
¿Qué sucedería si, toda aquella fantasía que alimentó páginas baratas a comienzos del siglo XX fuera en realidad el testimonio de otro mundo tan tangible como el que habitamos cada día? Esa es una de las premisas de las que parte “Helen de Wyndhorn” (“Helen of Wyndhorn”), el último cómic de Tom King, Bilquis Evely y Matheus Lopes, editado en castellano por Norma Editorial.
Digo una porque este cómic es mucho más que eso. Aún con un resultado global irregular, los elementos con los que construye Tom King (“Batman”, “La Visión”, “Mister Miracle”, «Strange Adventures«, «El Sheriff de Babilonia» o, entre otros, “Rebelión Animal”) son lo suficientemente interesantes para presentar un relato solvente. Uno que, como bien se indica en la contraportada del volumen, tiene un pie en la Espada y Brujería de Robert E. Howard y otro en el célebre “Mago de Oz” de L. Frank Baum. Pero aquí hay mucho más que esos parámetros. Muchos de ellos se encarnan en la protagonista, Helen Cole , la hija de un afamado escritor de fantasía de Pulp que se suicidó y que su abuelo, a través de una institutriz contratada al efecto, se encargará de cuidar a esa nieta anclada en el desasosiego de un luto combatido con alcohol.

La solución será volver a la mansión familiar, donde Helen descubrirá que la fantasía que escribía su padre es real: un mundo al que su abuelo suele hacer incursiones con regularidad, como una suerte de héroe bárbaro con lazos en ambos mundos. A partir de ahí, el homenaje implícito a la fantasía Pulp y gótica se torna evidente, mientras los ecos de Robert E. Howard y L. Frank Baum planean el ambiente. De fondo una historia existencial, de encontrarse y reencontrarse. De descubrirse y reconocerse ante el entorno cercano, aunque sea fantástico. Donde lo onírico y lo racional confluyen en viñetas cargadas de simbolismo.
Viñetas perfectamente ejecutadas por Bilquis Evely, que consigue el tono estético perfecto para maximizar cada página. La artista brasileña dota de un halo gótico a esa fantasía propia de la fantasía antiguamente impresa en papel barato, mientras que “la realidad” tiene ese punto de principios de siglo XX tan exquisito como decadente, a la par que bello. Junto a ello, Matheus Lopes baña el relato de tonos que potencian tanto lo onírico como lo melancólico o existencial, pues de todo esto hay en esta propuesta. Donde además, el sentido de lo fantástico y su legado, es un elemento inherente a lo narrado. Un subtexto que enriquece cada parte del tebeo.

Sin duda, “Helen de Wyndhorn” es un tebeo ambicioso. Tanto por los temas que aglutina y expone como por como los trata. Sin buscar lo fácil ni en su desarrollo ni en su desenlace, se convierte en una original propuesta, que si bien no es redonda, si es estimulante. Pues estas páginas en ocasiones sugieren más que muestran, aún con la claridad grafica que tiene el estilo de Bilquis Evely. Proponiendo referencias contextuales y culturales que enriquecen lo contado y lo eleva a esa zona donde, aun con imperfecciones, se puede encontrar lo original. Lo no transitado, lo inexplorado. Es ahí donde reside su fuerza y razón de ser.
Recién editado por Norma en un volumen de 176 páginas en cartoné, con traducción de Uriel López, “Helen de Wyndhorn” contiene las seis grapas de la serie editadas en Estados Unidos por Dark Horse. Como suele ser habitual en este tipo de ediciones, los extras contienen la reproducción de todas las portadas de la edición estadounidense, a cargo de Walter Simonson, Greg Smallwood Clay Mann, Elsa Charretier, Tula Lotay, Massimo Cavernale, Fábio Moon, Gabriel Hernández Walta, Jill Thompson y las propias Bilquis Evely y Matheus Lopes.

Cierra el volumen un dossier de bocetos de Bilquis Evely que, aunque sea escaso en páginas, es un deleite gráfico para quien haya disfrutado del relato. Uno que, como digo, no es perfecto, pero si estimulante, por donde nos lleva las entrañas del mismo. Un lugar metafórico al que igual conviene volver en relecturas posteriores. Ese es el efecto que tiene este tebeo existencial envuelto en espada y brujería. Donde el sentido y el legado de la fantasía popular son elementos inherentes a su trama. Donde no hay caminos fáciles, pero si sensaciones y simbología. Donde, con sus luces y sombras, lo que más brilla de “Helen de Wyndhorn” es la frescura de su planteamiento, mucho más audaz que el mero escapismo.
