“La guerra une a los hombres.”
La era de expansión europea y el colonialismo comenzó con la batalla de Ceuta el 21 de agosto de 1415. Controlar el paso al Mediterráneo en occidente a comienzos del siglo XV era una de las bazas para que un estado medieval se erigiera en potencia. La conquista de alguno de los enclaves de ambas costas del estrecho podría suponer además aislar al Reino musulmán de Granada. Ceuta, conocida como “la llave del Mediterráneo” pertenecía al Sultanato Benimerín. Era el principal puerto del Estrecho durante siglos, una ciudad rica y prospera, zona de terrenos agrícolas fértiles y de gran capacidad defensiva siendo un enclave estratégico. Además su toma implicaba, para el Reino de Portugal, abrir una puerta hacia el Mediterráneo.
Quizá por ello, el rey Juan I de Portugal, el primero de la casa real de Avis, llevaba preparando en el más absoluto sigilo esta campaña. Largamente gestada desde 1411, levantó la suspicacia del resto de reinos vecinos: Aragón, Castilla, Venecia, Sicilia y Granada miraban con recelo esa expedición a la cual nadie podría establecer que objetivo tenía. El rey Fernando I de Aragón envió un espía, Ruy Díaz de Vega, para poder indagar la finalidad de lo que se gestaba en el puerto de Lisboa. Aunque Díaz de Vega no supo averiguar el objetivo de tal campaña, sí que han servido sus cartas dirigidas al rey de Aragón para tener registro escrito de los volúmenes de recursos, tanto materiales como humanos, con los que contaba esa expedición envuelta en secretismo. Tan grande fue la discreción que la propia ciudad de Ceuta no estaba preparada para un ataque y desconocía que iba a ser el objetivo de lo que se preparaba en Lisboa. Es ese contexto zarpaba una flota de doscientos barcos y cuarenta y cinco mil hombres desde el puerto de Lisboa el 25 de julio de 1415. Y ahí es donde comienza “1415: Ceuta. La Llave de África”, de Manuel Gutiérrez y Kepa de Orbe, editado por Cascaborra Ediciones.
Manuel Gutiérrez (“Ari. Cazador de Dragones”) elabora un argumento fiel a los hechos históricos en los que introduce a dos personajes ficticios, los cuales servirán para que el lector pueda identificarse con lo que implicó esta batalla para cualquier persona de la época que no tuviera una posición de poder. Adrao, un preso recién fugado del penal de Sintra que se ha colado en uno de los barcos portugueses en Lisboa, descubrirá durante el viaje por mar el destino de esa flota y tendrá que tomar partido, como un soldado más, de la toma de Ceuta. Por el bando meriní, Daima, una mujer que será testigo de la batalla y saqueo de la ciudad. Ambos personajes no van a desempeñar roles pasivos en la historia, sino que serán los elementos sobre los que discurrirá la tensión dramática del argumento. Como telón de fondo, los hechos rigurosamente históricos se irán sucediendo. Así pues presenciaremos como las figuras poderosas, el rey Juan I de Portugal, los infantes Eduardo, Pedro y Enrique, y el primer gobernador de Ceuta, Pedro de Meneses, interactúan en este acto bélico en el que consiste una conquista a sangre y fuego, mientras que los peones – soldados y victimas del asalto – asumen las consecuencias de las decisiones de los poderosos.
Gutiérrez, que ha contado con el asesoramiento histórico de Gabriel Mª Hernández Ahumada, del Instituto de Estudios Ceutíes, teje un guion con dos elementos esenciales para que el relato funcione: rigor histórico y ausencia de épica. No estamos ante un mito contado, sino ante unos hechos que realmente ocurrieron, en los que prevalecen unas causas militares y políticas, las acordes con los estados europeos que iniciaron el colonialismo y su expansión más allá del viejo continente en el siglo XV. Todo ello redunda en un relato válido para indagar sobre la historia de una de las dos ciudades españolas del África continental y no exime al tebeo de contar con una tensión dramática perfectamente orquestada con los personajes de ficción que lo protagonizan.
El arte de Kepa De Orbe, en su primer trabajo en un cómic tras experiencias como ilustrador de materiales didácticos, nos pone de relieve el debut de un artista que atrae visualmente con un estilo propio , tanto en forma como en fondo, que si bien se percibe cierto clasicismo en algunas composiciones de página también se aprecian resoluciones gráficas muy refrescantes. Sirva de ejemplo la primera página de la obra. También cabe destacar la portada de la obra, donde De Orbe ha homenajeado uno de los azulejos más icónicos de Jorge Colaço, que se puede contemplar en la estación de Sao Bento de Oporto. En este caso, además de Enrique el Navegante, De Orbe incluye en el dibujo a Adrao y a Daima.
El volumen, de 62 páginas en formato álbum europeo se acompaña de sendos apéndices. El primero a cargo de Manuel Gutiérrez, donde nos desglosará las perlas históricas que encierran las viñetas del cómic; y el segundo a cargo de Gabriel Mª Hernández, que nos aportará una breve crónica de la Ceuta portuguesa hasta 1668, año en que la ciudad pasa a ser española.
Por todo ello, estamos en ante un volumen que aúna tanto historia como ficción y que es plenamente disfrutable desde ambas ópticas. Cierto es que tras su lectura muchos de los lectores querrán saber más sobre esa Ceuta que pasó a ser una ciudad europea tras el 21 de agosto de 1415. Esa es la finalidad de colección “Historia de España en Viñetas” de Cascaborra Ediciones, que sigue aunando buenos relatos bélicos con pedazos de la historia de España . Y “1415: Ceuta. La Llave de África” es un buen exponente de ello. Un relato sobrio y bien estructurado que recupera y pone de relieve el origen de Ceuta como ciudad perteneciente políticamente a la península ibérica, primero a Portugal y desde 1668 a España, y uno de los primeros pasos de la expansión de la Europa colonialista del siglo XV.