Erekosë: Espadas del Cielo, flores del Infierno. Brillo en las viñetas

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Hablar de Michael Moorcock y de Howard Chaykin no es citar a cualquiera. Nombres célebres respectivamente en la literatura y el cómic, encontrarse con un tebeo en el que concurren ambos es sin duda motivo de interés, como es el caso del cómic que centramos nuestra atención hoy: “Erekosë. Espadas del Cielo, Flores del infierno” (“Swords of Heaven, Flowers of Hell”), editado en castellano a finales del pasado año por Yermo Ediciones.

Michael Moorcock posiblemente sea el autor de fantasía heroica más importante de la segunda mitad del siglo XX. Creador del concepto de “El Campeón Eterno”, un héroe que a través de sus múltiples reencarnaciones  está destinado siempre a reestablecer el equilibrio entre las fuerzas de la Ley y el Caos, que no el bien y el mal. Así, a lo largo de todo el multiverso, concepto también introducido en la ficción heroica por Moorcock, el eterno héroe será Elric de Melniboné, Corum, Hawkmoon o Erekosë. Diversas reencarnaciones del mismo ser, con su poder y sus tormentos, encargado de restablecer la balanza entre lo que suponen estas dos fuerzas. Un concepto que estaba años luz de la tradicional dicotomía entre el bien y el mal. En los textos de Moorcock la Ley implica jerarquía, orden, control, civilización y la implícita conservación del status quo; mientras que el Caos denota desorden, cambio, evolución, cierta locura y una salvaje belleza. Así Moorcock nos brinda a través de su obra un planteamiento mucho más rico en matices que el simplismo de buenos contra malos. Pues ninguna de las fuerzas aquí descritas va a poseer rasgos inmaculados o valores morales que denoten bondad o maldad. Entre ellas siempre habrá un Campeón Eterno, que ejercerá de peón en el equilibrio de fuerzas, para equilibrar la balanza. Bajo estos parámetros se desarrolló una gran parte de la literatura creada por Moorcock, con varias dosis filosóficas implícitas que enriquecieron su propuesta heroica.

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Así existen las encarnaciones de su campeón eterno en el Multiverso. De todas ellas, hay un ser que es el más consciente del papel que juega en la existencia y que el mismo, en otras  dimensiones, ha sido Elric, Corum o Hawkmoon. Es Erekosë, también conocido como John Daker o Urlik Skarsol. Lejos de repetir esquemas, con la concepción de Erekosë, Moorcock dio un paso más allá en su épico multiverso a través de dos novelas (“El campeón eterno” («The Eternal Champion«) y «Fénix de obsidiana» («Phoenix in Obsidian«)) que más que completar el macrociclo que supone toda su obra, lo ampliaba en riqueza y complejidad, haciendo evolucionar al Campeón Eterno a un estado de consciencia más profunda. Así, antes de que “El Dragón en la Espada» («The Dragon in the Sword«) se materializara en forma de novela, Moorcock ideó a finales de la década de los ´70 un relato que destinó a un medio que conocía ya bien: el comic-book. Para llevarlo a cabo pensó en uno de los artistas que más le habían impactado: Howard Chaykin.

Por aquel entonces Chaykin ya era una figura reconocida en el medio. Quedaban por llegar “American Flagg”, “The Shadow”, “Blackhawk”,  “Conexión Escorpio, “Black Kiss” o, por citar algunas más recientes, “Los Estados Divididos de Histeria” o “Hey Kids! Comics” , pero en los ´70 ya tenía en su haber hitos notables para el recuerdo entre los aficionados: fue el primer artista que dibujó un comic de Star Wars, además de ser el encargado de plasmar la saga en un poster promocional mucho antes que se estrenara la primera película. De carácter inquieto, Chaykin siempre ha huido de los terrenos cómodos y, tras los primeros números dibujados de la saga de la Galaxia más lejana, busco proyectos artísticamente más estimulantes para él. Sirva de ejemplo los trabajos desarrollados en el momento de aceptar adaptar el relato de Moorcock: Ahí queda su “Dominic Fortune” o el trabajo que desarrollo con Cody Starbuck. Propuestas que bebían con la misma fuerza del pasado como proponían encuadres y resoluciones novedosas, tanto en lo narrativo como en lo gráfico. A lo largo de las cinco décadas que lleva esta leyenda en activo ha dado sobradas muestras de ello.

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Cuando Chaykin acomete esta adaptación, la única en papel de Erekosë, intenta trasladar lo que se desprende del personaje de Moorcock y plasmarlo en viñeta; en un mundo que capte el espíritu de las novelas del ciclo de “El Campeón Eterno”. Y lo consigue en un relato preciso, épico y directo, con una plasticidad que envuelve a cada página que le hace trascender época y tiempo. No por nada estamos hablando de este tebeo más de cuarenta años después de haberse editado por primera vez.

Lo curioso de esta obra es que, aunque no se trate de la mejor de los autores que en ella participan, es de las que vale la pena visitar. En el caso de Michael Moorcock, tan solo decir que un relato menor de este escritor está por encima de la media de la producción del género de fantasía heroica. En cuanto a Chaykin, en este trabajo de tan solo 80 páginas, nos da la dimensión de lo que implica el imaginario de Moorcock, transmite la épica que envuelve al Campeón Eterno consciente de sí mismo y resuelve en lo gráfico una propuesta plástica donde aúna clasicismo y frescura… De esta manera brillan estas páginas, engrandeciendo un relato a priori menor, llevándolo a otro nivel.

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Cierto es que es una obra que es hija de su tiempo, tanto en lo estético como en lo narrativo. Pero sigue siendo precisa en cuanto al género al que pertenece. Una obra que inexplicablemente nunca había visto la luz de forma íntegra en castellano y que Yermo Ediciones ha saldado esta deuda en un formato de 80 páginas en cartoné, dentro de la  “Biblioteca Michael Moorcock” donde regularmente aparecen referencias del material que va reeditando en inglés Titan Comics sobre las adaptaciones a viñetas de los diferentes personajes de Moorcock. Una biblioteca que todo buen fan de la fantasía heroica disfrutara con su lectura. Como esta obra donde Chaykin deja muchas evidencias de porqué tiene reservado un nombre en la historia del comic-book.

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2 Comentarios Agrega el tuyo

  1. Redicho dice:

    Muy buena reseña. En realidad sí que había visto ya la luz en España , ya que apareció serializada en 1980 en la revista «Comix Internacional» de Toutain Editor, pero no sé había publicado nunca antes en forma de álbum.

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    1. Antonio Santaliestra dice:

      Gracias por comentar y por la aportación. Procedemos a incluirlo para que no lleve a equívocos.

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