Para la mayoría de aficionados al cómic, la figura de Alfredo Alcala se asocia a sus tintas en cómics protagonizados por héroes bárbaros, pero a lo largo de su extensa carrera desarrolló muchas más facetas. Algunas de ellas, como las que contiene el libro del cual hablaremos a continuación: “Arte de Alcala”. Editado recientemente por Manuel Caldas, estamos ante un volumen que recoge tanto ilustraciones como material inédito por estos lares.
“Arte de Alcala” reproduce varias ilustraciones e historias a partir de las planchas originales, entre ellas la historia de Voltar, creación del propio autor, que realiza labores tanto de escritura, dibujo, entintado y rotulación. En muchos sentidos, Voltar es una obra precursora sobre el género de espada y brujería en viñetas, ya que cuando fue concebida no estaba de moda la espada y brujería en el mundo del tebeo. Posteriormente, en Estados Unidos se sentaron las bases de un género que triunfaría y se consolidaría en décadas posteriores.
Otro de los tesoros que encierra el volumen es “La Espada Templada”, un relato inacabado de 1980 debido a que el resultado final no era del agrado del autor. Años después, Manuel Auad consiguió que Bill Dubay, director de la revista Creepy, las aprovechara para crear una narrativa con ellas y así poder publicarlas con nuevos bocadillos ocultando parte de los dibujos en las viñetas. En la edición que ha llevado a cabo Manuel Caldas, realizada a partir de las planchas originales como ya hemos comentado, podemos apreciar la rotulación original del propio Alcala.
El estilo de Alcala se sitúa entre la elegancia y el barroquismo. Un artesano autodidacta que centró su estudio en artistas clásicos norteamericanos como Hal Foster, Alex Raymond y Lou Fine. De los dos primeros tomaría el gusto por la composición, la narrativa y la elegancia de encuadres. Del último, utilizó la tensión de las posturas corporales de los personajes.
Una de las mejores etapas artísticas de Alcala la encontramos en «The Savage Sword of Conan» («La espada salvaje de Conan«) donde aportaba como entintador su personal estilo entre la elegancia y el barroquismo, dejando su impronta en los lápices de John Buscema. “Big” John, que no reconocía su trabajo al lápiz tras pasar por las manos del artista filipino, pidió en Marvel un cambio de entintador. Lo mismo pasó con Tony DeZuñiga, otro de los filipinos ilustres que pasaron por las páginas del cimmerio.
En cuanto a su faceta como dibujante en el mercado estadounidense, cabe destacar sus lápices en la serie de Kull El Conquistador y los minicómics que acompañaban a las figuras y juguetes de He-man y los Masters del Universo de Mattel. Trabajos que quizá tuvieron más repercusión al ser producidos en Estados Unidos, pero no los únicos, pues Alcala produjo en su Filipinas natal mucho material, como se encarga de recordar en la introducción del volumen Tristan Cardona.
Estamos ante un volumen realizado con mimo y erudición, elaborado en su totalidad a partir del propio material original para que el aficionado pueda contemplar y disfrutar del lápiz y arte de Alcala, tanto en las ilustraciones como en los dos relatos antes citados. Además, la traducción de las historias, llevada a cabo por Rafael Marín, adapta perfectamente al castellano el espíritu de los textos originales.
Un volumen editado con esmero por Manuel Caldas, con el cual el lector podrá admirar el trazo de Alcala a través de las láminas mostradas y ahondar en su estilo más allá de la Espada y Brujería. Y, por otra parte, también podrá sumergirse en las bárbaras páginas de Voltar, que evocarán a más de uno viñetas de “la espada Salvaje”. Con la salvedad de que Voltar se materializó antes en viñetas. Sin duda, estamos ante un volumen destinado a ocupar su espacio en las estanterías de los amantes del cómic y la ilustración, además de una oportunidad excepcional para descubrir la dimensión exacta del gran artista que fue Alfredo Alcala.
Gracias por escribir esto!
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