El Perro de la vecina: Mágica cotidianeidad

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Esos barrios residenciales son el caldo de cultivo para historias tan sorprendentes como interesantes. Barrios como el que nos encontramos en “El perro de la vecina” (“Le chien de la voisine”), el tebeo que nos ocupa hoy, obra de Sébastien Lumineau, que sirve como tarjeta de presentación de este autor independiente a este lado de los Pirineos, cortesía de Fulgencio Pimentel.


Una tarjeta de presentación que parte de lo cotidiano para llevarnos a ese caldo de cultivo donde se tejen esos relatos que, mediante sutilezas, van atrapando al lector. El punto de partida no puede ser más sencillo: hay un perro en el vecindario que tiene aterrorizada a la chavalada. Si bien cuando la mascota está en su casa tiene un comportamiento más que aceptable, cuando sale a la calle hace temblar a cualquiera que se cruce con él. “El perro de la vecina” es el enemigo número uno de la comunidad y su vecino más próximo, harto de los disgustos que se lleva su hijo, va a poner los puntos sobre las íes hablando con su dueña…. Pero su dueña es magnéticamente atractiva.

El Perro de la Vecina texto 02


Ese es el punto de partida de este relato, publicado originariamente en el fanzine Chez Jérôme Comix entre los años 2000 y 2002; y posteriormente en los tomos “Le chien de la voisine” y “Le retour du chien de la voisine” editados por Les Taupes de L’espace en 2002 y 2005. Estamos ante una obra que nos mete de lleno en esa cotidianeidad de cualquier suburbio, la que viven sus vecinos, con su aburrimiento existencialista, frustraciones de mediana edad y deseos de escapar de una vida tan cómoda como previsible. Todo ello Lumineau lo vierte en estas páginas, con una carga de sutilezas dibujadas con un trazo ligero de efectivos resultados. Una narración, en definitiva, plagada de delicados sobreentendidos y de lugares comunes donde Lumineau aprovecha para dar un paso más.

Bajo esas coordenadas sensibles trascurre esta obra: unos parámetros que se centran en los sentidos, usando los hechos como vehículo para expresar algo más íntimo y a la vez universal. De trazo sencillo, el lápiz de Lumineau construye viñetas livianas que esconden la poética de lo inmediato y la profundidad de lo íntimo, llevando en ocasiones al lector a la comedia, otras al absurdo, pero “tocando hueso” en todo momento.

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Así una premisa a priori convencional deviene en un tebeo único, de los que merece degustarse con tiempo necesario. Pues a pesar de constar con solo con 120 páginas, en la aparente ligereza de “El perro de la Vecina” se esconden notables cargas de profundidad creativas, radiografiando a seres humanos que apenas salen de su acomodada zona de confort llena de vacío existencial. Quizá por tebeos como éste, Sébastien Lumineau sea uno de los referentes de la bande dessinée independiente, esa que apuesta por la periferia en lugar de ir al foco principal. Esa que obtiene propuestas frescas lejos de lugares comunes. Como esas comedias, que huyen de la risa fácil pero que consiguen mediante ingenio que no dejes de sonreir mientras las recorres.

En consonancia con el delicado material que atesora, Fulgencio Pimentel ha llevado a cabo una edición en cartoné cuidada al extremo, con apariencia de novela clásica en cuanto a formato y dimensiones, pero escondiendo en su interior un hábil retrato plagado de sutiles verdades… tan certeras como el sencillo trazo con que Lumineau construye sus viñetas, donde menos no es que sea más, sino que es mejor.

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