El Pacto: El enigma Gorriaga

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“Haga una cosa. Vuelva otro día, tómese su tiempo y traiga unas páginas imitando el estilo de Vázquez, hágalas con historias… del estilo de la casa… y veremos que se puede hacer.”

¿Hasta dónde se está dispuesto a llegar para conseguir la ansiada meta de los sueños propuestos? Esta es una de las cuestiones que siempre planean cuando uno busca lograr sus objetivos marcados, esos que parecen inalcanzables. Un dilema que ha de asumir Miguel Gorriaga, el protagonista del tebeo que ocupa nuestra atención hoy: “El Pacto”, de Paco Sordo, editado por Nuevo Nueve.

Nos situamos en la Barcelona de 1957, Bruguera es “la editorial” que más aceptación cosecha entre los aficionados. Sus personajes y el estilo de sus historias marcan la diferencia en el quiosco, destacando sobre todos el material creado por Manuel Vázquez, uno de los más grandes historietistas que ha dado la industria del noveno arte patrio. En esta época es el dibujante más reconocido de la Editorial. El resto de “primeras espadas” acaban de dejar la editorial para fundar la revista “Tío Vivo”, en busca de unas mejores condiciones laborales que en Bruguera se les niega. En este contexto aparece Gorriaga en busca de su lugar bajo el sol. Un sol que puede estar al alcance de su mano si sigue las recomendaciones del director editorial de la editorial del gato negro, que siga el estilo marcado por su autor más reconocido, aquel que dejó para el recuerdo personajes célebres como “Las Hermanas Gilda”, “La familia Cebolleta”, «Ángel Siseñor” o posteriormente “Anacleto, Agente Secreto”, “Angelito” o incluso él mismo en “Los cuentos del Tío Vázquez”.

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Una estela que dejó impronta en la historieta de este país y que, en aquel momento, fue el estilo que Bruguera quería  mantener a toda costa, “recomendado” a autores nóveles que imitaran el estilo del gran Vázquez. Gorriaga lo ve claro: Esa es la forma para poder por fin publicar. Así que está dispuesto a llevar a cabo “El Pacto” con Manuel Vázquez. Un pacto más allá de lo ético y de lo que se entendería saludable en términos de salud mental. Un pacto que le permita entrar en la historia del tebeo español, cueste lo que cueste.

Bajo un estilo y unos códigos estéticos que homenajean en todo momento los tebeos de la factoría Bruguera de los cincuenta, Paco Sordo  nos presenta un delirante relato con abundantes dosis de esperpento y comedia, pero que esconde entre sus amables páginas una trama oscura en el que lo enajenado se entronca con lo siniestro. Sazonado todo ello con altas dosis de humor negro, mientras retrata de forma acertadamente sintética lo que era aquella Bruguera de finales de los cincuenta nos lleva por el ascenso meteórico de un joven valor del noveno arte, que esconde para si el secreto de su éxito en su delicada salud mental. Esa que le permite cruzar cualquier barrera para poder llegar a ser una figura en la industria de la viñeta española.

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Así discurre esta refrescante obra, ofreciéndonos un tebeo de los que llegan para quedarse. Pues es mucho lo que sintetiza esta obra a lo largo de sus páginas. Un relato ágil y fluido que consigue captar la atención del aficionado, que destila por sus páginas ese homenaje gráfico a lo que fue la Editorial Bruguera pero que va mucho más allá, ofreciendo una trama aditiva, esa que combina el humor con el terror sórdido que esconden las acciones de un perturbado, con las dosis de esperpento pertinentes para hacer aún más singular esta obra.

Estamos, en definitiva, ante una obra que posiblemente figure entre la lista de candidatas para hacerse con algún premio en futuros salones y festivales. No es para menos. Tanto en lo formal (cuidado con milímetro para homenajear, tanto en trazo y color como en rotulación, las diversas épocas por las que ha pasado el tebeo español) como en el fondo: un relato freso que apunta a varios frentes mientras sorprende al lector con los gags que esconde la siniestra historia de “el enigma Gorriaga”. Un enigma a descubrir en las 112 páginas en tapa dura editadas con esmero por Nuevo Nueve, en un volumen prologado por Carlos Areces, actor y uno de los mayores coleccionistas de este país en lo que se refiere al legado de la editorial Bruguera.  Así que dispónganse del mejor sillón que esté a su alcance y comiencen a disfrutar de este “Pacto” que nos propone Paco Sordo.  Seguro que tras su lectura apetece leer algo de “El Pato Gitano” y “Torcuato Turulato”…

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