“Seréis pasto de las alimañas del desierto y de la furia de los hijos de las arenas entre arroyos secos.”
El comienzo del siglo XX para España no supuso momentos de estabilidad. Al desastre del ´98 y la inestabilidad política reinante se le sumó un tímido intento de colonialismo en el continente africano. Con el beneplácito del Reino Unido, que pretendía con este movimiento contrarrestar la presencia francesa en el norte de África, el ejército español colonizó el Rif. La nación donde antaño no se ponía el sol intentaba recuperar el prestigio internacional perdido en esta operación. No obstante, tan pronto como la colonia fue española los rifeños se rebelaron. Lo cual conllevó a que la presencia militar del ejército español fuera constante para defender las posiciones del protectorado. Un ejército, el de aquel entonces, que permitía que el servicio militar obligatorio se redujera de tres años a cinco meses previo pago de 3.000 pesetas de la época a la administración. Hecho que conformaba tropas compuestas por infelices sin posibles para esquivar el terror de la guerra. Además de causar descontento en el conjunto en una convulsa sociedad española, ya escamada tras las pérdidas de las provincias de ultramar.
A todo ello, súmese en el Rif un mando militar que seguía cometiendo los mismos errores de bulto estratégicos que ya dieron sus frutos en las pérdidas de Cuba y Filipinas, llegamos a ese punto de no retorno que supuso el desastre de Annual el 22 de julio 1921. Un hecho que fue una de las muchas causas directas para que en 1923 en España se produjera el golpe de estado de Primo de Rivera.
En 1921, con la finalidad de extender el control y dominio español alrededor de Melilla, el General Manuel Fernández Silvestre planteó adentrarse hasta Alhucemas, el mismo corazón del Rif. Sin contar premeditadamente en los primeros pasos de la campaña, con el apoyo de la Marina, que podría haber desembarcado efectivos de apoyo, su estrategia de avanzar y establecer el control de la zona mostraba una debilidad: no cuidó la retaguardia. Y ese fue uno de los puntos clave para que en el campamento de Annual dieciocho mil rifeños atacaran y asediaran el enclave protegido por cinco mil hombres. Ese es el punto de partida donde arranca el cómic que trataremos hoy: “1921: El Rif” de Javier Yuste y Antonio Gil, editado por Cascaborra Ediciones.
Fruto del asedio y la imposibilidad de defender la posición, se toma la decisión de que las tropas españolas la abandonen y se dirijan a Dar Drius, mientras los ataques rifeños no cesaban. Para proteger la retirada, el Regimiento de «Cazadores de Alcántara», 14 de Caballería carga sucesivas veces enfrentándose a oleadas de indígenas. Un sacrificio muy alto con un 70% de sus bajas, pero que permitió que el resto de soldados tuviesen una oportunidad de escapar. Una hazaña que, aunque tardíamente, se reconoció a la totalidad del Regimiento: en 2012 el Consejo de Ministros concedió la Cruz Laureada de San Fernando, máxima condecoración militar española, a todo el Regimiento.
Es en el Regimiento de «Cazadores de Alcántara» donde Javier Yuste nos sitúa a los protagonistas ficticios del relato durante el 22 y 23 de julio. Ahí de la mano de Expósito, un cabo de veintitrés años, el lector será testigo del horror de esos días. Mediante un guion sólidamente estructurado, Yuste construye una ficción sólidamente apoyada en los hechos históricos y en las expresiones de la época, que dotan de más veracidad a las conversaciones de los protagonistas y que ayuda a reforzar el sentido trágico de lo que se vivió en esa batalla. Para ello, el arte de Antonio Gil (“La Historia Gráfica: Stalingrado. Cartas desde el Volga”) es parte indisoluble en ese resultado. Las páginas de Gil saben recoger tanto el horror y desasosiego de vivir una situación así como la complicidad entre los compañeros del Regimiento. Lo cual refuerza el sentido dramático de la historia y del sentido de la épica que nace de esta tragedia.
El volumen editado dentro de la colección «Historia de España en Viñetas» por Cascaborra Ediciones, de 60 páginas en formato álbum europeo, se acompaña de una pequeña reseña histórica, a cargo del propio Javier Yuste, y de un prólogo firmado por Augusto Ferrer-Dalmau, el reconocido pintor de batallas. Un tebeo que entendemos necesario, siendo el Desastre de Annual y la guerra del Rif uno de los hechos históricos a los cuales poca atención se muestra en los planes de educación secundaria. Es pues un acierto que vea la luz un cómic como “1921: El Rif”. Donde mediante un relato de ficción sólido, el lector no versado en cuestiones históricas pueda descubrir hechos del pasado de nuestro país. Pues solo conociendo la historia estaremos salvados de posibles manipulaciones torticeras de la misma.