Adoquín: Pequeño dulce para lamineros

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“Adoquín es una revista de cómics para lectores de 0 a 102 años donde se agrupan algunos de los mejores autores de cómic infantil de Aragón y con la que queremos fomentar la lectura con historias divertidas y llenas de imaginación.”

Antaño los magacines de cómic con contenidos varios eran una constante en la industria española. Desde los orientados al público adulto (“El Víbora”, Cimoc”, “Cairo”, “Tótem”, “Dosier Negro” o “Makoki”) a los dirigidos a la chavalada (“TBO”, “DDT”, “Pumby”, “Mortadelo”, “Zipi y Zape”, “Pulgarcito” o “Tiovivo”). Títulos en los que compartían espacio artistas consagrados con nóveles que recibían la alternativa. Cabeceras que ya legendarias que acompañaron horas de ocio de muchos lectores. Bastaba acercarse al kiosco, papelería o librería más próxima para descubrirlas en sus expositores.

El paso del tiempo y la evolución de la industria de las viñetas española sepultó esa fórmula, quedando relegada en la actualidad a una presencia casi testimonial, pero perdura, sirvan de muestras “Cthulhu” que se mantiene contra viento y marea con una salud artística considerable o, por citar solo unas pocas, “Planeta Manga”, el acertado experimento de Planeta para dar cabida a manga nacional en una primera toma de contacto con sus lectores potenciales. Otro ejemplo sería el que tratamos hoy: “Adoquín”, una revista de marcado carácter infantil, aunque perfectamente disfrutable por aficionados de cualquier edad.

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Editada y coordinada por Daniel Foronda (“Dragoncio”, “Los Amanticos” o “La Gran carrera de Tina”) y “Hombre Picaraza” (“Tebeo de Piña”), «Adoquín» tiene un marcado acento aragonés pero la vocación universal de entretener a cualquiera que se acerque a sus páginas.

Bajo la premisa que expusieron sus editores cuando la presentaron, la de entretener a lectores de cualquier edad, nació la primera entrega, que este mismo fin de semana ha recibido el premio en la categoría al mejor fanzine en los XII Premios del Cómic Aragonés del Salón del Cómic de Zaragoza. Dicho sea de paso, que lo llamar fanzine a “Adoquín”, a la luz de la calidad de edición del tebeo, sería cuestionable porque el mimo que han puesto Foronda y Picaraza en materializarlo en papel se advierte totalmente profesional.

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Como el consistente dulce zaragozano nace “Adoquín”, que en su primer número reúne una solvente plantilla artística para deleite del lector. Aquí nos encontraremos con Sara Soler, (“Us”), que además de encargarse de la portada realiza en el interior una divertida y participativa historieta de ficción con moraleja: “Red y Blue en gnomotopía”.

Ignacio Ochoa nos presenta a “Tim Orbital. Cadete Espacial”, (denótese el pareado en línea con la mejor tradición Bruguera) mientras que Sara Jotabé colabora con “8 Bits” y “No seas Troll”, además de ilustrar la sección “La Biblioteca de Rebeca”, donde se recomiendan otros cómics. Carol Álbalá nos presenta a «Amira y Vera» en “Luciérnagas”, además de firmar “Renacuajos”, y Diego Burdio y Paula Esteban hacen lo propio con «Frisby y Trisquy».

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Los osos tienen cabida en la revista con dos trabajos: el de David Maynar conOso Goloso” (además de traernos a “El Pequeño Goya”) y la divertida aventura de los “Ositos Cuquis”, a cargo de Xcar Malavida. Angelito Perkele nos trae “La Leyenda del sombrero y la pajarita» y Daniel Zarzuelo nos brinda “Lilla viajera dimensional”. Javier Marquina y Daniel Foronda nos devuelven el sentido de la aventura por la aventura con “Sandra Malone. Arqueóloga dimensional” y como broche, Álvaro Ortiz junto al Hombre Picaraza despiden la primera entrega en la contraportada con “Un día en la Tómbola”.

Esos son los ingredientes de este primer “Adoquín”, tan sólidos como el dulce de la ciudad del Ebro. Un tebeo que recupera la tradición del magazine infantil, de humor para todos los públicos, tratando temas universales de entretenimiento, pero también con el eco de los tiempos en los que vivimos. Digamos que, bajo un formato clásico recuperado podemos encontrarnos páginas que son signo de su tiempo. Quizá eso es lo que marca la diferencia de esta publicación: Adoquín huele a “hoy” y está dirigida a los chavales del ahora. Mientras tanto, los chavales del ayer celebramos que nazcan iniciativas así para toda la nueva generación lectora. Dicho lo cual, Adoquín no es más, ni menos, que un pequeño dulce en viñetas que los “lamineros” del buen cómic infantil sabrán disfrutar.

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