—Acá. Acá nos hacemos fuertes.
—Fine by me. Looks like a pretty enough place to end up muertos.
Comunicación.
Damos por sentado que los seres humanos somos capaces de comunicarnos unos con otros, desdeñando a menudo las diferencias que nos separan. Lo más evidente en lo que podemos pensar al abordar este tema es el idioma. Estoy seguro de que cualquiera de nosotros está convencido de que la barrera idiomática no es un problema infranqueable, y que al final podremos entendernos con alguien que no hable nuestra misma lengua, ya sea por medio de gestos o a través de otros recursos. Ahora bien, ¿de verdad creemos que podemos comunicarnos con cualquier persona, entendiendo por comunicación una comprensión mutua? ¿Acaso no somos testigos, diariamente, de múltiples equívocos, enfados, malentendidos y encontronazos con nuestros semejantes? Una palabra sacada de contexto, mal escuchada o mal interpretada, puede enfrentarnos a cualquiera, ya se trate de nuestra persona amada o de alguien extraño que se cruza con nosotros en la calle. Si la comunicación debe servir para unirnos, ¿por qué estamos cada día más solos?
Extranjeros.
Creo que cualquier texto sobre Barrera debe tratar de evitar los spoilers, aunque se antoja una tarea complicada debido a que la mayor parte de la trama está relacionada con un impactante hecho que sucede al final del primer capítulo. Aún así, voy a intentarlo. La obra sigue a dos personajes totalmente distintos. Liddy es una mujer fuerte, propietaria de un rancho en el Oeste americano, en una situación muy próxima a la frontera con México. Vive sola y se encuentra con que alguien o algo está mutilando su ganado, por lo que intenta buscar ayuda. Óscar es un hondureño que se embarca en la odisea de trasladarse ilegalmente a los Estados Unidos atravesando México, intentando escapar de la pobreza y la corrupción de su país. No habla una palabra de inglés. Ambos, Liddy y Óscar, están destinados a encontrarse, en una escena que demuestra su incapacidad para entenderse, casi como si fueran extraterrestres el uno para el otro.
Lo que he contado sucede en el primer capítulo, y justo en el momento en que los dos personajes se encuentran sucede un hecho que, por una parte, pone patas arriba todo lo anterior, y por otra deja al lector absolutamente boquiabierto. Se trata posiblemente de uno de los mayores whatthefuck que hayamos podido ver recientemente en el mundo del cómic. De ahí mi intención de no desvelarlo. Baste decir que, a partir de ahí, la historia toma unos derroteros que la emparentan directamente con la ciencia ficción. Pese a ello, el componente más fantasioso es utilizado como vehículo para transmitir esa idea principal: la in/comprensión.
Elecciones.
Pocas veces un título está tan comprometido en la historia que nos plantea. La elección de la palabra Barrera como título es no solo una inmediata declaración de intenciones, sino que está muy presente, de diferentes formas, en cada uno de los cinco capítulos de que consta la obra. Hablaba más arriba de la barrera lingüística como un muro difícil de superar, pero aquí Brian K. Vaughan y Marcos Martín van más allá de eso, representando el mismo concepto en otras muchas variantes.
Barrera es la imposibilidad de acceder a una vida mejor para muchas personas. La pobreza y la violencia atroz y desconsiderada que se manifiesta a diario en algunos países los convierte en un infierno del que no se puede escapar. La única manera de salir de esos pozos es pagar un precio que siempre es demasiado alto.
Barrera es la concatenación de prejuicios que se asientan en nuestras conciencias para que juzguemos sin conocer, ya sea ante un caso de inmigración ilegal o ante la aparición de una nota de desahucio.
Barrera es una puerta cerrada que no nos permite lidiar con la pérdida de un ser querido, sumiéndonos en la desesperación al no hallar ninguna llave que pueda abrirla.
Barrera es la falta de esperanza.
Todos estos temas son abordados en el cómic, aunque su tratamiento dista mucho de los habituales caminos a los que nos ha acostumbrado la ficción a la hora de mostrarlos.
Palabras.
El guion de Barrera, firmado a cuatro manos por Vaughan y Martín, es una de esas raras demostraciones de la amplitud de espectro que posee la ciencia ficción como herramienta para desarrollar la imaginación mientras sirve como género transmisor de lecciones humanas. Los autores, en una decisión valiente, han decidido que sus personajes hablen diferentes idiomas. Literalmente. Todo el texto del cómic se limita a los globos de diálogo, que están escritos en castellano cuando habla Óscar y en inglés cuando lo hace Liddy. Esto obligará al lector poco familiar con el idioma de Shakespeare a tener un diccionario a mano, aunque creo que la intención del cómic está en no entender lo que dice Liddy (eso si somos lectores de habla hispana, y al contrario si el lector es angloparlante) pero captar la idea global de sus palabras. El efecto es muy interesante, y sin duda incide en el mensaje principal de la obra.
Más allá de esta peculiaridad, encontramos una fábula que no solo no pierde enteros en su extrañeza, sino que adquiere un poder especial que escasea en muchas otras obras: su originalidad. Barrera es original en su planteamiento, pero aún lo es más en su desarrollo, demostrando que aún se pueden crear historias novedosas en cualquier tipo de género. Y esto no lo digo únicamente por la trama principal, sino también por el espectacular diseño de “los otros” personajes que aparecen en el cómic. Lo que subyace bajo todo ello es una historia de diferencias fundamentales, de inmigración necesaria, de miedo al otro, de las barreras que nos creamos como protección y que en realidad solo sirven para separarnos.
Viñetas.
El apartado gráfico de Barrera constata que Marcos Martín es el auténtico alma máter del proyecto, y que su increíble narrativa visual está a la altura de los grandes. El artista barcelonés se vale del formato apaisado y panorámico que utilizan las creaciones de Panel Syndicate (plataforma independiente en la que se publicó Barrier por primera vez, junto a obras como The Private Eye o Universe!, con la intención inicial de ser publicado tan solo en formato digital) para regalarnos algunas estampas magníficas por su detalle y su efecto de movimiento. Pero también aprovecha este particular tamaño de página para introducir algunas soluciones narrativas inconmensurables. Solo hay que ver las increíbles elipsis temporales que se suceden en el primer capítulo, y que alternan a los dos personajes principales. O el excepcional capítulo 3, que carece de texto y se apoya únicamente en los dibujos para narrar. Una vez más, el cómic como medio se rebela contra lo estandarizado.
A esto hay que sumar, como decía antes, el formidable empeño a la hora de diseñar ese “elemento fantástico” que aparece en las páginas de Barrera, bajo distintas e imaginativas formas. Siempre es sencillo caer en el cliché en este sentido, por lo que es de agradecer la labor de Marcos a la hora de inventar los múltiples elementos que desfilan ante nuestros ojos y que son una sorpresa mayúscula.
No se puede dejar de mencionar en esta obra el magnífico trabajo de la colorista Muntsa Vicente en un reto nada fácil. Todo el cómic está transitado por diferentes tonalidades que son una especie de banda sonora que marca certeramente la importancia de cada momento. Y es que el color de Barrera adquiere un protagonismo especial llegados a cierto punto, convirtiéndose en un lenguaje propio que deberemos intentar interpretar.
Final.
Aparte de todo lo expuesto, hay que destacar lo entretenida que resulta la lectura, y el endiablado ritmo que la posee. No importa que no entendamos lo que digan uno o varios personajes, las páginas vuelan mientras se despliega el mensaje principal que destila toda la obra.
Si, además, Barrera viene embalada en una presentación de lujo, gracias a una edición que destila mimo por el detalle y calidad en todas sus partes, su adquisición se antoja obligatoria para todo amante de las buenas historias en viñetas. Gigamesh ha cumplido con su parte.
Al final, Barrera es una historia dentro de otra. Una de esas ocasiones en las que todo confluye para dar lugar a algo único. Ciencia ficción y mensaje social más unidos que nunca, y una extraordinaria visión del lenguaje como separador o unificador de individuos. Tan solo es cuestión de comunicación.