¡Cuéntame, Galko-Chan! 1: Delirantes cuestiones universales

Cuando la pubertad comienza, ya no hay vuelta atrás. El desarrollo físico comienza de forma imparable dejando preguntas a las que hay que dar respuesta. Preguntas de todo tipo a las que la respuesta muchas veces se buscará en los círculos de amistades. En esos pequeños grupos de pertenencia que sirven para relacionarse en esos años que aún queda mucho por descubrir. Grupos como los que surgen de la convivencia diaria en el instituto, como la que tienen Galko, Otako y Ôjo, las protagonistas de “¡Cuéntame, Galko-Chan!” (“Oshiete! Gyaruko-chan”), de Kenya Suzuki, el manga editado en castellano por Fandogamia y del que hoy nos ocupamos del primer volumen.

Con elementos sutiles del género ecchi, Kenya Suzuki (“Rousokuhime“ o “Samui naru to Kata o Yosete”) construye a modo de diario, a través de pequeñas entradas de normalmente una página de extensión, una sucesión de gags de lo que podría entenderse como costumbrismo adolescente. Con preguntas que sirven de premisa para prepararnos para la carcajada, cuestiones sin ningún tipo de tabú y con la curiosidad de quien las siente desde los cambios que se producen en su cuerpo. Así de forma desenfadada y página tras página, aunque sean pequeños bocados, se van construyendo  Galko , Otako y Ôjo, definiéndose conforme el manga se desarrolla y alejándose de lo que la primera impresión de estos personajes haya podido causar.

Entre todo ello, la interacción de las tres protagonistas va a dar mucho juego. Pues Galko, Otako y Ôjo representan los arquetipos de tres tribus urbanas japonesas. Hecho que no impide que sean amigas. Mientras Galko podría englobarse dentro de las “Gal” (Chicas japonesas que gustan de broncearse, teñirse el pelo con tonos claros y maquillarse y hacerse manicura de forma excesiva, Otako es una otaku de definición. En tercer lugar, Ôjo representa el modelo de chica discreta y de buena familia. No obstante, y como ocurre siempre que se dan los arquetipos como verdades absolutas, nada y nadie es tan sencillo y simple de definir. Y así conforme las páginas avancen descubriremos a unos personajes más tridimensionales que unos simples arquetipos o parodias de según qué tribus urbanas.

Bajo estos parámetros asistiremos a esta suerte de dudas existenciales que se plantean. Como muestra, ahí van algunas de ellas: “¿Es verdad que a las chicas les salen pelos en los pezones?” (Sirva la misma cuestión existencial para aplicarla a la aparición de pelo en el trasero), si existe alguna relación proporcional entre el volumen pectoral y el tamaño del pezón o cuestiones sobre el abuso de comida picante. Interrogantes los de este primer volumen en su mayoría relacionados con cuestiones fisionómicas (con sutiles toques sexuales) que, sin duda no quedan resueltos en las viñetas (No olvidemos en que la sociedad japonesa la información sobre sexo es casi un tabú) si bien da lugar a gags divertidos y puede servir (aunque sea con preguntas a priori tontas) para iniciar un debate en esas edades que los rumores de confunden con verdades absolutas. Sin duda respuestas aquí no se encontrarán (No olvidemos que en cuanto a información sexual las sociedades occidentales son mucho más abiertas), pero las risas estarán aseguradas en la lectura de este manga.   

Carcajadas que vendrán plasmadas en lo artístico, donde Kenya Suzuki refuerza la vis cómica con las expresiones faciales de los personajes. En lo plástico, la utilización parcial del color, para reforzar según qué aspectos, le da un toque singular a este manga. Al igual que esas pequeñas entradas laterales donde se nos revelan aspectos de las protagonistas. Todo ello nos evoca a una suerte de cuaderno o agenda estudiantil, resultando por su composición un curioso objeto pop.

Publicado originalmente en Japón por Kadokawa en 2014. La serie contó con su propio anime. Para el mercado español, Fandogamia fue la que hizo gala de olfato editorial trayéndose esta licencia para la edición en castellano. Edición que ha contado con un excelente trabajo de traducción de J. Oriol Guinovart, que ha enriquecido el texto con expresiones coloquiales que refuerzan el espíritu original  de la obra, al permitir de esta manera conectar mejor con el mundo de Galko, Otako y Ôjo. Todo esto nos lo podemos encontrar en las 120 páginas que Fandogamia editó en un cuidado formato de rustica con sobrecubiertas, que alberga muchas risas para las dudas que surgen mientras la adolescencia sigue su curso.

Al acabar este primer  volumen, es posible que sigamos sin poder establecer una relación entre la frondosidad de las cejas y la cantidad de vello púbico. Ni saber si hay alguna relación entre la inocencia y el tipo de ropa interior que se usa.  Pero seguro que habremos pasado un buen rato con los golpes de comedia que nos tienen reservado las protagonistas de “¡Cuéntame Galko-Chan!”. Un desenfadado manga destinado a gente sin complejos y con apetito por la comedia costumbrista irreverente. Para ello está este compendio de delirantes cuestiones universales en plena adolescencia.

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