El 2020 trajo consigo la inminente irrupción en nuestro país de la línea de cómics juveniles de DC Comics: “DC Young Adults” (“DC Jóvenes Adultos”). La Editorial Hidra así lo había anunciado a finales del 2019 y en primavera de este año vio la luz la línea “DC Joven Adulto” de DC en castellano, con la publicación del cómic que tratamos hoy: “Harley Quinn: Cristales Rotos” (“Harley Quinn: Breaking Glass”) De Mariko Tamaki y Steve Pugh.
Con un target muy definido, el público juvenil, las obras de “DC Young Adult” tienen el propósito de acercarse a los gustos de la nueva generación de lectores mediante revisiones libres de personajes icónicos de la “Distinguida Competencia”. Contando para tal fin con autoras relevantes de la literatura juvenil y una selección notable de artistas del noveno arte. Bajo la premisa de fondo de reinterpretar personajes del Universo DC, la intención es, con los elementos básicos de cada personaje, construir relatos unitarios que resulten frescos para el público al que va dirigido, que no sea necesario conocer previamente al personaje para disfrutar de esta lectura.
No se trata solo, como ocurrió con la celebrada línea “Ultimate” de Marvel Cómics, de ofrecer un universo de superhéroes sin el lastre de años de continuidad y con un baño de actualidad. Aquí las revisitaciones de los personajes van un paso más, despojándolos de muchos de sus elementos inherentes en una recreación que no sea deudora del universo tradicional de la Distinguida Competencia, quedándose en cada obra con lo esencial (a juicio de cada autor) del icono a tratar, para ofrecer algo fresco. Un ejercicio de libertad creativa que sin duda entraña riesgos, pero puede ofrecer resultados interesantes. Como el que nos atañe hoy con Harley Quinn.
Desde su nacimiento en la serie animada “Batman: The Animated Series” en septiembre de 1992 y su debut en viñetas en el número 12 de “The Batman Adventures”, el personaje creado por Paul Dini y Bruce Timm ha ido ganando enteros en el imaginario relacionado con Batman para tener su peso específico en el Universo DC (sin ir más lejos su participación se antoja imprescindible en las últimas reencarnaciones del Escuadrón Suicida). De unos primeros pasos asociados indisolublemente al Joker, ha ido ganado con los años entidad propia, pasando en ocasiones del rol de supervillana psicópata a una especie de antihéroe de moral ambigua, al estilo de personajes como Lobo, Masacre o la Doctora Aphra. Una evolución experimentada a la par del crecimiento de aficionados al personaje, convirtiéndose estos últimos años en uno de los más icónicos de DC Cómics. Sirva de ejemplo que hasta tenemos una versión infantil de Harley en las series infantiles de la editorial.
Por ello no es de extrañar que Harleen Quinn sea una de las elegidas para esta revisitación conceptual que supone una obra del sello juvenil de DC. Mariko Tamaki (“Laura Dean me ha vuelto a dejar” o “Aquel Verano”) se despoja de muchos rasgos icónicos del personaje que nació en “Amor Loco” para recrear el concepto en una adolescente que viaja a Gotham en busca de su abuela. Una niña excéntrica quizá, pero con pocos rasgos de psicotapía extrema del personaje original, aunque lo esencial se mantiene. Así Harleen conocerá un nuevo entorno familiar y escolar donde desenvolverse en la gran ciudad. Que como muchas padece el mal de la gentrificación.
Así la injusticia en forma de especulación inmobiliaria aparece en un relato que va más allá de la reinvención juvenil de un personaje. Elementos como la sostenibilidad de los barrios urbanos hacen acto de presencia, al igual que la aparente impunidad de los ciudadanos más potentados en una ciudad que parece más preocupada del beneficio económico que del bienestar de sus ciudadanos. Todo ello aparecerá en este relato ágil al que el arte de Steve Pugh (“Los Picapiedra” le da un halo de preciosismo en cuanto al trazo y los colores que priman en cada página, que refleja el tono emocional de cada pasaje ganando en intensidad.
Al igual que su edición original en inglés, “Harley Quinn: Cristales Rotos” se ha editado en un volumen unitario de 200 páginas en formato rústica. Un tebeo que es mucho más que una reinterpretación de un personaje para un público juvenil actual, siendo una obra muy disfrutable para cualquier tipo de lector ávido de buenas historias. Más allá de la fidelidad al concepto original de Harley Quinn, está la solvencia demostrada por Tamaki y Pugh para ofrecernos esta fresca revisitación, que va más allá de lo que sería un mero producto juvenil. Un buen comienzo sin duda para la línea de «Joven Adulto» de DC Comics que edita Hidra.