Sesenta años de Astérix. Una cifra redonda que el guerrero galo cumplió el pasado 29 de octubre de 2019. La creación más célebre de la Bande Dessinée francesa, obra de los inigualables René Goscinny y Albert Uderzo, sigue resistiendo, todavía y siempre, al tiempo y las modas coyunturales; manteniendo una puntualidad formidable y viviendo una nueva aventura cada dos años para disfrute de los fans de los irreductibles. Desde su primera aparición, hará seis décadas, en el primer número la revista Pilote, la odisea editorial de Astérix no ha dejado de crecer, siendo probablemente el personaje de creación francesa y europea con más repercusión internacional: Su voz se ha leído en 111 idiomas vendiéndose centenares de millones de ejemplares por todo el planeta. Múltiples licencias y versiones cinematográficas, tanto de animación como de acción real. El reconocimiento a Astérix ha traspasado las fronteras del noveno arte. Es, junto al legendario rockero Johnny Hallyday, los dos elementos de la cultura popular francesa de la segunda mitad del siglo XX que han trascendido época y lugar para erigirse en iconos de la cultura occidental.
Mientras que Johnny Hallyday, por imperativo biológico, entró en la mitología popular cuando falleció el 5 de diciembre de 2017, Astérix ha sobrevivido tanto a la muerte de su creador literario René Goscinny (posiblemente el mejor guionista europeo del siglo XX) y a la jubilación de su creador gráfico, Albert Uderzo, que con 93 años ya lleva 4 álbumes en un discreto segundo plano, desde que el testigo lo recogieron Jean-Yves Ferri y Didier Conrard, que debutaron en el 2013 con “Astérix y los Pictos”. Desde entonces, el nuevo equipo creativo ha normalizado las aventuras de la aldea gala sin ninguno de sus creadores con títulos como “El Papiro del César” y “Astérix en Italia”. Con el sesenta aniversario se suma ahora “La Hija de Vercingétorix” (“La Fille de Vercingétorix”), álbum número 38 de la historia de los irreductibles galos, con una tirada de cinco millones de ejemplares en veinte ediciones para otros tantos idiomas diferentes.
Esta nueva aventura comienza con una visita de dos jefes avernos para pedir a Abraracúrcix que den asilo a una misteriosa adolescente que les acompaña. Ella es Adrenalina, la hija del legendario Vercíngetorix, el histórico líder galo que perdió la batalla de Alesia ante las legiones de Julio César. También es una adolescente fruto de su época y con códigos y argot propios de su generación, como cada adolescente de cualquier época y lugar. De esta manera, y en la mejor tradición de los mejores álbumes guionizados por Goscinny, Ferri nos brinda un relato en el que combina elementos de la historia con situaciones y guiños a la actualidad. Sazonado todo con gags recurrentes que refuerzan el tono de un tebeo fresco que no se aparta ni un milímetro del “canon Astérix”.
De la misma manera, Conrad sigue emulando con su trazo al maestro Uderzo, ganando soltura a cada trabajo dibujado y manteniendo la fidelidad gráfica del legado que recoge. En cuanto al color, sigue a cargo de Thierry Mébarki, desarrollando esa función desde la última etapa de Uderzo en la serie.
No debe ser fácil asumir una cabecera de leyenda como esta y tener la responsabilidad de mantener el legado de iconos populares como Astérix, Obélix y compañía. A cada paso dado, las comparaciones odiosas con la época clásica de la serie van a estar ahí. Dicho de otra manera: cada nuevo álbum de los irreductibles galos ha sido, es y será juzgado y escrutado con lupa. Además, el “canon Astérix” está más que establecido desde hace más de 40 años y la innovación queda muy delimitada por ello. Si bien si se aprecia que, a pesar de esta presión, el tándem Ferri – Conrad gana soltura a cada aventura producida. Dentro de los estrechos márgenes de innovación que puede haber en la fórmula Astérix, los autores nos brindan aventuras que, cierto es que tienen mucho de recreación de la fórmula (dudo mucho que los fans de las creaciones de Goscinny y Uderzo quieran otra cosa), pero también aportan innovación incluyendo personajes nuevos y gags frescos con esta aventura, dando continuidad al legado, manteniéndose vivo (“rester vivant”) con una nueva entrega que está al nivel de lo que espera de un tebeo de Astérix. Didier y Ferri son, con títulos como “La Hija de Vercingétorix”, garantía de futuras nuevas aventuras de nuestro galo favorito. Siempre y cuando el cielo no se caiga sobre nuestras cabezas. Pero como dice Abraracúrcix, eso no va a pasar mañana.