Acaba de iniciarse un magnifico plan para la conquista del planeta, diseñado por una de las mentes más brillantes que pueden existir. En un hotel apartado de la Polinesia francesa encontramos a uno de nuestros protagonistas. Le cuidan a cuerpo de rey, consigue todo lo que quiere sin hacer mucho esfuerzo. Zebediah Kilgrave (Hombre Purpura) pone a bailar al mayordomo que le estaba cuidando, únicamente porque le hace gracia. Un pequeña persona se acerca y su sombra se va agrandando a medida que avanza. Kilgrave lo ve y lo manda dar la vuelta, pero sucede algo inesperado para él, nuestro misterioso invitado no se mueve y además atrapa al Hombre Purpura sin demasiados problemas. El plan continua, citando en un bar de Manhattan al único y más poderoso vengador alado con grandes fuerzas bajo el agua. Los robots y sintezoides son su objetivo. Él es la clave para que todo salga bien… Así comienza este clásico de Marvel.

Este proyecto en cuestión fue concebido por Mark Gruenwald (Escuadron Supremo), David Michelinie (Iron Man) y Jim Shooter (Secret War, Vengadores). La idea era que el Doctor Muerte fuera capaz de desarrollar un plan que le permitiese alcanzar uno de sus grandes objetivos en la vida: la conquista del planeta Tierra. Este anhelo no era algo reciente, sino que había formado parte de la naturaleza del personaje desde su creación en las páginas de los Fantastic Four. La idea de la conquista planetaria ya se intentó desarrollar por parte de uno de los tres idearios. Mark Gruenwald había escrito la maxiserie del Escuadrón Supremo, con este súper grupo haciéndose con el poder político del planeta. Posteriormente Jim Shooter intenta el desarrollo de la idea llevándolo a las estrellas con la “Saga de Korvak” de los Vengadores, para intentar conseguir el poder absoluto. Y por ultimo tenemos a David Michelinie que consigue desarrollar su idea con uno de los personajes más interesantes de Marvel, que gracias al estilo detallista y con un gran tratamiento de los personajes desarrolla (de las tres) la mejor historia de conquista de mundos. Uno de los tebeos que mejor definen al mayor villano jamás creado: el Doctor Muerte. Durante años, los Vengadores han luchado para mantener la paz y la libertad en el mundo. Pero ahora Victor Von Muerte, el despótico dictador de Latveria y peor enemigo de Los 4 Fantásticos, está a punto de cambiarlo todo. Si Los Vengadores no le detienen, su plan perfecto saldrá adelante.

El elegido para dibujar esta novela gráfica fue Bob Hall. Una participación casi obligada ya que había dibujado parte de las historias anteriormente citadas. Como algunos de los primeros números del Escuadrón Supremo y el ciclo argumental de la Visión relacionado con la Saga de Korvak. La diferencia de este cómic de Emperador Muerte con el resto de obras, es que Hall se entintó asimismo, únicamente ayudado por Keith Williams para el tratamiento de los fondos. La edición original, salió en Estados Unidos, en la línea de Marvel Graphic Novel., en 1987 con el número 27 de su línea de novelas gráficas. A nuestro país llegó de la mano de Planeta de Agostini bajo el sello Forum. En el segundo especial de navidad de la línea Marvel Héroes. Hasta el año 2013 no se produce la reedición por parte de Panini Comics en su línea de Marvel Graphic Novels, con una edición en tapa dura.

Una vez terminada de leer esta obra, hay que reconocer que es hija de su tiempo. Un tebeo que analizamos con más detenimiento en el primer programa de la cuarta temporada del podcast de Heraldos de Galactus. Relaciona a los dos equipos de Vengadores, tanto el original como los de la costa oeste. Todo ello unido a la aparición de personajes muy conocidos del universo Marvel, además del doctor Muerte. Hace que para los lectores veteranos sea un mundo conocido y para los nuevos lectores, que se pudieran acercar a la obra, puedan interesarse por las historias que relacionan todos los detalles de este tebeo. En su lectura surge otra gran cuestión: por lo que parece, el dominio mundial se puede conseguir. Pero para alguien que disfruta con la conquista, como serán los años posteriores a su dominio sin ningún reto que le pueda satisfacer.