XX y describirnos, a través de una ficción, la certera crónica de decadencia que se llevó por delante una población, a sus gentes, sus conflictos y motivaciones.

Todo quedó diluido en el agua contenida de la presa. Al igual que quedó plasmada de forma precisa en “Camí de Sirga”, publicada por Moncada en 1988. Considerada una de las mejores novelas de la literatura en catalán de las últimas décadas, Moncada nos brinda, entre la realidad y el mito, el último siglo de vida de aquella Mequinenza que fue antaño el centro de la cuenca minera y el tráfico fluvial.

Camino de Sirga Texto 2

Una novela que este año se ha adaptado al cómic por Roberto Morote, poniendo a disposición del lector el tebeo en los tres idiomas que se hablan en la franja de Aragón: aragonés, catalán y castellano. Así ha sido el debut de Morote en viñetas, que ha contado con tres editoriales para materializar la edición en cada lengua: GP Ediciones ha llevado a cabo la edición en castellano (“Camino de Sirga”) mientras que Gara d’Edizions ha hecho lo propio para el volumen en aragonés (“Camín de Sirga”) y Trilita ha alumbrado la obra en catalán (“Camí de Sirga”).

Morote ha asumido el reto de sintetizar y adaptar el complejo texto del escritor mequinenzano. Un texto compuesto de un retrato coral de vidas y vivencias a lo largo del siglo XX. Labor compleja que Morote ha llevado a buen puerto en la síntesis que aporta a la obra, trazando un relato que tiene voz propia y en el que lo gráfico tiene mucho que aportar su propuesta. Pues a través de estas viñetas se aprecia, más que el blanco y negro, la escala de grises en los que descansa la condición humana. Una condición movida, en algunos casos por la pura supervivencia y en otros por la soberbia que otorga nacer con privilegios de clase. Sin estridencias, solo mostrando lo necesario, Morote extrae lo esencial de la novela de Moncada para darle nueva vida en este tebeo.

Camino de Sirga Texto 4

Un tebeo que recorre ese caudal de vidas que es la novela de Jesús Moncada; que lo hace de forma enérgica, como cuando se tira desde la orilla para remolcar un “llaut” rio arriba. Y así recorremos el paisaje social de aquel “Poble Vell” y sus gentes. Viéndolos con la acertada nitidez que nos dibuja Morote a lo largo de las 176 que componen este “Camino de Sirga”.

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