“Caminamos sobre las huellas que dejamos, una y otra vez.”
Sin duda, una de las obras que situaron a El Torres y a Gabriel Hernández Walta en el panorama internacional fue “El Bosque de los Suicidas”. Tras el éxito que supuso “El Velo” la pareja artística volvía a aunar esfuerzos y en este caso, cosechar unos resultados aún más elevados tanto de crítica como de público. Publicada por la editorial del guionista malagueño, Amigo Comics (la versión española corrió a cargo de Dibukks en una edición a día de hoy agotadísima) , la obra ha permanecido en el tiempo en el recuerdo de los aficionados y se considera uno de los hitos en las carreras de sus creadores. La lógica del mercado demandaba una continuación. ¿Cómo continuar algo que quedó tan magistralmente hilvanado y cerrado? ¿Es posible volver a narrar historias sobre el bosque de Aokigahara sin transitar caminos ya recorridos? La respuesta la tenemos en el tebeo que nos ocupa hoy: “La llamada del Bosque de los Suicidas”, de Desireé Bressend y Rubén Gil, editado en inglés por Amigo Comics y publicado en español recientemente por Karras Cómics.
Lejos de repetir los esquemas del ya clásico de El Torres y Walta, Desireé Bressend («1937: La Batalla de Guadalajara” o “El Ministerio del Tiempo”) se ha servido de los planteamientos de la obra original para llevar su relato hacia otros territorios inexplorados. Volvemos a Aokigahara y recuperamos a Ryoko, la guarda forestal que trabaja en el bosque. A partir de aquí los elementos que va a aportar la guionista son totalmente novedosos y, como en toda buena obra de terror, sorprenden al lector. El guion descansa sobre una gran documentación sobre la cultura y folclore japonés y las religiones que conviven en el país del sol naciente. Información toda ella bien introducida en un relato que nos va a hablar, desde lo terrorífico, de las tradiciones, la familia y la soledad. También hay espacio para el shock cultural entre oriente y occidente. Todo ello en una trama tan intensa como inquietante, dotándola de un rico contexto. Un guion en definitiva que recoge lo esencial del planteamiento de la primera obra para adentrarse en otros territorios y sensaciones.
Del mismo modo que Bressend nos aporta un planteamiento y desarrollo novedoso, el arte de Rubén Gil nos lleva a otras texturas alejadas de lo que nos mostró Walta. La gran expresividad en los rostros dibujados por Gil en viñetas con pobladas de masas de negro va amplificando el efecto inquietante de lo narrado. Un efecto que se ve amplificado por los colores (obra del propio Gil, con la participación en el segundo número de Alexandra Thöne) que priman en las páginas: azules y rojos predominan en una acertada atmosfera acorde con el tono de la historia. Cabe destacar también la labor de las páginas de estilo manga – pertenecientes a los manga que se leen las protagonistas durante el relato –, páginas obra de Irene Roga y Eva Mae respectivamente. Unas páginas que funcionan muy bien en el contexto de la obra, por la metáfora que suponen entre lo que es la sociedad japonesa y lo que se percibe desde fuera.

La llamada del bosque de los suicidas se escuchó por primera vez en inglés: “Call of the Suicide Forest” la publicó Amigo Comics en formato grapa para el mercado estadounidense con unas estupendas portadas, a cargo de Toni Fejzula las principales y Pasqual Ferry las alternativas. Posteriormente se editó el correspondiente TPB compilando las cinco entregas que consta la serie. Esa es la edición que nos presenta Karras Comics para el mercado español, donde podemos encontrar como extras todas las portadas junto con ilustraciones promocionales y un texto de El Torres. Este es otro de los tres lanzamientos con los que ha irrumpido en el mercado español Karras Cómics. Y al juzgar por la excelente acogida del volumen, a día de hoy a punto de agotarse, un excelente punto de partida para la editorial malagueña. Y es que volver de este modo a Aokigahara, con un planteamiento fresco en lo argumental y artístico, es una opción tan inquietante como acertada.