“Cuando tus plegarias no obtienen respuesta, la verdad encuentra otros caminos.”
Con la perspectiva del tiempo a Marvel Comics los aficionados del noveno arte le debemos muchas horas de entretenimiento y tebeos notables. Tanto por el material producido como por el que al final no ve la luz: esos proyectos que se frustran por el camino y que tarde o temprano se desarrollan en pastos creativos más verdes. Como ya ha ocurrido en ocasiones con obras de Barry Windsor-Smith. Un artista que desde que se desarrolló en su celebrado Conan ha dejado tras su paso legendarias páginas del notable arte que destila su lápiz e intelecto. Una carrera a lo largo de décadas que puede parecer escasa en cuanto a cantidad, pero es a todas luces inmensa en cuanto a calidad: con muchos tebeos destinados a trascender época y lugar. Baste citar su aportación a Conan (y la portentosa evolución que desarrolló en una, en comparación con dibujantes posteriores, corta etapa) y sus excelsos “Clavos Rojos”, o “Cimmeria”. En la retina del aficionado aún se conserva su soberbio “Arma-X”, donde por primera vez se exploraron los orígenes de Lobezno; “Jóvenes Dioses y Amigos”, “Rune” o sus legendarios números de Uncanny X-Men (“La Patrulla-X») donde destaca de forma superlativa ese “Muerte Viva” junto con Chris Claremont que para muchos marcó un antes y un después.
Tebeos todos ellos que llevaron a lo más alto al noveno arte. Consecuencia de una personalidad artística arrolladora, minuciosa y con un alto nivel de autoexigencia. Así se podría definir al gran Barry Windsor-Smith, el tipo que con su trazo derribó los muros gráficos de la cultura popular para mezclarlo con elementos de la alta cultura a través de dibujos que beben tanto de los comic-books como de los prerrafaelistas y del Art Nouveau de Alfons Mucha. Así llevó con sus páginas al comic a un nuevo estadio de sofisticación y detalle. Un artista con un alto grado de implicación en los trabajos que lleva a cabo y que siempre iba un paso más allá. No solo en lo gráfico, sino en lo argumental también: Ahí quedan para la historia esas propuestas realizadas a Marvel que no fructificaron dentro de la casa de las ideas, pero si vieron la luz fuera de lo mainstream, brillando con luz propia. Como aquella continuación de “Muerte Viva” que fue “Adastra en África” o como el cómic que nos ocupa hoy: “Monstruos«(“Monsters”): Un tebeo de lo mejor de la cosecha del 2021,
Hablar de “Monstruos” implica retrotraerse a otro proyecto frustrado de BWS para Marvel, “thanksgiving” (“Acción de Gracias”): Un argumento para Hulk donde se iban a revelar en 1984 los traumas infantiles por maltrato que padeció Bruce Banner. Una propuesta que quedó en el cajón de los proyectos inconclusos y que, cosas de la vida, Bill Mantlo plagió con descaro en “The Increible Hulk” #312. Hecho que dio al traste con la propuesta de Windsor-Smith, que no vió ningún reconocimiento ni por parte del autor que utilizó su idea ni de la editorial. Así “Acción de gracias” quedó en el dique seco y salió de Marvel. No obstante, el autor británico fue alimentando su proyecto a través de los años, despojándolo de los elementos de Hulk para ir cimentando algo más personal. Mientras tanto “Thanksgiving” fue mutando a otros títulos como “Big Red” o “El Proyecto Prometeo”, haciendo escala en Dark Horse o en DC comics. Un proyecto que, por una razón u otra, no encontró acomodo en ninguna de ellas.
Pasó el tiempo y las décadas… Y el trabajo siguió madurando hasta que aquella historia primitiva de 22 páginas para un número regular de Hulk se había transformado en un sólido relato de 360 páginas que estaba listo para ver la luz… “Monstruos” (“Monsters”) nació así, tras una gestación de 35 años, de la mano de Fantagraphics, y que Dolmen editó en castellano a la vez para deleite del aficionado español, que pudo disfrutar de la obra de forma inmediata en la lengua de Cervantes.
Puede que el lector que ya ha degustado esta obra coincida con el consejo que el arriba firmante advierte para un mejor disfrute de la experiencia a la hora de abordar “Monstruos”: Reserven tiempo libre por delante a la hora que comiencen estas páginas. Porque el excelente ritmo narrativo tejido por Barry Windsor-Smith en esta obra es mayúsculo y adictivo. Puede que hasta que no culminen su lectura no dejen de recorrerla, sin importar hora y lugar. Así de intenso es lo que nos espera aquí.
Aquí no hay espacio una lectura evasiva de las que entran con la misma facilidad que salen de nuestra memoria. Lo que propone BWS está pensado y meditado para trascender, cuidado al milímetro, como cualquier detalle que mima su lápiz en las excepcionales viñetas que vierte en todas y cada una de las 360 páginas, con un sofisticado y elegante blanco y negro que baña la obra.
Esto es mucho más grande de lo que descubrió el lector de los ´80 en aquel cruce de Hulk con las Secret Wars donde Mantlo reutilizó el concepto original de BWS. Es más profundo que una recreación del mito de Prometeo. Windsor-Smith mete el dedo en la llaga con cuestiones filosóficas y morales para brindarnos un relato que va más allá de la acción y que brilla de forma más rotunda en la introspección y en la construcción de un excelente conjunto de personajes que enriquecen la trama de forma impecable.
Cierto es que este “Monstruos” tiene mucho de aquel moderno Prometeo que fue el monstruo de Frankenstein de Mary Shelley como materia prima: aquel ser inocente en manos de lo más oscuro del género humano (el miedo y la codicia), pero BWS va más allá de esa premisa para proponernos un tebeo maduro. También habrá quien vea algún que otro punto en común con “Arma-X”, pero quedarse en esto es apenas haber arañado la superficie de lo que nos espera. “Monstruos” es algo más elevado y maduro: un camino para recorrer lo más oscuro y horrible del género humano, con un tono tan desolador como triste. Y a la vez una senda de iluminación y redención, tormentosa y dura, pero reveladora en su discurrir.
Eso es lo que nos espera en “Monstruos”. Quizá sea pronto para valorar esta obra en toda su inmensidad. Visto el magno resultado, el tiempo invertido en su gestación queda más que compensado con el resultado obtenido. Estamos ante un tebeo hecho para trascender, para hacer historia. Nunca un proyecto frustrado en Marvel Comics había dado como resultado, décadas después, una obra mayúscula como la que ha creado el maestro Windsor-Smith. Un tebeo maduro, tormentoso y minucioso, duro, intenso, terrible, triste, lúcido y desolador. Que no toma prisioneros y que es una lección magistral de uno de los mayores artistas de la historia del cómic. Que posee una verdad, la artística, que ha encontrado el mejor camino artístico para ser ya hoy una realidad tangible. En definitiva, un tebeo fascinante.