“Diciembre ha congelado su aliento de dos filos,
y lo resopla desde los cielos congelados
como una llama seca desarrollada en hilos,
como una larga ruina que ataca a los soldados.”
Fragmento de “El Soldado y la nieve” De Miguel Hernández, incluido en su poemario “El hombre acecha: cancionero y romancero de ausencias”
En el transcurso de la Guerra Civil Española. Teruel fue la primera capital que recuperó la República de las manos golpistas. También fue la última. El 15 de diciembre de 1937 el ejército popular de la República comenzó una ofensiva que duró semanas en lograr su objetivo, ya que si bien al comienzo el coronel al mando del bando sublebado, Domingo Rey d’Harcourt, rehusó mantener la línea defensiva ante un ejército tan superior y optó por resistir dentro de la misma ciudad, atrincherándose en casas y llevando el combate a una suerte de cuerpo a cuerpo letal y suicida para ambas partes. Fue costoso pero se logró. Teruel volvió a manos republicanas cuando Rey d’Harcourt pasó a la historia como el único mando franquista que perdió una capital de provincia. Hecho que la propaganda de 40 años de dictadura posterior se guardó de relegar el dato al olvido.
Recuperar Teruel era una inyección de moral para aquel gobierno legítimo y democrático al que arrolló un golpe de estado reaccionario y cruel. Ahora se trataba de mantener la plaza, más por valor simbólico que estratégico. Pero el ejército sublevado no había dicho su última palabra. Franco ya había suspendido la Operación de Guadalajara y ordenado la marcha y concentración más tropas en torno a la ciudad, con el objetivo de recuperar la capital de provincia. No escatimó medios para tal empresa, los bombarderos hicieron su letal trabajo y todo estaba dispuesto para no permitir ni el más mínimo aliento al enemigo. Es en ese momento cuando empieza el cómic que tratamos hoy: “1937: La Batalla del Frío”, una nueva incursión en el Universo 36 de Carmona en Viñetas, con guion de Rafael Jiménez Sánchez, arte de Jesús C. Gan y rotulación de Guillermo López Ruiz.
“Ropa para los cuerpos que rechazan callados
los ataques más blancos con los huesos más rojos.
Porque tienen el hueso solar estos soldados,
y porque son hogueras con pisadas, con ojos.”
A lo largo de las 44 páginas que compone esta grapa, Rafael Jiménez nos lleva desde el momento en que se toma Teruel hasta la derrota final, haciendo hincapié tanto en el sentir y pesar de las tropas republicanas que combatieron y sufrieron la derrota, la crudeza de las condiciones climatológicas en las que se llevó a cabo la batalla y lo implacables que resultaron los combates. Sin cuartel, sin tregua… Todo en apenas pocas páginas y que funciona porque hábilmente Jiménez ha dotado de mayor peso a las caracterizaciones de los combatientes, que prima sobre lo “fantástico” que puebla el concepto de su Universo 36. Un elemento que sin duda refuerza la lectura del relato, que le dota de profundidad.
Al arte, Jesús C. Gan nos da la dimensión exacta de lo que fue aquel infierno congelado, combinando funcionales splash-pages y escenas de acción con viñetas de diálogos fundamentales en el transcurso de la trama. Mención especial a el color que predomina en la obra, tenue y apagado, que nos lleva a esos fríos días grises del invierno turolense; determinantes en esta historia como esta.
Así continúa expandiéndose el Universo 36, un concepto que, grapa tras grapa, va logrando su objetivo: contar los hechos de la Guerra Civil Española mezclándolo con seres con superpoderes, pero respetando escrupulosamente lo acontecido, mezclando lo lúdico con la divulgación. Porque por mucho que nos encontremos en estas grapas seres con excepcionales poderes, el poso tras su lectura que queda en el lector son los hechos reales que allí se adaptan y cuentan. Sirviendo en muchos casos como puerta de entrada para conocer una parte la historia de nuestro país. Con “1937: La Batalla del Frío” lo vuelven a conseguir.
“La frialdad se abalanza, la muerte se deshoja,
el clamor que no suena, pero que escucho, llueve.
Sobre la nieve blanca, la vida roja y roja
hace la nieve cálida, siembra fuego en la nieve.
Tan decididamente son el cristal de roca
que sólo el fuego, sólo la llama cristaliza,
que atacan con el pómulo nevado, con la boca,
y vuelven cuanto atacan recuerdos de ceniza”