1943 es el comienzo del cambio de rumbo en la Segunda Guerra Mundial en Europa. En febrero la derrota del Tercer Reich en Stalingrado acelera las cosas en una Alemania donde el Gobierno nazi lleva al país al desastre, en lo que llamó el ministro de propaganda Goebbels “Guerra Total”: una llamada a toda la población a las armas. Un truco efectista mientras que se perdían posiciones en África y en el Este.
A esa “Guerra total” se sumaba la necesidad de que la industria alemana no parara su ritmo de producción, indispensable para mantener la maquinaria bélica. La necesidad de mano de obra, al estar muchos de los obreros alemanes en el frente, se iba a compensar con el “reclutamiento” obligatorio de obreros de otras naciones. Una de ellas fue la Francia ocupada y subordinada a los intereses del Tercer Reich. Tanto la parte ocupada como la servil de Pétain, que se encargó de organizar el “reclutamiento” con el STO, el Servicio de Trabajo Obligatorio que enviaba a jóvenes franceses a trabajar en fábricas alemanas.
Esto no fue más que otra gota más que caldeó aún más a una gran parte de población gala, cansada y hastiada del ocupante nazi y del servil Pétain. Mientras tanto, Radio Londres iba informando por primera vez del genocidio judío que iban perpetrando los nazis. La obediencia civil a un sistema colaboracionista empezaba a ser un gran cargo de conciencia…
Esta es la base que se recorre en “Los Niños de la Resistencia 6. Desobedecer”, el sexto volumen de la saga de Vincent Dugomier y Benoît Ers que desde la ficción hace un ejercicio de memoria histórica con uno de los episodios más tristes que vivió Francia en el siglo XX. Triste si, pero también esperanzador: pues recoge lo que muchos arriesgaron por cambiar las cosas en medio de un ambiente opresivo. Y lo que consiguieron, pues bajo “La Resistencia” se agruparon clandestinamente muchos franceses de diferentes edades que, gracias a su esfuerzo y sacrificio, fueron capitales para que Francia fuera liberada y para que muchas víctimas del nazismo pudieran escapar del final que les esperaba si caían en manos fascistas.
Así volvemos a encontrarnos con François, Eusèbe y Lisa en este convulso 1943, donde muchos callaban y esperaban ese ansiado contrataque aliado en tierras francesas. Donde el Tercer Reich intensificó la campaña de acoso a la población para amedrentarla, donde los nazis no solo esquilmaban los recursos materiales franceses, sino también les hurtaban a los jóvenes para alimentar la industria nazi. En frente el enemigo, el exterior ocupante y el interior, que como buen siervo aplaude al poderoso amo mientras es cruel con quien es señalado por diferente, sea bolchevique, judío o cualquier otro apelativo usado despectivamente en aquella época por los nazis. Una forma de ser que Dugomier captura perfectamente en uno de los personajes secundarios de la saga.
Una saga que sigue ganando en intensidad a cada volumen. Tanto por los hechos históricos que nos va descubriendo, los grandes y los pequeños, como por la perfecta sincronía que muestran los personajes principales de la saga: Tres niños que van creciendo y madurando, que van entrando en la adolescencia a la vez que viven en un estado de conflicto bélico latente. Ambos aspectos Dugomier los cuida en la caracterización de personajes y desarrollo de la trama. Lo cual dota de mayor empaque a lo contado.
A ello se suma el indisoluble trabajo gráfico de Benoît Ers, que nos sumerge certeramente en esa época oscura, que nos muestra de igual forma certera la Milicia Francesa (la organización paramilitar que en 1943 oficializó Pétain para combatir la Resistencia) que a los “Zazous”, quizá el primer embrión de tribu juvenil contestataria que se reveló estéticamente contra lo establecido, mucho antes que los rockers, mods, hippies o punks. Todo ello nos lo dibuja Ers con el habitual encanto con que se desenvuelve en esta serie.
Como viene siendo habitual, el álbum se complementa con un excelente dosier de Dugomier que contextualiza y amplía lo narrado en el tebeo. Una forma acertada de acercar un capítulo de la historia de Europa vergonzoso, pero que no se debe olvidar. Y más en una época como la de ahora, donde los discursos extremistas vuelven a vociferarse. Para que no germine el odio que llevan implícito estas doctrinas conservadoras, nada como contar con recursos pedagógicos como este tebeo editado por Editorial Base. Nada como cultura para combatir esa ignorancia que lleva al odio. Tener como recurso esta serie puede ser valioso para no perder de vista la memoria del continente. Tanto por lo que cuenta, lo que enseña y lo que divierte este tebeo celebramos que Base haya consolidado esta serie a este lado de los Pirineos.