Ecos de Periferias 22.0. Lagartija Nick: Mundo onírico.

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El pasado 29 de octubre el festival oscense Periferias llegaba a su cénit en su última jornada a través del “Mix Tape”, la serie de actuaciones que tuvieron lugar en el Palacio de Congresos de la ciudad. Bajo el lema “Revival”, este año la propuesta del festival se centraba en estilos recuperados de otras épocas que siguen vigentes en la actualidad, contaminándose de actualidad en cada uno de los tiempos donde cobran vida. Como muestras, las que englobaba el mix tape servido esa noche. Entre las actuaciones, una de las más destacables es la que nos ocupa hoy: la que llevó a cabo Lagartija Nick.

El perro Andaluz”, el nuevo trabajo de la banda granadina, verá la luz físicamente en diciembre. Sin embargo, los de Antonio Arias no han esperado a la materialización de la edición del disco para lanzarse a la carretera a presentarlo bajo una atractiva propuesta que homenajea a la Generación del 27.

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Antes de nada, cabe decir que lo que nos espera en “El Perro Andaluz” es un trabajo conceptual que recupera una de las facetas de Luis Buñuel menos conocidas para el gran público: la de poeta. Lagartija Nick ha buceado en su poemario musicándolo y obteniendo resultados hipnóticos, por lo que pudimos descubrir en el show oscense.

Bajo esa premisa, que se extiende conceptualmente hacia Lorca, Picasso y José Val del Omar, la banda granadina ha preparado un show homenaje a la generación del 27. Un show que se nutre principalmente de las hipnóticas canciones de “El Perro Andaluz”, pero que guarda otras gemas de la discografía de la banda que brillan con luz propia durante el recital. Tambien en el repertorio queda espacio para Jesús Arias y Enrique Morente, que son recordados desde el escenario mientras las sensaciones se suceden.

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En lo visual, una gran pantalla ilustra con fragmentos de la filmografía del primer Buñuel, de Val del Omar y otras imágenes, acompañan a cada canción para que el respetable quede envuelto en todas y cada una de las piezas que la banda ejecuta con precisión. Sobre el escenario, y junto a la banda, una serie de proyectores de super 8, que a pesar de que en Huesca no funcionaron, son un elemento que supone algo más que mero atrezo, reforzando lo conceptual de la propuesta.

Ética y estética quedan firmemente ensambladas desde que comienza “Palacio de Hielo”, la primera canción interpretada. Y da comienzo un concierto onírico, que bebe tanto del surrealismo como homenajea a los anteriormente artistas citados. Donde el respetable es seducido mientras se deja llevar por los acordes, melodías, imágenes y atmósferas. Se suceden los singles del nuevo trabajo que la banda ya ha adelantado (“Me gustaría para mi (las libélulas)” o “Bacanal”) junto con otros cortes que el público descubre a la vez que se ejecutan en directo. Todas intensas, todas delicadas, evocando el nexo común del que parten. Las piezas procedentes de otros trabajos apuntalan la sensación de coherencia que presenta este viaje musical por lo onírico y surrealista. Sirva de ejemplo la contundente “Niña ahogada en el pozo”, uno de los temas rescatados para la ocasión del legendario “Omega”.

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Solo el final que supone “Somalia” nos devuelve a la realidad y queda concluido un homenaje en toda regla a una forma artística de ser. La de Buñuel, Lorca y Val del Omar. Una manera en la que ética y estética son motores de creación hacia este paseo musical y surrealista que se ha visto en el escenario… mientras danzan San Bartolomé y el fauno…

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