
El 17 de junio de 2015 se puso a la venta en las comic-shops de Estados Unidos uno de los tebeos más frescos de todo lo que englobaba las “Secret Wars” de Jonathan Hickman. Aquel evento que puso patas arriba el Universo Marvel durante unos meses y sirvió, además de para mostrarnos un universo controlado por el Doctor Muerte, para dar a conocer una serie de propuestas, repartidas por los “Mundos de Batalla”, en la que tuvieron su espacio una serie de propuestas. Algunas apelando a la nostalgia directamente de épocas pasadas. Otras buscando la frescura con nuevas premisas extremas. Aprovechando que todas las cabeceras regulares quedaban en barbecho durante el evento definitivo, «la casa de las ideas» inundó las tiendas con pequeñas series limitadas que apuntaban a varios frentes y targets. Una de ellas fue la que nos ocupa hoy: “Escuadrón Siniestro” (“Squadron Sinister”), de Marc Guggenheim, Carlos Pacheco, Mariano Taibo y Frank Martin. Cuatro entregas que trascienden aquel evento para perdurar en el tiempo, por todo lo que implican sus páginas: desde la nostalgia por la vieja Marvel clásica hasta la entereza e independencia que muestra su trama, aunque esté perfectamente integrada en el evento al que pertenece.
Publicada en castellano en dos entregas dobles, la #57 y #58, de “Nuevos Vengadores” por Panini en noviembre y diciembre de aquel 2015, a la vez que el evento desplegaba todas sus cabeceras por España, esta serie es perfectamente disfrutable sin haber leído la serie “madre” que le da contexto. Fundamentalmente porque va más allá de la mera recreación de un hito nostálgico. Y es que estos trasuntos de la “Liga de la Justicia” que ideó Roy Thomas para llevar a cabo ese crossover con los Vengadores en el #69 de “Avengers” en 1969. Sal Buscema, el hombre que mejor ha dibujado un puñetazo en el Universo Marvel, fue el creador que con su lápiz perfiló a estos reversos tenebrosos de “Superman”, “Batman”, “Flash” y “Green Lantern”. Así surgía este “Sindicato del crimen” villanesco y tomaban forma “Hyperion”, “Halcón Nocturno”, “Zumbador” y “Spectrum”.

Dos años después, en 1971, aparecía ya el “Escuadrón Supremo” y los Vengadores llegaban a su universo, con la consiguiente confusión con sus “parecidos siniestros”. A partir de ahí el “Escuadrón Supremo” participó en sagas memorables, como la de “La corona Serpiente” y protagonizó una serie que ya es leyenda, la que llevaron a cabo Mark Gruenwald, Bob Hall y Paul Ryan. Incluso Halcón Nocturno formo parte una temporada de “Los Defensores”. Años después, J.M. Straczynski y Gary Frank siguieron la estela de Gruenwald y Hall en su versión para la línea MAX: “Supreme”, que acabó entrelazada al universo Ultimate.
De su primera encarnación, la “siniestra”, no se supo más hasta que las “Secret Wars” irrumpieron con toda su fuerza en 2015. Fue entonces el momento para que el autentico “Escuadrón Siniestro” volviera a campar a sus anchas en su propio territorio dentro del mundo diseñado por Muerte. Es ahí donde se sitúa la acción de esta serie limitada de cuatro entregas y donde estos villanos hacen gala de su naturaleza, porque en el “Escuadrón Siniestro” no hay ningún atisbo de bondad ni bonhomía. Todos los miembros de este equipo tienen su punto mezquino y malvado.

Eso es algo que tanto Marc Guggenheim como Carlos Pacheco tenían claro y así lo trasladan a estas viñetas. Dejando claro (con bastante humor negro), nada más empezar la grapa donde quedan los “Supreme” de Straczynski. Hyperion y compañía hacen gala de su concepción siniestra desde el primer momento, en una trama plagada de una tensa calma que va creciendo entre traiciones, engaños y confabulaciones. Todo servido con varios guiños a esa Marvel de los ´70, aquel terreno transgresor pero que sigue siendo fértil.
Da la sensación de que Guggenheim y Pacheco disfrutaron con esta serie, por la de guiños y referencias cruzadas que hay en sus páginas. Unas páginas que toman cuerpo formando parte de un evento más grande, pero que se singularizan rápidamente por el tono que le da la solvencia ejecutada por Guggenheim en el guion. Un guion donde aguardan sorpresas, conspiraciones y mentiras propias de un grupo de “hombres de honor” reunidos por intereses comunes , pero sin más lealtad que la que impone la ley del más fuerte.

En lo gráfico, Pacheco renace en este tebeo con viñetas vibrantes y una narrativa gráfica al servicio de la historia que ha de desarrollar. Viniendo de años en los que su arte había perdido parte de su esencia y garra, con este trabajo la recupera por derecho. A las tintas, Mariano Taibo cumple su papel y con el “papelón” que implicaba la eterna comparativa que había con Jesús Merino, el entintador con quien más brilló Pacheco en sus trabajos clásicos. Una comparativa solo superada años después cuando el dibujante de San Roque, además de evolucionar su trazo hacia un estilo más estilizado, encontró su nuevo socio ideal a las tintas: Rafael Fonteriz. Al color, Frank Martin da a su paleta digital el toque necesario para entroncar con ese pasado implícito que llevan conceptualmente el equipo que da título a la serie.
En esta obra Pacheco muestra la trayectoria ascendente que volvía a tener su lápiz con un estilo renovado, más fresco. Aún llegarían trabajos de mayor nivel en lo gráfico, pero aquí ya retoma la garra gráfica que ha caracterizado la mayoría de cómics dibujados por él. Incluso se permite guiños y homenajes que son toda una declaración de amor al mejor cómic de superhéroes.

Esa, junto a las anteriormente expuestas, son las razones para volver a este «Escuadrón Siniestro» de vez en cuando. Dentro de los “Mundos de Batalla” que trajeron las Secret Wars, el que se erige como el más rotundo y singular es el que nos prepararon Marc Guggenheim y Carlos Pacheco: Un mundo sin héroes, pero que merece la pena visitar.
