Dentro de los gloriosos “campos de combate” (“Battlefields”), que labró Garth Ennis para Dynamite entertaiment, y que Aleta nos ha traído completa en una serie de tomos que engloban cada una de las ocho miniseries o arcos argumentales, destacan por méritos propios “Querido Billy”, la saga de la teniente Anna Kharkova y la saga de los Tanquistas. Siendo esta última un rotundo homenaje a los tanquistas británicos, parafraseando al propio Ennis, “en todas las batallas, en todas las colinas” de los conflictos bélicos del siglo XX.

Unos tanquistas que no son posibles entender sin el gran Carlos Ezquerra (12 de noviembre de 1947-1 de octubre de 2018), el creador gráfico de Juez Dredd y Perro de Estroncio. El más internacional de los dibujantes aragoneses del siglo XX dibujó los tres arcos argumentales que componen la saga: “Los Tanquistas” (“Battlefields: The Tankies”), La luciérnaga y su majestad (“Battlefields: The Firefly And His Majesty”) y «Por verdes praderas» («Battlefields: The Green Fields Beyond»), en unas páginas soberbias que entinó Héctor Ezquerra y puso color Tony Aviña.

Hoy nos centraremos en el último de estos tres arcos: “Battlefields: Por verdes praderas”, que Dynamite Entertaiment publicó en una serie limitada de tres grapas con fechas de portada entre noviembre de 2012 y enero de 2013, para más tarde compilarlas en el séptimo TPB de la cabecera, y que Aleta se encargó de materializar en castellano en la primavera de 2022, con traducción de Alberto Díaz.

“Por verdes praderas” nos sitúa en plena Guerra de Corea en 1951. Aquí nos volveremos a encontrar con el sargento Stiles, ya convertido en veterano de la Segunda Guerra Mundial, pero manteniéndose en activo en el primer conflicto de la Guerra Fría. En su memoria se amontonan los recuerdos y remordimientos por hechos pasados. Sin embargo, el sigue adelante, habiéndose alistado voluntario para el nuevo conflicto, pues, como el mismo dice: “asuntos inacabaos”.

Entre esos asuntos, se va a encontrar será una de las ofensivas más letales y temerarias que llevaron a cabo el ejercito de Corea del Norte, al que las tropas británicas hicieron frente con un alto coste humano. Nos referimos a la Batalla del rio Imjin y la dura defensa de la colina 235, donde el Primer Batallón del Regimiento de Gloucestershire (“los gloriosos Glosters”) resistieron estoicamente. Aguantando hasta el final frente a un enemigo que le superaba ampliamente en número, su resistencia a mantener la posición cobró un alto y mortal precio entre sus filas. Esos son los hechos reales con los que Ennis traza un relato bastante preciso que parte de lo ocurrido, ofreciendo una ventana a esa dura batalla acaecida en Corea y en cuya colina, en el pie junto al lago Seolmacheon se ubica el momunmento al Regimiento de Gloucestershire y la Tropa C, 170.a Batería de Mortero. Artillería Real: justo en el lugar donde estaba su campamento militar.

En estas páginas se recuerda el infierno que se vivió ahí, que Carlos Ezquerra capturó en viñetas precisas, llevándonos a la crudeza de esos bélicos días. Retratando de forma certera tanto la pesadumbre interna del sargento y las relaciones entre mandos y tropa; como el infierno de una de las más duras batallas de la Guerra de Corea.

Todo eso es lo que está sembrado en “Battlefields: Por verdes Praderas”, en las 80 páginas editadas en rústica por Aleta, que incluye las reproducciones a página completa de las portadas realizadas para la edición estadounidense en grapa, a cargo de Garry Leach y el propio Carlos Ezquerra, destacando la del #3, que es un homenaje al clásico magacine «Battle«. Un relato tan sobrio en recorrido como impactante por lo que encierra en su desarrollo. De una pieza, solido y robusto, con sensación de peligro real, con sabor a testimonio. También a homenaje a quien se jugó el todo por el todo en aquella colina 235. Pues lo que ocurrió ahí, como bien indica Ennis en uno de los textos que acompaña al cómic, es material para la leyenda.