Dulce de Leche: crudo y oculto deseo

Dulce de Leche Texto 1

¿Qué es lo que oculta el deseo? ¿En que parámetros se mueven las pulsiones más íntimas? ¿Acaso están lejanas de las tendencias estéticas impuestas por la publicidad mainstream? Quizá estén más allá de lo socialmente aceptado como canon de belleza. Quizá responda al interior de cada ser humano, de las diferentes maneras de sentir ante un mismo estímulo. ¿Qué es lo que alimenta el instinto? ¿Qué aviva el morbo? ¿Qué es lo que excita el alma para llevarla al éxtasis carnal?

Son todas preguntas con tantas respuestas como seres humanos pueblan el planeta. Y es que, en cuestiones de alcoba, las apetencias son tan personales como ocultas al resto de mortales. Un buen ejemplo es el relato que nos ocupa hoy: “Dulce de Leche” (“Fiordilatte”), la obra de Miguel Vila premiada en la Comic Con de Nápoles y que ha supuesto un soplo de aire fresco cuando irrumpió en España de la mano de La Cúpula al final del año pasado.

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Con lo saludable de un relato que huye de lo convencional se nos presenta esta historia, la de Marco, un chaval universitario con una novia guapa y popular, pero por la que no siente deseo alguno. En cambio, cada vez que ve a Ludovica, una madre soltera de mediana edad y grandes pechos, su libido llega hasta niveles obsesivos. Stella, su pareja, es la canguro del bebé de Ludovica. Ahí comienza la historia de un trio donde la obsesión, el deseo y la frustración van a ser fundamentales en el desarrollo de la historia.

Todo lo “cool” que puede parecer Stella no despierta ni frío ni calor en Marco. Al contrario que los rudos modales de Lulú y sus formas: excesivas y lejanas a los estándares estéticos. Así crece la obsesión y el deseo, como un fuego incontrolable, que acaba por consumirse y a culminar consumando la obsesión.

Dulce de Leche Texto 3


Estamos ante una historia de un triángulo, no sabemos si amoroso, pero si sexual. Pero no es un triangulo cualquiera. Lo que ocurre entre Marco, Stella y Lulú se singulariza por cómo lo aborda Vila en estas páginas. En lo argumental, queda clara la obsesión que planea en la obra, esa amalgama entre el cuestionamiento de la belleza como canon estético, de intimas verdades desnudas, de deseos carnales, de frustraciones… todo sazonado con sexting, filias sexuales y porno. De fondo, una crisis vital. Sobre ella, un costumbrismo con sutiles ecos Fellinianos. Transcurre en este «Dulce de Leche», pellizcando el interior del lector.

Por si fuera poco, la composición de página y los colores pastel acaban por seducir durante el recorrido. Cada página está medida para reforzar el tono, más psicológico que emocional, llevándonos a lo obsesivo, a lo íntimo, a lo inconfesable… Sórdido en ocasiones, patético en otras, pero siempre punzante. Y más que efectivo al combinarse con un trazo limpio y una gama de colores luminosa.

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Perturbador, en el sentido que Miguel Vila captura el centro de la obsesión y la recrea en esta fábula repleta de costumbrismo y realismo sucio, en la que la narrativa gráfica empleada es limpia y certera, poniendo al servicio de la historia acertados recursos propios del noveno arte. Huyendo del camino fácil y proponiendo caminos más que interesantes, Vila consigue que “Dulce de Leche”, además de “la verdad desnuda” que ofrece, rebose una personalidad arrolladora.


Editada en Italia por Canicola, La Cúpula la ha llevado al castellano en un volumen en rústica con solapas de 180 páginas, que cuenta con la traducción de Inés Sánchez Mesonero. Una delicatessen en definitiva, que tras leerla nos confirma que Miguel Vila es un tipo al que no hay que perderle la pista. Tras este “Dulce de Leche”, esperemos que su ópera prima “Padovaland” no tarde en ver la luz por estos lares.

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