Una de las claves de las historias serializadas, como las que aparecen en el formato comic-book, es saber contar mediante entregas el relato que a priori se ha planteado, generando suficientes elementos de interés en una entrega como para que el lector quiera continuar en las siguientes. La primera entrega será capital para el devenir de la serie, pues es donde se muestra la premisa por primera vez al lector y los elementos que se van a desarrollar a partir de ese punto. Habrá, pues, que definir en un espacio relativamente corto unos personajes, una situación y una historia por desarrollar que convenzan al lector de seguir en meses sucesivos ese relato o no. Hay trucos y recursos para conseguir mantener la atención del lector de entrega a entrega, de los que los más evidentes son el cliffhanger y el despliegue de una buena muestra de interrogantes por resolver en la primera entrega. Otros son más sutiles y exigen de más atención por parte del receptor del relato, pero a la larga resultan más sólidos y consistentes. Quizá este sea el caso que nos hemos encontrado en el primer número de Hot Lunch Special, de Eliot Rahal y Jorge Fornés, editado en Estados Unidos por Aftershock.
Con una impactante primera página, de las que invitan al lector a sumergirse de lleno en el argumento, Eliot Rahal (The Paybacks, Quantum & Woody) nos plantea una historia noir de ritmo pausado pero intenso, donde la importancia de la “familia” queda perfectamente sugerida pero no mostrada explícitamente. Entiéndase el concepto de “familia” no como la agrupación de parientes, sino como esa organización de “hombres de honor” coordinada para unos fines comunes lucrativos en la que el lazo irrompible que une es la lealtad, y en las que el precio de quedar fuera de esa asociación suele conllevar sangre. Todo ello no queda expuesto directamente en el relato pero planea sutilmente sobre la historia, gracias a unos diálogos muy naturales que hacen que el argumento fluya entre la complejidad de un thriller y la solidez de las buenas caracterizaciones de personajes. Un buen ejemplo es uno de los personajes centrales de la serie: Jordan Khoury, que está expandiendo su negocio de comida por otros estados, pero no cuenta con los antiguos socios que le llevaron a la posición donde está ahora. Y es que hay pactos que son difíciles de romper sin tener que pasar por contraprestaciones dolorosas. Muestras de ello nos encontraremos en esta primera grapa que culmina con un cliffhanger de definición, de los que hace larga la espera hasta el número dos.
Otra cuestión muy relevante de este tebeo es que toda la intensidad argumental que va creciendo conforme avanzan las páginas no está apoyada por escenas de acción evidentes, sino por excelentes momentos de diálogo y de mostrar al lector las consecuencias de una violencia implícita, pero no el instante violento en sí. Y funcionan estas páginas ganando en verosimilitud. El mérito corresponde al arte de Jorge Fornés (Magnus, Doctor Strange Prelude o Amazing X-Men), que ha optado por unos encuadres muy cinematográficos y unas escenas de diálogos en las que ha dotado de gran expresividad a los personajes, sin caer en excesos de registro gráfico. También a cargo del color, Fornés opta por la sobriedad en la mayoría de viñetas, que dan sensación de realidad, e implícitamente dotan de más efectividad al relato, ya que le imprimen verosimilitud y la sensación de que esas cosas pueden ocurrir en según qué ambientes. Es difícil que destaque un artista en un relato noir en el que la acción se omite y Fornés lo consigue mediante una gran labor de narración al servicio del relato de Rahal, donde encuadres, rostros y ritmo gráfico dan la intensidad necesaria a la propuesta.
Aun con la sensación de que en las grapas que estén por venir habrá más elementos que aporten interés a la trama – pues la percepción que otorga la lectura de este primer número es que hay más personajes que van a ganar peso en el argumento- podemos afirmar que estamos ante el inicio de algo muy sólido. Hot Lunch Special #1 genera los suficientes puntos de interés como para querer saber más de este relato noir, que avanza lenta pero sólidamente, dosificando lo que muestra y lo que sugiere y aportando esa cualidad tan difícil de conseguir en cualquier medio de expresión: la originalidad.