
La partida por el mundo que supuso la Guerra fría dejó a su paso muchos daños colaterales. Muchos países se tomaron como tablero de juego entre las dos potencias surgidas tras la Segunda Guerra Mundial: Estados Unidos y la Unión Soviética. Como peones de un juego que superaba sus fronteras se encontraron muchos de los ciudadanos de aquellos países, que sirvieron de escenario de esas guerras. Víctimas de la geopolítica, sufrieron en sus carnes la barbarie de esos conflictos. Muchos huyeron. Otros murieron. Como ocurrió en la guerra de Corea entre 1950 y 1953. Uno de los primeros escenarios de la Guerra Fría.
La península de Corea quedó, tras liberarse del yugo japonés al finalizar la Segunda Guerra Mundial, como primera pieza de tablero a disputar entre las dos potencias. En primera línea, aquellas dos estados impuestos en 1945 Estados Unidos y la Unión Soviética: la República de Corea (Corea del Sur) y la República Popular de Corea (o Corea del Norte). El meridiano 38 separaba esos estados que quedaron en la órbita de cada bloque. Dos mundos antagónicos (capitalista y comunista), que en origen era un mismo país, quedaron conformados y no pasó mucho tiempo para que las tensiones pasaran a ser incursiones militares, hasta llegar a una guerra abierta. Una guerra fratricida que dejó tras su paso en torno a tres millones de civiles muertos. Uno de los conflictos más sanguinarios de la historia, en el que muchos coreanos del norte huyeron y muchas familias quedaron separadas por el meridiano 38.

Ese es el punto de arranque del nuevo cómic de Keum Suk Gendry-Kim: “La Espera” («기다림») / “The Waiting” / “L’attente”). Un tebeo que nos cuenta las consecuencias de aquella separación forzosa que sufrieron familias coreanas a raíz de la guerra de Corea. A partir de testimonios familiares directos, de su propia madre, y otros cercanos, Keum Suk Gendry-Kim construye una ficción , ampliamente documentada en hechos reales, para sintetizar lo que supusieron esos años en todas aquellas familias a las que la guerra separó casi de por vida. Una opción, la de ficcionar este relato de vidas reales, tomada con prudente sentido común: para evitar que el régimen de Pyongyang tomara represalias contra familiares residentes en Corea del Norte.
Así nace esta obra, que ahonda en otra de las tragedias coreanas del siglo XX. Una obra que nos lleva a conocer a través de Gwija (personaje ficticio): una anciana de 92 años de Corea Norte, que lleva años esperando poder reencontrarse con su hijo perdido en la huida de Corea del Norte en 1950. Que anhela poder entrar en el cupo que permite a unos pocos coreanos del Sur ir al encuentro (de forma muy reglamentada y vigilada) de familiares del norte.

Gwija sirve de vehículo a Keum Suk Gendry-Kim para mostrar la historia de un país y lo vivido desde 1930 hasta la actualidad. También Gwika es el catalizador de la memoria de todos aquellos que perdieron a alguien al otro lado del meridiano 38 y tuvieron que seguir adelante. No es una persona real, pero es un personaje construido a través de muchos aquellos que sufrieron esta tragedia. Simbolizada en el meridiano 38: como una herida no cicatrizada en medio de la península de Corea.
Al igual que en “Hierba”, Keum Suk Gendry-Kim, mantiene un tono sobrio en lo contado. Sin estridencias, apelando a lo vivencial y sin excesos violentos. Como en su anterior obra, la violencia se siente, no se muestra de forma gratuita y explícita, dejando al lector ese espacio para que sienta ese dolor. Pues estamos ante un tebeo intimista, que a partir de una historia sintetiza lo sufrido por muchos. De forma respetuosa y sobria, sin aditivos de ninguna clase. Y ese es el tono que refuerza lo vertido en “La Espera”.

En idéntico sentido, el estilo gráfico de Keum Suk Gendry-Kim, con elementos tanto del tebeo europeo como del cómic asiático, construye unas páginas en las que la sobriedad formal son el marco donde germina esta historia dura como la vida real e íntima como una confesión. Páginas en las que, nos lleva de la realidad pura a la angustia que supone la pérdida, mediante unas acertadas composiciones en las que las masas de tinta negra sirven para crear dibujos más abstractos que capturan esa desazón. Transmitiendo en todo caso lo que supuso vivir aquello y cargarlo de por vida. Un recurso que, como digo, se utiliza con la mesura necesaria para que así, cuando aparece, consigue un mayor efecto.
Editado en Estados Unidos por Drawn & Quarterly (“The Waiting”) y en Francia por Futuropolis (“L’ attente«), es Reservoir Books quien se ha encargado de editar esta obra en España. 256 páginas que sintetizan el resumen de esas vidas de miles de coreanos, que dejaron a sus familiares detrás del meridiano 38. De esos traumas provocados por la guerra, no resueltos y que van a lomos de quien ya aprendido a vivir con ellos. De vidas convertidas en “esperas”, anhelando un reencuentro que puede que no se produzca. En todo caso, “La Espera”, se erige como un tebeo necesario, de testimonios hechos viñeta que conviene no olvidar.
