Justin, de Nadar & Julien Frey: las consecuencias de la guerra

Las grandes guerras en la humanidad no solo han traído muerte, destrucción, hambre y desolación para la población civil. También llevan consigo unas consecuencias que hay que saber capear, como buenamente pueda cada uno, y afrontar las decisiones que se han tomado durante la contienda. Ya sea por necesidad, por obligación o por puro deseo, claro. En el caso de la Segunda Guerra Mundial podemos encontrar multitud de casos para poner de ejemplo. Aquellos ciudadanos que decidieron colaborar con los ejércitos invasores, especialmente con el ejército nazi, tuvieron que pagar las consecuencias al término de la guerra. Especialmente en Francia, país que tuvo que sufrir la invasión nazi al principio del conflicto y que tuvo que convivir con los invasores con todo lo que ello implicó.

Tras la guerra hubo muchos represaliados acusados de colaboracionistas. Algunos acabaron en la cárcel, muchos fueron fusilados y otros marcados de por vida ante tales acusaciones. Las mujeres, como por desgracia suele ser habitual, también sufrieron durante y tras las duras batallas. Casos de violaciones y de abusos de todo tipo. El instinto de supervivencia hace que los seres humanos seamos capaces de hacer lo que sea para sobrevivir. Muchas mujeres, que tuvieron que lidiar como pudieron aquellos fatídicos días, vieron como eran juzgadas como traidoras a la patria, repudiadas y marcadas con las cabezas rapadas para que todo el mundo pudiera contemplar su castigo y su vergüenza. La violencia solo genera más violencia, la pescadilla que se muerde la cola. Lamentablemente son cosas que han pasado, que siguen pasando y que seguirán haciéndolo. Los seres humanos no aprendemos y estamos condenados a repetir nuestros errores una y otra vez. La obra que hoy traemos a la web nos habla de esas decisiones y consecuencias que nos deja la guerra. Hablamos de ‘Justin’, de Nadar & Julien Frey.

Los dos autores nos traen ahora la historia de Justin (L’oeil du STO) fue publicada en Francia por la editorial Futuropolis el año pasado y acaba de aterrizar en España de la mano de Ediciones Astiberri. Al guion tenemos a Julien Frey (Míchigan) y el dibujo corre a cargo del valenciano Pep Domingo, alias Nadar (Papel estrujado, El mundo a tus pies, ¡Salud!). Es la segunda vez que colaboran juntos tras haber realizado El Cineasta al alimón, y en el horizonte se vislumbra una tercera colaboración. Y, ¿de qué trata Justin? Justin nos narra la vida de Justin Roques. Al principio de la historia, en 1977, veremos al personaje ya mayor, a punto de jubilarse del bar donde ha trabajado de camarero durante muchos años. Será entonces, al pasar por una calle de París, que se acordará de lo que le sucedió al principio de los años cuarenta.

En 1943, Justin es un veinteañero enamorado de una chica llamada Renée que está en proceso de divorcio y por ello la madre de Justin la repudia. El Gobierno colaboracionista de Vichy crea el STO (Servicio del Trabajo Obligatorio), para surtir a los nazis de mano de obra. Como miles de jóvenes franceses, Justin es obligado a irse a trabajar a Alemania sin saber todo lo que va a pasar y a sufrir allí. Siempre se arrepentirá de haber obedecido al Gobierno de Vichy y quedará marcado de por vida.

Esta es la sinopsis, a grandes rasgos, de la obra. Como hablábamos al comienzo de la reseña, las consecuencias de la elección de Justin le acompañarán durante toda su vida y marcarán su carácter. ¿Pudo haber elegido otro destino? ¿Haberse hecho un maquis desoyendo las leyes? ¿Haber desertado y abandonar, quizás para siempre, a su patria, a su familia, a su amor? Sí, pudo hacerlo pero decidió quedarse y sufrir todo lo que sufrió. Y como él, miles y miles de personas. Personas que años después serían ridiculizados y criticados por haber “colaborado” con los nazis. Una cuestión compleja y que durante mucho tiempo fue un tema tabú en la sociedad francesa.

El guion de Frey nos mete de lleno en aquellas calles parisinas de la época y aborda y refleja, sin tapujos, cómo era la sociedad de entonces y cómo afrontaron lo que les tocó vivir. A pesar de las desgracias y de las penurias que pasaban, no faltaban los bailes, las risas, los amoríos… La vida y la alegría se abrían paso entre la miseria y el miedo. Miedo a morir, a las detenciones, al hambre, a sentirse unos títeres en manos de gente violenta y que no parecían tener un mínimo de empatía hacia otros seres humanos, a esas fábricas donde eran obligados a trabajar durante todo el día y a pasar frío sin ninguna comodidad por un plato caliente y poco más. Todo ello acompañado por el fabuloso dibujo de Nadar, una explosión de tinta, sin ningún gris de por medio, con unos personajes que parecen salirse de las viñetas y tomar vida propia. El tamaño grande del álbum hará que podamos disfrutar del dibujo en todo su esplendor. Justin es una de esas lecturas necesarias, una historia desgarradora que nos enseña lo peor y lo mejor de la personas en tiempos oscuros, un recordatorio de lo que no debería volver a pasar nunca más.

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