En el noveno arte un antes y un después viene marcado por la eclosión de los comix underground durante aquel cambio de década donde los ´60 dieron paso a los ´70. Como un elemento más de aquel movimiento contracultural, los nuevos bríos y enfoques llegaron a las viñetas, trayendo consigo fructíferos trabajos que ahondaban en temáticas nunca antes vistas en cómics. El medio así evolucionaba y demostraba, desde la independencia, que podía ahondar por otros caminos más allá del mero escapismo o dirigidos al público infantil. Esto, a día de hoy asumido, supuso un revulsivo frente a lo políticamente correcto: un soplo de frescura por las temáticas tratadas, alejadas de lo tradicional y opuestos a cualquier imposición conservadora. Entre la música, las protestas estudiantiles por defender derechos civiles u oponerse a la guerra de Vietnam, la irrupción de drogas alucinógenas como elemento cultural generacional, las comunas hippies y las influencias de las filosofías orientales se creó un espacio donde Robert Crumb, Richard Corben , S. Clay Wilson, Gilbert Shelton, Rick Griffin, Víctor Moscoso, , Dave Sheridan, «Spain» Rodríguez, Frank Stack, Art Spiegelman y Skip Williamson comenzaron a dejar huella en tebeos que, si bien escandalizaron en un primer momento, ya son clásicos de este medio de expresión y ejemplo de evolución del propio medio.

En ese movimiento se encuentra la autora que nos ocupa hoy: Aline Kominsky-Crumb (Long Island, 1 de agosto de 1948-Francia, 29 de noviembre de 2022). Una de las pioneras del cómic underground, cuyo legado llega hasta hoy en día. Baste para comprobarlo la reciente antología que recientemente ha publicado Reservoir Books en castellano: “Querido Callo” (“Love Than Bunch”), compilando un torrente de historias donde Aline nos cuenta su vida a través de los años vividos al instante y la perspectiva de la urgencia. Con un tono tan irreverente como confesional.

Está antología, tan completa como necesaria funciona sin ninguna cortapisa, yendo al asunto de la forma más directa. De hecho, la transgresión de Kominsky es multidireccional. En primer lugar, por ser de las primeras autoras en abordar temas considerados tabús en sus cómics, y hacerlo con una voz confesional, exponiendo su vida en viñetas. En segundo lugar, al ser mujer en aquel tiempo el efecto de su transgresión fue mayor dados los valores sociales imperantes. No solo ante la parte conservadora de la sociedad, sino también ante una parte del feminismo que nunca entendió sus preferencias sexuales, que exponía libremente en sus historietas. Porque Kominsky poseía esa honestidad brutal para verter en sus viñetas lo más intimo de su ser. Pero no solo lo placentero, también el dolor está presente en muchas de sus historias, siempre personificándose en su alter ego: “el callo”, vehículo cómico y confesional que sirvió a autora para trazar uno de los primeros cómics autobiográficos de la historia.

A través de esta compilación vemos la evolución de su trabajo en solitario. De fondo un retrato, el de Kominsky, de modo tan vital como confesional. Su vida en toda su extensión, desde la infancia a la pubertad, también su madurez y vejez. Como secundarios, familia, amigos y amantes, incluida su pareja, el genial Robert Crumb. Todos ellos al servicio de esa voz tan vivencial como certera, la de Aline. A través de viñetas que funcionan, permítaseme la licencia, como una buena canción de Lou Reed, que cuando oyes su voz es como si un colega te susurrara al oído algo importante. Esa es la fuerza que te encuentras en este cómic, que te atrapa sin pedir permiso ni tomar prisioneros.

Píldoras de vida trazadas desde la urgencia de su trazo irregular, pero cargadas de certera verdad. Tanto en lo plástico como en lo literario, pues ambas facetas van en consonancia en los tebeos de Aline Kominsky-Crumb: descarnados y veraces, construyen desde sus vivencias un tebeo que huye del estereotipo de lo esperable o aceptable y nos revela a una mujer poliédrica que muestra sin tapujos lo que muchas personas reservan para la intimidad. Con ese material Komisky-Crumb realizó verdadera alquimia: relatos plagados de verdad literaria, de los que dejan poso y huella.

Irreverente y lucida, la huella de Aline Kominsky-Crumb se puede rastrear en muchos autores posteriores a ella. Parte de ese germen lo encontramos en “Querido Callo”, editado originariamente en inglés por Drawn and Quarterly en 2018 y que Reservoir Books ha tenido a bien materializarlo en castellano recientemente, en una cuidad edición en cartoné de 216 páginas que viene acompañada del acertado artículo de Hillary Chute que cierra el volumen. En la portada se pueden encontrar las siguientes palabras: “Comida. Sexo. Muerte. Felicidad. Amor. Dolor.” Quizá falte la más importante, la que engloba y resume mejor lo que contiene esta obra: Vida. Pues estas viñetas tan irregulares como certeras la poseen a raudales. De forma cruda y confesional. Con resultandos brutalmente honestos.