Justicia y Dignidad: Retrato de Realidad y Esperanza

Me han violado, ¿lo entiende?

La Revolución Egipcia de 2011 fue un evento crucial en la historia moderna de Egipto y de todo el mundo árabe. Fue un movimiento popular que derrocó al régimen autoritario del presidente Hosni Mubarak y desencadenó una serie de cambios políticos, sociales y culturales en el país. Uno de los aspectos importantes de esta revolución fue su impacto en el papel y los derechos de las mujeres egipcias. En “Justicia y Dignidad”(“Doigts d´honneur”), de Sébastien Lagarrigue («Blast») y Ferenc Molnar, veremos cómo los autores usan una investigación sobre el sufrimiento de Azza Suleiman (detenida por denunciar ciertas practicas policiales), para dar vida a Layla, la protagonista de este relato.

Egipto ha sido históricamente una sociedad patriarcal, donde el papel de las mujeres ha estado tradicionalmente definido por normas sociales y culturales arraigadas. Aunque las mujeres egipcias han tenido acceso a la educación y han participado en la vida pública en cierta medida a lo largo de la historia, han enfrentado numerosas formas de discriminación y desigualdad de género. Durante el régimen de Hosni Mubarak, que se extendió desde 1981 hasta 2011, las mujeres en Egipto enfrentaron una serie de desafíos en varios aspectos de sus vidas. A pesar de los avances en la educación y la participación política, las leyes y prácticas discriminatorias limitaban los derechos de las mujeres en áreas como el matrimonio, el divorcio, la herencia y la violencia doméstica. Éste, junto a otros muchos motivos nos llevan a los levantamientos populares masivos que estallaron el 25 de enero de 2011, inspirado en parte por los movimientos de protesta en Túnez que derrocaron al presidente Zine El Abidine Ben Ali. Estuvieron impulsadas por una combinación de factores, que incluyen la corrupción, la represión política, el desempleo y la falta de libertades civiles. Las mujeres egipcias desempeñaron un papel muy importante en las protestas que llevaron al derrocamiento de Mubarak. Participaron en marchas, ocuparon plazas públicas y exigieron un cambio político y social. Su participación desafió las percepciones convencionales sobre el papel de las mujeres en la esfera pública y subrayó su determinación para lograr un cambio en la sociedad egipcia.

Si bien la Revolución Egipcia de 2011 representó un momento de esperanza y cambio, también fue seguida por desafíos para las mujeres en el país. A medida que Egipto transitaba hacia la transición política, surgieron tensiones y conflictos que afectaron negativamente los derechos de las mujeres y su participación en la esfera pública. Uno de los principales desafíos que enfrentaron las mujeres egipcias después de la revolución fue el aumento de la violencia de género y la discriminación en diversas formas. Se informaron casos de acoso sexual durante las protestas y se documentaron ataques, en concreto violaciones, contra mujeres activistas y defensoras de los derechos humanos. Además, la inestabilidad política y la falta de seguridad alimentaron un clima de temor y ansiedad entre las mujeres, lo que dificultó su participación activa en la vida pública y política del país. También se enfrentaron a obstáculos institucionales y culturales que limitaban su acceso a la educación, el empleo y la atención médica. A pesar de estos desafíos, las mujeres egipcias también lograron importantes avances en la lucha por la igualdad de género y la justicia social. La revolución generó un renovado activismo entre las mujeres y dio lugar a la formación de organizaciones y movimientos feministas que abogaban por sus derechos y su participación en la vida del país. A medida que Egipto continuaba su proceso de transición política y social después de la revolución, surgieron debates y discusiones sobre el papel de las mujeres en la sociedad y el camino hacia la igualdad de género. Se hicieron textos para reformar las leyes discriminatorias y adoptar medidas para proteger los derechos de las mujeres y combatir la violencia de género. Además, se llevaron a cabo esfuerzos para reformar las leyes relacionadas con el matrimonio, el divorcio, la custodia de los hijos y la herencia, con el objetivo de garantizar la igualdad de derechos para las mujeres en todas las esferas de la vida. Estos esfuerzos reflejaron un compromiso renovado con los principios de justicia, igualdad y derechos humanos en el nuevo Egipto.

De todo eso se gesta la trama del cómic, que nos sitúa en junio de 2013. Las calles de El Cairo retumbaron con el eco de la revolución. Dos años habían transcurrido desde que las multitudes derribaron el régimen de Mubarak. Ahora, el clamor de la gente exigía la partida de Mohamed Morsi, el presidente recién elegido. En medio de este torbellino político, Layla, una estudiante cansada de la agitación constante, anhelaba solo terminar sus estudios. Sin embargo, su amigo de infancia, Asim, obsesionado con la política, le insta a unirse a las protestas en la plaza Tahrir. A regañadientes, Layla cedió ante la presión y se dejó envolver por el aura de libertad y solidaridad que parecía envolver a los manifestantes. Lo que Layla no sabía era que la plaza Tahrir, símbolo de la lucha por la libertad, se convertiría en el escenario de un acoso brutal hacia las mujeres. La investigación sobre el martirio de Azza Suleiman, golpeada por soldados egipcios en diciembre de 2011, despertó la conciencia de Layla y de muchos otros.

Los autores decidieron que Layla fuera la voz de esas mujeres, una representación simbólica de las egipcias en su búsqueda incansable de igualdad y justicia. Las pesquisas revelaron una realidad alarmante: el acoso sexual se manifestaba de formas diversas y escalofriantes en la sociedad egipcia. Desde los ataques a mujeres en la plaza Tahrir hasta las pruebas de virginidad impuestas por el ejército en marzo de 2011, todas eran expresiones de una opresión arraigada en la cultura y las instituciones del país. En el corazón de un Egipto en reconstrucción, donde el honor era un concepto omnipresente, las mujeres luchaban por abrirse paso y reclamar sus derechos fundamentales. En medio del caos y la incertidumbre, sus voces resonaban con fuerza, desafiando las normas y tradiciones que las mantenían oprimidas. La historia de Layla y de tantas mujeres egipcias era un recordatorio poderoso de la resistencia humana y la búsqueda incesante de un mundo más justo y equitativo. En un país donde la revolución parecía interminable, su lucha silenciosa era una luz de esperanza, una promesa de un futuro donde todas las voces, sin importar el género, fueran escuchadas y respetadas.

La edición original de esta obra se publicó en Francia por La Boîte à Bulles. Y ahora, gracias a Desfiladero Ediciones tenemos disponible esta dura historia en castellano. En un formato con 112 páginas y diseñado en rustica con solapas. Hay que destacar que gracias a la colaboración de Amnistía Internacional esta edición en castellano vió la luz. Una obra que ha cosechado varios premios en reconocimiento a esta historia entre los que se cuentan: Premio Melouah-Moliterni, Premio Charles-Henry Salin al mejor reportaje en comic sobre los derechos humanos y estuvo en la selección oficial Premio Tournesol del Festival de la Bande Dessinée d’Angoulême. A través de sus páginas, «Justicia y Dignidad« nos recuerda la urgente necesidad de erradicar la violencia y el abuso contra las mujeres en todas sus formas. Nos insta a trabajar juntos para crear un mundo donde Layla, Azza, Samira y todas las mujeres puedan vivir con seguridad, respeto y dignidad. Que su valentía y su lucha nos inspiren a todos a levantarnos y asegurarnos de que nunca más se repitan los horrores que han enfrentado estas mujeres. Que su legado sea una llamada a la acción, una promesa de un futuro más justo y equitativo para todos y todas.

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