Barranco del Lobo: La Guerra de Melilla

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El siglo XX español comenzó con el otrora antiguo imperio, donde no se ponía el sol, buscando nuevas colonias para recuperar el prestigio perdido. El objetivo fue el norte de África: el territorio bereber conocido como “Bled es-Siba” o “país del desgobierno”, dada la poca influencia efectiva que el  Majzén tenía en la región. Una zona que, de acuerdo con el tratado firmado con Francia el 5 de octubre de 1904 se consideraba “de influencia española”. Eso, junto a la “Entente Cordiale” mantenida por los franceses con el Reino Unido, reconociendo éstos la potestad gala para colonizar Marruecos, posibilitó de facto el reparto de Marruecos en los protectorados español y francés.

Así comenzaba la política colonial española en el norte de África. Una acción que conjugaba intereses ideológicos y de prestigio, además de cuestiones estratégicas y económicas de fondo: las riquezas mineras descubiertas. El entonces pretendiente al trono marroquí, el autoproclamado Sultán Yilali Mohamed el-Yusfi ez-Zerhuni, “Bu Hamara”, con autoridad sobre las cabilas de Guelaya fue el encargado de conceder en 1907 las concesiones a la explotación de las minas de Afra a la Compagnie minière de l’Afrique du Nord, empresa española con capital francés, y a la Compañía Española de Minas del Rif. A su vez se otorgaba autorización para construir un tren minero que uniera las minas con el puerto de Melilla.

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Sin embargo, esta fue la peor de las decisiones de “Bu Hamara”, pues no tardaron los bereberes en levantarse contra el autoproclamado sultán, que acabó derrocado y preso en Fez. Entre medias, la actividad empresarial de las compañías estaba paralizada y no tardaron éstas en presionar al gobierno español para retomar la producción cuanto antes. Hecho que accedió el gobierno presidido por el conservador Antonio Maura. Solo había un “pequeño fleco” por cubrir: que la actividad ni contaba con el apoyo del sultán de Marruecos ni del apoyo de muchas de las cabilas del Rif oriental.

No tardaron en producirse incidentes en la zona. El 9 de julio de 1909 un grupo de trabajadores fue tiroteado por bereberes: ese es el hecho que desencadena lo que se conoce como la “Guerra de de Melilla” y donde se sitúa la acción del tebeo que centra nuestra atención hoy: “Barranco del Lobo”, de Jorge Guillermo Palomera, Alejandro García y Sonia Sánchez. Un nuevo volumen de la colección “Historia de España en viñetas” a cargo de Cascaborra Ediciones.

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El guion que nos presenta Jorge Guillermo Palomera (“Numancia”) se centra en el desastre que lleva por título la obra: el acaecido aquel 27 de julio de 1909 donde las tropas españolas sufrieron una cruenta emboscada por los bereberes. Si bien el guion de Palomera da un contexto mayor a lo narrado, presentándonos los hechos previos y las consecuencias directas: el aumento de efectivos militares en el Protectorado que pudo aplacar esa guerra en apenas seis meses. También se encarga, hecho que dota de un mayor valor a lo contado, de mostrarnos lo que sucedía mientras tanto en la península: donde el reclutamiento forzoso de tropas desencadenó en un descontento social que solo veía que esta guerra beneficiaba los intereses económicos de unos pocos y que, tras la llamada de la patria, lo que había era necesidad de “carne de cañón” para defender y mantener el lucro de las empresas mineras que explotaban los yacimientos del norte marroquí.

Así, con el preciso dibujo de Alejandro García y el certero color de Sonia Sánchez, iremos pasando del desértico infierno que sufrieron los soldados españoles en Marruecos al  caos de la “Semana trágica de Barcelona”. Todo en el mismo tebeo, mostrando las dos caras de las consecuencias de aquella política colonialista que buscaba resarcirse del Desastre del 98.  Decisiones todas ellas que trajeron consecuencias a la política española, tanto a corto (el final del gobierno de Antonio Maura) como a largo plazo:  la posterior Guerra del Rif.

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Todo esto, como decimos, planea sobre el relato. Porque además de un excelente tebeo bélico, el cómic queda impregnado de la realidad de la época. De lo que supuso aquel momento esa guerra para la sociedad y el gobierno. Y sin descuidar en ningún momento el foco mantenido en los soldados que sufrieron aquel infierno en el Barranco del Lobo, epicentro del tebeo en todo momento. Dando la justa medida de lo acontecido, sin estridencias y con mesurada sobriedad. Elementos clave para que, a lo largo de las 64 páginas de este cómic editado en formato europeo, se cumpla el doble objetivo de entretener y a la vez dar a conocer un episodio de nuestra historia quizá olvidado para el público en general.

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