El paso del tiempo es irremediable y no hay descanso, como en un partido de Roller Derby, ese deporte en el que la estrategia, el trabajo en equipo, velocidad y contacto físico están presentes. Donde los golpes duelen, pero la adrenalina estimula a la jugadora… y hay que continuar. Ni puedes parar para celebrar en exceso una Jam – o carrera – ni puedes detener el tiempo para quejarte de un golpe, como en muchos de los aspectos de la vida y algunas de las fases en el camino hacia la madurez de una persona.
De esta manera, la vida continuó para Jennifer Chu y Massie Huff, las protagonistas del primer volumen de Slam!. Tras ese final redondo que supuso el cierre argumental del primer arco – del cual nos cuidamos mucho de revelar nada al respecto – Jennifer y Massie han de seguir viviendo haciendo frente a las consecuencias, tanto físicas como sociales en sus respectivos equipos, de las decisiones y acciones que tomaron en el anterior volumen de esta obra. Todo sigue y todo tiene consecuencias.
Ese es el punto de partida de “Slam! The Next Jam” de Pamela Ribon, Marina Julia y Brittany Peer, segundo y por el momento último arco argumental de las vivencias de Jennifer y Massie, esas dos veinteañeras que cimentaron una amistad cuando se conocieron en el equipo de East Side Roller Girls, y que se mantiene cuando Jennifer desembarcó en las Pushy Riots y Massie en las Meteor Fights. Sin duda, desde aquel entonces ellas han evolucionado como personas y ello se refleja en su día a día y en esta siguiente carrera (“next jam”).
Pamela Ribon – guionista de films como “Vaiana” o “Ralph rompe Internet” y autora del best seller de Barbie “I can be a computer engineer” – sigue construyendo una excelente “slice of life” de este par de veinteañeras, con sus relaciones y vivencias fluyendo de forma natural mientras las lesiones y otras consecuencias del primer volumen se muestran y se alivian. Cabe destacar el acierto de incluir un nuevo personaje en la trama, como es el de la abuela de Jennifer, un personaje que servirá de apoyo a su nieta con sus consejos y que brilla por la naturalidad con que muestra la guionista esta relación familiar. También cabe destacar la naturalidad que muestran las jugadoras de roller derby ante los intentos de atraer más público a los partidos utilizando carteles más sexualizados, hecho que indigna a las jugadoras. Son dos ejemplos de que esta guionista sabe integrar varios elementos en la trama y que funcionen de forma muy orgánica.
Quien lo tiene más difícil es Marina Julia, encargada de hacerse con el dibujo de la serie tras la magnífica Veronica Fish, que en este arco solo pudo hacerse cargo de las portadas principales de la serie. Es obvio que las comparaciones, siempre odiosas, van a estar ahí desde la primera página y Julia tiene un estilo propio muy diferente al de Fish. Y lejos de amoldarse o emular el estilo de dibujo previo, Marina Julia hace suyos los personajes y el tono llevándolos a su particular trazo, ese que le ha ganado el reconocimiento con obras como “Lumberjanes”, “Hora de Aventuras” o “Stardust & Feathers”. Y funciona. No es una solución gráfica continuista pero tiene suficiente entidad como para dotar de empaque a esta historia. El color marcadamente pop de Brittanny Peer sigue presente, sustituida por Marissa Louise en la primera entrega del arco argumental. Aunque haya una voluntad de unicidad cromática, esta queda diluida por dos estilos muy personales de dibujo en cada tomo. No obstante, no hay que negar que al dibujo de Julia le va bien la luminosidad de los colores de Peer.
Al igual que la edición en TPB para el mercado anglosajón de Boom! Studios , el volumen que ha editado Fandogamia recoge las cuatro grapas que comprenden este arco argumental en una excelente relación calidad precio, incluyendo además todas las magníficas portadas principales de Veronica Fish y las variantes a cargo de Jen Bartel, Meredith Gran y Kat Leyh. Con este volumen, por el momento, se cierra este “slice of life” que supone Slam. Una serie que, aunque tenga un público objetivo muy definido, sigue siendo perfectamente disfrutable por lectores de cualquier edad por el oficio mostrado por los integrantes de su equipo artístico.