“Cuando llegué de Roma pensé que sería pan comido acabar con ese salvaje.”
La cuestión hispánica tardó en resolverse para la República Romana unos doscientos años. En ese periodo lo que se conoce como la Guerra Lusitana es de los mejor documentados del periodo. Una “Guerra” que realmente son varias, tantas como pueblos se enfrentaron los romanos en el oeste de la península ibérica, denominados por los finalmente vencedores como “lusitanos” e incorporados sus territorios a la provincia de Hispania Citerior.
Para dar relieve a lo que les supuso a los invasores, la guerra lusitana también se conoció como “Purinos Polemos” (“Guerra Fiera”). Una denominación que recogía, en una parte, la tradición romana propagandística de ensalzar al enemigo vencido para que el mérito del vencedor se percibiera como mayor. Pero no es menos cierto que esos pueblos del occidente peninsular no fueron fáciles de “civilizar”. Años de guerras, tratados de paz y revueltas se sucedieron. Púnico, Césaro o Cauceno fueron nombres de algunos de los líderes autóctonos que vencieron a lo largo de los primeros años a los romanos. Pero sin duda la figura que más se le atragantó a la súper potencia del mundo antiguo fue la de Viriato, que planto de cara de forma fiera y contundente a la legión durante los años que dirigió las fuerzas lusitanas.
Tal era su efectividad que la única manera que encontró Roma de vencer a Viriato fue recurrir al soborno y traición de algunos de sus lugartenientes. No hubo gloria en este triunfo romano y si mucha de la miseria moral que caracteriza la debilidad humana. Para la historia quedaba la figura de un líder militar y guerrero que el trascurrir de los siglos lo convirtió en un héroe de la resistencia. Ya las mismas crónicas romanas ensalzaron la figura de “el que porta la viria”, de Viriato.
Un líder de corte estoico, de trato igualitario para con sus tropas y gentes, con un talento natural para la estrategia militar. Con la habilidad de, mediante estrategias de guerra de guerrillas, asestar golpes mortales a las legiones romanas en numerosas ocasiones. Como ya hemos dicho, solo la traición pudo con él. Ese el personaje que protagoniza el tebeo que tratamos hoy: “Viriato”, de Miguel Ángel Gómez Andrea, más conocido como “Gol”, Pedro Camello y Lola Aragón, editado por Cascaborra Ediciones en su colección de “Historia de España en Viñetas”.
Gol (“El Empecinado” o “El Gran Capitán”) vuelve a brindar un excelente ejercicio de relato histórico. En esta ocasión, para acercarnos, en la media de lo posible, a esta figura histórica de desafió a Roma hace más de dos mil cien años. Todo desde una sobriedad que potencia los hechos en sí, desatando la épica implícita de lo que aconteció. Así quedará retratado ese personaje que ha trascendido los milenios de historia: un líder estoico y justo, un estratega letal y un hombre sencillo frente a la supuesta civilización, que en realidad es más corrupta y pérfida, y que no tiene ningún escrúpulo en recurrir a cualquier estratagema en aras de obtener el triunfo y poder. Una idea que la historia de la humanidad se ha encargado de corroborar en numerosas ocasiones con ejemplos más que evidentes. Idea que en la ficción, también en el noveno arte, también ha planeado en numerosas ocasiones. Sirva de ejemplo los relatos de “Conan el Bárbaro”, donde los pueblos más civilizados suelen ser los más miserables…. Algo que posiblemente sea intrínseco a la condición humana.
En la parte artística, Pedro Camello («Martín Álvarez«) nos lleva de lleno a este sureste peninsular prerromano para poder presenciar la fiera guerra lusitana en toda su dimensión. Con una gran caracterización gráfica de los personajes principales, y una ambientación que te mete de lleno en la historia, el trabajo de Camello luce en este relato sobre el mito lusitano, que queda realzado por los colores elegidos por Lola Aragón.
Viriato está editado por Cascaborra ediciones en formato álbum europeo de 64 páginas. Como extra nos encontramos un epílogo a cargo de Gabriel A. Ferrá que sirve para dar mayor dimensión y contexto a las viñetas que le anteceden. Por todo ello es de agradecer que un tebeo como este vea la luz. La figura de Viriato ha sido excesivamente manoseada en el siglo XX para exacerbar sentimientos nacionalistas y ultras. Tanto que ha acabado deslucida y desdibujada, a costa de los intereses y oportunismos políticos. Con este cómic se devuelve la luz al personaje histórico a través del mito que ha permanecido más de dos mil años: El estandarte de la guerra fiera que plantó cara a la mayor potencia de la antigüedad.