San Telmo: Hasta donde llegan los hechos [Reseña]

San Telmo Texto 1

Se dio de baja tras tres años sin tener noticias del barco, desde que zarpara desde el puerto de Cádiz, el 11 de mayo de 1819, formando parte de la División del Mar del Sur, creada para apoyar el virreinato de Perú y aplacar el levantamiento de las colonias de ultramar. Así iniciaba su último viaje un navío que ha entrado en la leyenda, no por el diseño que poseía para grandes batallas navales (línea de 74 cañones y dimensiones de 52 metros de eslora, 14,5 metros de manga y 7 metros de puntal) sino por el destino incierto que le aguardaba. Es el «San Telmo«, el barco que quizá fue el primero en llegar a la Antártida y que protagoniza y da el título al al cómic que nos ocupamos hoy, obra de Alicia Vallina y Sergio Galisteo, editado por Cascaborra Ediciones.

Como la salud de aquel imperio español que empezaba a resquebrajarse, el mantenimiento de los barcos de la Marina Española no fue el óptimo. Los recursos no eran tan abundantes como antaño y el desafío del levantamiento de las colonias exigía un alto importe para cubrir esas eventualidades. En ese contexto, el San Telmo, construido en los Reales Astilleros de Esteiro de Ferrol en 1788, iniciaba el viaje  junto al buque “Alejandro I”, y la fragata “Prueba” la fragata mercante armada “Primorosa Mariana”. El objetivo: llegar al apostadero naval de El Callao, para reforzar la presencia española en el Mar del Sur.

San Telmo Texto 2

No obstante, el “Alejandro I” no pudo pasar de El Trópico de Cáncer por los problemas que tenía con el calafateado, dando la vuelta hacia la península para evitar un naufragio.  Quizá fuera una señal de lo que podía esperar al resto, una flota dispuesta para atravesar el mundo que ya no contaba con las necesarias condiciones de mantenimiento para embarcarse en tal empresa. Lo cierto es que el “Alejandro I” fue uno de esos cinco buques comprados a Rusia que resultaron ser un auténtico despropósito, ya que estaban pensados en su construcción para navegar por el Báltico, no para el Atlántico y, ni mucho menos, llegar al pacífico.

El resto de la flota continuó la marcha hasta aquel 2 de septiembre de 1889, cuando una fuerte tormenta impide al San Telmo doblar el Cabo de Hornos, rompiendo el timón y arrastrando al buque hacia el sur, con sus 644 tripulantes a bordo. Es el momento que los ven por última vez desde la fragata Mariana. Su posición: 62 grados de latitud austral y 70 gradeos de latitud oeste. Meses después, William Smith, capitán británico, llega al archipiélago antártico Shetland del Sur, lo que le atribuye ser el descubridor de la Atlántica. Sin embargo, en su camino, descubre entre las costas de Isla Livingston los restos de lo que identifica como un navío español. ¿Pudiera ser la prueba de que el San Telmo llegó antes? No hay respuesta. En un primer momento los británicos obviaron el hecho para que no hubiera ninguna reclamación territorial sobre esas tierras conquistadas, actuando como si no hubieran visto nada. No obstante un islote cercano a Livingston lleva el nombre de San Telmo…

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A día de hoy no hay pruebas concluyentes ante este hecho, ni siquiera tras la expediciones llevabas a cabo entre 1993 y 1995… Pero el interrogante continúa y lejos de dar respuesta, porque a día de hoy no la hay, Alicia Vallina y Sergio Galisteo nos brindan en un excelente relato naval lo que se intuye que pudiera pasar en aquel barco hasta su desaparición, mientras que nos invitan a ser partícipes de las campañas de investigación en la zona en los años noventa.

Así discurren dos líneas de tiempo en torno a un mismo barco: cuando se perdió y cuando se buscó. Todo para sintetizar en un excelente tebeo de 68 páginas la reconstrucción de lo que ocurrió antes de uno de los naufragios más significativos de la Real Armada Española. En las páginas se aprecia la voluntad de llegar solo hasta los hechos, dejando la incógnita en el aire. Pues en realidad el misterio nunca se ha podido resolver, aunque indicios y hechos haya. Todos recogidos en este álbum de formato europeo editado por Cascaborra, que sigue manteniendo rumbo firme para rescatar momentos históricos para el cómic con su colección “Historia de España en Viñetas”.

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