Agustín Ferrer Casas: “Si algo se cuenta bien siempre despertará el interés del lector.”[Entrevista]

MIES va camino de convertirse en uno de los éxitos del tebeo español de la temporada. Tras agotar en apenas cuatro meses la primera edición de Grafito Editorial de dos mil ejemplares, la editorial valenciana lleva el mismo camino con la segunda edición. A la excelente acogida de ventas hay que sumarle las positivas críticas cosechadas de la obra, tanto en España como en el panorama internacional, donde la novela gráfica ya se ha estrenado siguiendo la misma estela de éxito en Alemania y Austria, que ya preparan también segunda edición. Era pues el momento de sentarnos a charlar con el autor de la obra, Agustín Ferrer Casas. Un artista que paso tras paso está consolidando una carrera sólida con títulos como “Cazador de Sonrisas”, “Arde Cuba” o “MIES”.

Entrevista Agustín Texto 1

En primer lugar, ¿por qué un cómic sobre Mies van der Rohe?

Era algo que tenía en mente después de haber leído comentarios de algunos lectores amigos mencionando lo bien que podría funcionar un cómic hecho por mí sobre Mies. Más que nada por mi relación con la arquitectura en el pasado y por la manera de representar los edificios en mis páginas. Consideré que podía zanjar así una cuenta pendiente con la carrera de arquitectura —que no llegué a terminar, acabando como aparejador—, y después de haberla abandonado en 2011 como profesión por propia voluntad. Y dado que, dentro del grupo de arquitectos más conocidos, Mies era quien más me atraía por su obra, pero sobre todo por su vida: ambas corren paralelas a las vicisitudes de la primera mitad del siglo XX, con dos guerras mundiales de por medio. Todo ello me llevó a indagar más sobre su persona. Según iba encontrando la información que buscaba, más convencido estaba de poder contar una buena historia con su vida.
Cuando leí el artículo escrito por la periodista e historiadora del arte Anatxu Zabalbeascoa en las páginas de El País Semanal, allá por 2014 con motivo de la publicación de una vasta biografía sobre Mies van der Rohe de Detlef Mertins de la editorial Phaidon, comprobé que no era el único que compartía mi visión de la figura del tremendo arquitecto alemán. Alguien cuya obra era magnífica, pero que su vida personal no lo era tanto. Y eso era lo interesante, mostrar ese desequilibrio, esos aspectos oscuros.

En poco menos de cuatro meses la obra está cosechando excelentes críticas y está a punto de agotar la segunda edición en castellano ¿A qué crees que puede ser debido esta excelente acogida tanto de público como de crítica?

Supongo que el título del libro, MIES, simple y contundente, asociado al arquitecto, ha ayudado a que se divulgue entre el mundo de los profesionales de la arquitectura, el diseño y las artes en general. Mies es un mito y, como tal, tiene mucho atractivo y tirón. De hecho la difusión a través de medios no afines al mundo del cómic, si no propios del mundo de la arquitectura, han propiciado que la noticia del libro llegue hasta Japón. Su demanda ha venido desde América, y aún siendo en castellano, desde Estados Unidos y varios países de Europa.
Creo que también ha contribuido a ello que el formato presentado haya sido el de novela gráfica, cómic o tebeo, algo muy visual, que entra por los ojos a quienes ya están acostumbrados a trabajar en la representación de la arquitectura, desde su mobiliario al urbanismo de la ciudad. Quien espere encontrar un simple catálogo con las obras del arquitecto no lo va a hallar en sus páginas. Sus edificios se muestran sólo como escenario, como fondo de la trama que se desarrolla en la historia, una biografía ficcionada sobre la vida de Mies. Lo importante es lo que se cuenta, nada que no se haya escrito antes, negro sobre blanco en otras biografías, pero en este caso con algunas licencias dramáticas en beneficio de la narración.
Y, por supuesto, la publicación del libro se ha hecho con mucho tino, coincidiendo con varios aniversarios que se celebran este 2019 en relación con Mies van der Rohe: se cumplen 50 años de su fallecimiento; 90 años de la construcción del Pabellón de Alemania en la Exposición Universal de Barcelona de 1929 diseñado por él y su socia Lilly Reich; y 100 años de la fundación por parte del también arquitecto Walter Gropius de la prestigiosa escuela Bauhaus y de la que Mies fue su tercer y último director, y que se encargó de clausurar definitivamente en su sede berlinesa por el acoso de los nazis en el poder. Así que este es el año Mies. ¿Qué podía fallar?

Entrevista Agustín Texto 2

¿Mies puede servir de ejemplo de que en cómic se puede contar cualquier temática?

Supongo que sí. La editorial mexicana Novaro ya lo hizo en su colección “Vidas ilustres” con una serie de cómics a mediados de los años cincuenta del siglo pasado en los que habló de Le Corbusier, Frank Lloyd Wrigth e incluso Antoni Gaudí. En la actualidad se han publicado otros títulos referidos a Le Corbusier (Dupuis en Francia y Edition Moderne en Suiza) o Eileen Gray (Nobrow Press en Reino Unido). Y qué decir del “Asterios Polyp” del norteamericano David Mazzucchelli, una ficción sobre un arquitecto y docente que jamás ha construido nada, que bucea en su personalidad y sus difíciles relaciones con los demás.
Creo que si algo se cuenta bien siempre puede despertar el interés del lector, independientemente de la profesión de su protagonista o del tema. Pongo muchas veces el ejemplo de las series de televisión que tanto éxito han cosechado durante años y que repiten las mismas fórmulas. No nombraré los títulos, pero tenemos series de médicos y sus urgencias, policías y bomberos, periodistas y abogados, políticos y hampones… Ninguna sobre arquitectos, pero solo hay que interesarse un poco por las vidas de algunos de los tótems de la arquitectura, actuales o no, como para ver que son más jugosas que un capítulo de «Anatomía de Grey«. El problema es que el bosque no deja ver los árboles. Es decir, su obra esconde la intimidad del arquitecto y parece que existe mucho respeto o pudor por adentrarse en ella.

No podemos pasar por alto tu experiencia  en la arquitectura y la docencia. ¿Han influido esos aspectos en la gestación de Mies?

En parte sí. En parte no. Me explicaré. Todo el bagaje arquitectónico aprendido durante la carrera, la docencia y los años en los que trabajé en un despacho —Capilla Vallejo Arquitectos— me sirvieron para entender y plasmar la arquitectura en viñetas. A alguien inexperto en la materia seguramente se le haría muy cuesta arriba, cuando no aburrido, este aspecto de trasladar maquetas, planos y edificios a imágenes en formato cómic.
Además imagino que el conocimiento sobre la vida de un arquitecto deja mucho más poso e interesa mucho más a alguien que ha estudiado la carrera de arquitectura. O  parte de ella, como es mi caso. No me veo yo tan interesado por la vida de Kant o Beethoven puesto que mi relación con la filosofía o la música solo ha sido tangencial, aunque nada humano me es ajeno.
En cuanto a la parte que no, diré que las formas expositivas, las composiciones de página, el grafismo en definitiva del cómic es el propio del autor. Puede estar influenciado por el aspecto arquitectónico o por lo aprendido durante esos estudios, pero no sabría definir el porcentaje de este poso educativo. Y la manera de narrar historias se aprende leyendo mucho y no solo sobre arquitectura.

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Vayamos a la intrahistoria del tebeo. Revisando tu obra nos da la sensación de que logras transmitir una perfecta ambientación, siempre reflejando lugares y personajes reales con una gran fidelidad. Sirvan de ejemplo también obras previas como “Arde Cuba” o “Cartas desde Argel” ¿Cuál es tu proceso de documentación? ¿Empleas mucho tiempo para ello?

En este caso tuve que hacerme con abundante documentación, biografías y libros sobre Mies, para tener en mente sus obras más representativas y, sobre todo, las anécdotas y sucesos que vivió. Estos últimos definirían el hilo de la historia a contar.
Después, Internet sirvió para completar toda esa documentación. Hay que tener en cuenta que la práctica totalidad de los personajes que aparecen en el libro son reales. De hecho un par de ellos, el nieto Dirk Lohan y Phyllis Lambert, aún viven. Sabiendo que muchos de los lectores de este libro conocerían a los personajes, lo mejor era retratarlos lo más fielmente posible, siempre dentro de mi estilo de dibujo. Al igual que los edificios mostrados. De hecho una de las páginas del libro incluye una errata, fallo mío, que descubrió un lector avispado, pero por suerte no corresponde a la obra de Mies.
Lo mismo ocurrió en el proceso de documentación de “Arde Cuba”, que contaba con un buen elenco de personajes y situaciones reales que consideraba era necesario representar en la historia para darle verosimilitud, al margen del espacio destinado a la ficción.
En estos dos casos intenté corregir un error que aún me fustiga desde que dibujé «Cazador de Sonrisas» y que no se desvela hasta el final de este cómic. Y es que no toda la información que aparece en Internet ayuda si no se estudia y contrasta con detenimiento. Por eso, aunque lleve tiempo y recursos, prefiero recabar toda la información posible a la hora de empezar un cómic con trasfondo histórico como los que hasta hoy he hecho.

A la hora de ficcionar una larga vida, con sus logros, hitos y sombras, como es la de Mies, ¿cómo ha sido el desarrollo de seleccionar los hechos más relevantes del proceso e hilvanarlos en un guion?

Siempre digo que mi estilo a la hora de desarrollar una historia es realmente anárquica. Tengo la idea general en la cabeza y, según avanzo en ella, voy añadiendo detalles que la completan. Así que en este caso he ido dibujando el cómic sin tener el guión completo. Lo he ido escribiendo al detalle según lo necesitaba para el progreso del dibujo. Sabía dónde quería llegar y qué quería contar. Todo estaba en mi mente. ¡Un peligro, vamos! Pero suelo decir que aquello que se olvida en este desarrollo seguramente no era tan bueno e importante como para incluirlo finalmente. Y lo fundamental ya estaba escrito en las biografías que tenía como referencia. Sólo debía añadir esos pasajes que dotaban de dramatismo al relato.
En este caso la resolución a la hora de contar esta historia corría por tres niveles narrativos: un desarrollo en tiempo real a través de la conversación de Mies con su nieto Dirk, también arquitecto, en un vuelo a Berlín Oeste en 1965; el repaso de su vida —no siempre hilvanado cronológicamente—, durante ese diálogo; y una sucesión de flashbacks con recuerdos nítidos y precisos surgidos de las evocaciones, pero que quedan silenciados por su protagonista. Parece una estructura complicada, pero yo creo lo contrario. Me ha resultado muy sencilla de ejecutar y creo que los lectores me han seguido, sin perderse por el camino. Al fin y al cabo se trata de una sucesión de diálogos y conversaciones aderezado con recuerdos. Algo muy cercano y habitual.

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¿Ha habido algún hecho que te resultase interesante de la vida de Mies pero que, en aras de agilizar el ritmo del cómic, hayas dejado en el tintero?

Hay varios aspectos de la vida de Mies que son fundamentales y que yo solo he mencionado, sin desarrollar más. Como el gusto por la lectura y, sobre todo, por la filosofía heredado de los Riehl, sus primeros clientes. Llega a decir, el mismo Mies, que en su casa berlinesa atesoró una biblioteca imponente, que tuvo que abandonar cuando dejó la Alemania de 1938.
También he dejado de lado muchos de sus proyectos teóricos o concursos fallidos de la década de los 20, como una incursión en el urbanismo. Y, del mismo modo, no he reflejado la sucesión de rascacielos que repitió, como copia de sí mismo, tras los triunfos de Lake Shore Drive en Chicago y, sobre todo, el Edificio Seagram de Nueva York.
Me he quedado con las ganas de contar las fiestas. Por un lado las de la etapa berlinesa de los años 20, con los dadaístas, todas seguramente muy locas. Y, por otro, las de la etapa de Chicago con amigos, profesores y alumnos del IIT —con cogorzas etílicas míticas incluidas— que abundaron durante la década de los 40. Su afición a la bebida está más que intuida a lo largo del cómic, pero hubiese sido interesante hablar de esas reuniones alcohólicas.
Y las mujeres. Su predilección por las mujeres guapas.
Hay tantas cosas que no he acabado de contar, más que nada por no demonizar en exceso al personaje o, en el caso de no hablar de todas sus obras, aburrir al lector no aficionado a la arquitectura.

Observamos que “Mies” supone tu consolidación como autor de cómics en el panorama. Una evolución que nos parece similar a la de Grafito Editorial, que también apreciamos que ha consolidado su posición en el mercado. Vuestras trayectorias, obra tras obra, van de la mano en un camino ascendente. ¿Qué supone para ti poder trabajar con Grafito?

Sobre todo la tranquilidad que supone el conocernos desde el momento azaroso en que contacté con ellos para mi primer proyecto largo y que, a la vez, supuso su primer título en catálogo. Hay buen tono, confianza y sintonía. Y la alegría que da el ver cómo crecemos en paralelo, mejorando progresivamente en calidad, compartiendo éxitos y entrando en el difícil y complicado mercado extranjero. Reconozco que, sin ellos, yo no hubiese llegado hasta donde he llegado, porque me han ayudado, representado y, sobre todo, apostado por mí. Y eso es muy de agradecer.

Entrevista Agustín Texto 5

Echamos la vista atrás y vemos una trayectoria ascendente en tus trabajos: “Cazador de Sonrisas”, “Arde Cuba”, “Cartas desde Argel”,  “Mies”… La pregunta es obvia. ¿Cuál es el siguiente paso? ¿Ya estás trabajando en algún proyecto nuevo?

El siguiente paso me da mucho, muchísimo miedo. Hemos puesto el listón muy alto y no quiero defraudar a mis lectores con los próximos proyectos. Tengo un par de ideas en la cabeza y una propuesta, todo ello muy jugoso. Por un lado me reclaman que siga ilustrando la vida de algún otro tótem de la arquitectura, pero entonces me encasillaría. Por otro, en estos últimos tiempos no puedo rendir al 100% y tengo que dosificarme o petaré, literalmente.
Porque reconozco que actualmente estoy viviendo un momento muy raro. Disfruto de un cierto éxito profesional, no se puede negar, y es muy gratificante. Aunque a nivel personal no estoy pasando tiempos muy alegres. Compagino mi faceta como dibujante con la de cuidador y esta última labor me está desgastando mucho. Sé que más pronto que tarde acabará esta situación, por la manida frase de “es ley de vida”, pero la desgracia tampoco es una salida. Vamos, que es una mierda. Esperemos mejores tiempos.

 

Deseando que lleguen esos mejores tiempos damos por concluida la entrevista a Agustín, agradeciendo tanto a él como a Grafito Editorial la buena disposición para mantener esta excelente charla que a buen seguro habrá hecho disfrutar a todos los aficionados a los buenos tebeos, como los que hace Agustín. Como muestra, un botón: “MIES”.

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