
El 2019 trajo por estos lares “El Club de las Chicas Malas”, revelando a Ryan Heshka como un tipo a la pista. Un tebeo tan irreverente como gráficamente magnético que sedujo tanto por lo formal como por el trasfondo de referencias que el autor canadiense manejaba con solvente efectividad. Puro rock roll en viñetas, donde ética y estética convivían en orgánica armonía entre tonos rosa, blanco y negro.
Desde entonces, y con la excepción de “Antes del Amanecer” en 2020, una suerte de precuela de “El Club”, no había habido más tebeos de Heshka por estos lares. Hasta ahora, que Autsaider comics acaba de editar en castellano “Señora Batracio” (“Frog Wife”), una autentica golosina de Pop Art de 16 páginas, con las abundantes dosis de irreverencia y seducción gráfica que suelen destilar los trabajos de Heshka.

En esta ocasión la paleta de colores de amplía para mostrarnos un relato que se apoya en la tradición de la serie B y que no esconde algún que otro elemento de crítica a las buenas formas que imperan en lo que se entiende como “sociedad bien pensante”. Una mujer de clase media, dedicada a “sus labores”, va a experimentar una transformación. Y no solo por lo que vaya a cambiar su vida conyugal, sino por la mutación física que va sufrir. Una metamorfosis que va a llevar el concepto de “Mujer fatal” al límite.
Entre el delirio y lo fascinante navega esta “Señora Batracio”, en unas páginas bañadas de colores tan imposibles como “radiactivos”, que potencian más si cabe el fino trazo de Heshka, metiéndonos de lleno en el lisérgico viaje que supone este tebeo. De fondo, y como motor creativo, esa década de los cincuenta del siglo XX, tan idealizada en Norteamérica como la verdadera década prodigiosa y tan cuidadosa en las formas y convenciones sociales. Como no podía ser de otra manera (y con esa década como referencia y contexto), el peligro nuclear impregna las páginas del tebeo para llevarnos por el particular empoderamiento que experimenta Lily para devenir en la Señora Batracio, toda una “Glam-fibia”.

La cuidada edición española de “Señora Batracio» ha contado con la traducción de Ata Lasalle y una rotulación (interior del propio Ata y la de cubiertas a cargo de Nono) espléndida que mantiene la estética (y ética) del cómic. Un tebeo que se mueve entre lo pop y lo grotesco, siempre surrealista. Siempre acertado. Heshka vuelve a sorprender, a divertir con esta obra, donde el ideal de la perfecta ama de casa norteamericana queda pervertido en Technicolor, donde el empoderamiento es mutante. Un tebeo que se alimenta de los estereotipos de los dorados años cincuenta para llevarlos a pastos transgresores, divertidos, mutantes y excitantes. Una golosina lisérgica de arte pop, en definitiva. Puro rock’n roll. Con irreverencia y actitud. A raudales.
