En la industria del comic book estadounidense los noventa fueron la etapa de historias ligeras con dibujo comercialmente efectista, como el de Todd McFarlane. La época de los Erik Larsen, Rob Liefeld, Jim Lee y demás superestrellas, que desembocó en la creación de Image y el paso a una nueva fase en los cómics de los superhéroes. El Spiderman de ese tiempo está marcado gráficamente por Todd McFarlane, eso es indudable. Pero la historia se reescribe y la perspectiva (y resistencia al paso) del tiempo trae a primera línea historias como la que trataremos hoy: “Spiderman: El Niño que llevas dentro”, una saga guionizada por J.M. DeMatteis y dibujada por Sal Buscema. Publicada originalmente en seis entregas de The Spectacular Spider-Man, del 178 a 183, Panini Comics la acaba de rescatar en una edición en tapa dura de 160 páginas.
Jean Marc DeMatteis es de sobras conocido por los aficionados del medio: guionista veterano que comenzó a finales de los 70 en DC Comics. Ocupa un lugar de oro en la historia del trepamuros y de Marvel Comics gracias a “La última cacería de Kraven” , un hito en el noveno arte de finales de la década de los ’80, junto al espectacular Mike Zeck. Esta saga ya llevó a DeMatteis a la primera línea de prestigio y supuso que su nombre fuera candidato para guionizar una de las series regulares del Spiderman. DeMatteis, del cual cabe destacar también su labor en la Liga de la Justicia post crisis de la «distinguida competencia» o sus labores de guionista de la película de animación “Batman vs. Robin” o en series como “The Twilight Zone” o “Teen Titans Go!”, se decantó por Spectacular Spiderman, pues quería trabajar junto a Sal Buscema, veterano dibujante que comenzó allá por los ´60 y hermano del prestigioso John “Big” Buscema.
Comenzaremos el análisis por el apartado gráfico a cargo de un equipo veterano. El color de Bob Sharen es el tradicional: color plano indicado al servicio del dibujo a la manera clásica del comic book americano, hecho que combina muy bien con el lápiz y tinta de Sal Buscema, un artista que efectuaba ambos trabajos en su producción de manera frecuente desde los ´70. Sal Buscema normalmente ha sido eclipsado por la sombra de John, dibujante exquisito en Conan o Silver Surfer con un estilo manierista y elegante en la representación de la anatomía humana y efectista en las sombras. Sal es un dibujante más tosco, menos pulido quizás en lo naturalista pero extraordinariamente contundente en lo expresionista: Los cuerpos en escorzo, los primeros planos expresivos, las emociones de sus rostros… Y sus puñetazos, madre mía sus puñetazos. Pocos dibujan como Sal ese golpe final en que vemos en primer plano al villano cayendo hacia nosotros con la onda expansiva del puñetazo que reverbera en el fondo de la viñeta y el héroe, aún, con el brazo hacia arriba después de soltar el puño. Pura narrativa superheróica.
En este volumen cabe señalar los momentos en que se nos muestran las grabaciones de las cámaras de seguridad del internamiento de alimaña, un gran recurso de guión resuelto magníficamente por Buscema. Otra cuestión reseñable es el magistral uso de los tiempos mudos, páginas sin texto donde hablan las miradas o los gestos de los personajes, como las dos páginas en que Harry Osborn entra a las habitaciones de su hijo y de su esposa y se despide en silencio cariñosamente de ellos. Genialidad de guión resuelta magníficamente por el dibujante. Sal Buscema es un dibujante de método, conoce bien el oficio, por lo que aquí despliega todo lo elegante y efectivo del cómic de superhéroes: Splash pages, escorzos imposibles sobrehumanos, líneas cinéticas maravillosas… Todos aquellos recursos que le dan la entidad de lenguaje propio a la historieta. Nostalgia pura que saciará con creces al lector fiel de la época de cómics Forum o Zinco.
El Guion que nos brinda DeMatteis es una historia desarrollada a tres bandas, en función a la evolución de los personajes principales – Alimaña, el Duende Verde y Spiderman, todos bajo una misma premisa de partida: lo que nos lastra y nos define como adultos crecidos bajo una infancia cualesquiera. Somos lo que somos a partir de los niños que fuimos y, como deja claro DeMatteis, los niños que somos aún. Sin destripar el argumento señalar que la historia desarrolla las circunstancias vitales del triángulo protagonista y cómo todo ello ha pesado en la conformación como adultos que son. La dura infancia de Alimaña, la asunción de Peter Parker de la muerte de sus padres, o la sombra moral y autoritaria de Norman (el Duende Verde original) sobre su sensible y dubitativo hijo Harry. Y se nota la documentación e investigación en el campo de la psicología en el tratamiento de los personajes . Disfrazado bajo el personaje de la doctora Kafka (atención al apellido), DeMatteis ayuda a Spiderman a colocar en su sitio el dolor y el trauma de su terrible pérdida en frases como esta:
“Estás en una situación que no puedes comprender ni controlar…
Te sientes totalmente indefenso. Asumiendo la culpa..
Diciendo que todo es culpa tuya recuperas tu poder. Obtienes cierta sensación de control…
Por distorsionado que peda ser, en realidad, te ayuda a superarlo…
Un tiempo. Por desgracia cuanto más escondemos las cosas…
Con más fuerza vuelven cuando quedan…”
Otra muestra del dominio del guionista en estos terrenos es el momento sublime, en el clímax de aceptación de Peter/Spiderman, donde asistimos a un diálogo interior entre Peter adulto y Peter niño, donde el adulto habla primero y le responde el niño:
“-El chiquillo tiene miedo.
-¡No puedes obligarme!
-Pero el hombre no.
-¿Hombre?
-No dejes que el chiquillo te controle. Hónrale. Nútrelo. Ámalo.
-¿Hombre?
-Pero no dejes que domine tu vida.
-¿Soy un hombre?
-Sí. Un buen hombre, Un hombre fuerte. Inteligente y digno.
-Pero me siento como un chiquillo. Como un chiquillo muy, muy malo.
-Ese chiquillo no ha hecho nada malo.
-¡Sí lo ha hecho! Fue malo y mamá y papá dejaron de quererle… ¡…Y se marcharon y nunca volvieron!
-Eso es lo que cree el chiquillo, pero el hombre sabe que no. Sabe que no fue culpa suya. (…) Puedes ser un chiquillo… Y pasar el resto de tu vida con miedo y culpa (…) o puedes arropar a ese chiquillo en tu corazón. Ser un padre para él. Sé un hombre. Sé un hombre.
-Soy un hombre,,, Soy un… ¡¡HOMBRE!!”
Este momento transcrito arriba coincide con los estudios y supuestos de Eric Berne, médico psiquiatra que definía al ser con los “Estados del Yo”. Básicamente expone que no podemos buscar resarcir un trauma infantil buscando a los responsables de aquello o alguna suerte de justicia cósmica, sino que somos nosotros, adultos, los que tenemos que hablarle a ese niño interior y sanarlo. Metafóricamente, lo que haríamos es abrazar a nuestro niño interior y cuidarlo desde el adulto que somos ahora…
De este modo, psicología y género superhéroico se encuentran en este volumen magníficamente editado por Panini. Una historia muy bien construida, nada superficial, que queda para el disfrute tanto para el lector veterano como el recién llegado. Absolutamente recomendable para cualquier tebeoteca que se precie, más allá de géneros o estilos.