¡A la aventura!: explorando territorios diversos

Pide que el camino sea largo, decía Constantino Cavafis en su poema Ítaca. La sensación de llegar a un destino ha de ser siempre motivo de alegría, pero el camino, el viaje, el traslado, es lo que realmente importa y a lo que a menudo no prestamos la suficiente atención. Los relatos incluídos en ¡A la aventura! son todo un canto al disfrute del movimiento, a la incertidumbre del porvenir, a la magia de lo desconocido y, por qué no, a la tristeza de los finales adivinados.

Desde el polo sur hasta el lejano oeste, en «¡A la aventura!» encontramos recopilados tres trabajos del barcelonés Alexis Nolla, que tienen en común un particular sentido de la aventura y un humor muy sui géneris. El volumen da comienzo con El Polo Sur, historia que narra los últimos días de la expedición comandada por Robert F. Scott que pretendía ser la primera en alcanzar el Polo Sur, y que terminó desapareciendo trágicamente no sin antes comprobar que habían sido adelantados por el grupo del noruego Roald Amundsen. El segundo tramo de «¡A la aventura!» lo ocupa La isla del diablo y otros cuentos del mar, una sucesión de relatos casi siempre protagonizados por tres marineros (un viejo lobo de mar aficionado a la literatura y sus dos hijos). El cómic se cierra con Escondite, que es un grupo de historias ambientadas en zonas montañosas.

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Como podéis comprobar, la naturaleza cumple un papel preponderante en la obra, ya sea presentándose como un entorno hostil en el que el hombre se ve superado, o como un decorado familiar en el que encontrarse a gusto. El tono de las historias que nos presenta Alexis Nolla varía entre un frío sentido del humor y un drama casi existencialista, con numerosos claroscuros entre ambos extremos. Esto da como resultado una obra desconcertante a veces, pero que de alguna manera consigue atrapar al lector en su juego. Se ha comparado mucho el estilo de Nolla con el del cineasta Wes Anderson, y algo de ello hay, aunque me atrevería a decir que el artista español se acerca más al costumbrismo que al humor surrealista, consiguiendo con ello aproximarse a un rango de público mayor. Esto no quiere decir que «¡A la aventura!» sea una obra fácil, ya que su fondo es muy personal y con algunos de sus relatos cuesta encontrar el punto de enganche. En cierto sentido, podríamos emparentar el estilo de Alexis Nolla con el del Sammy Harkham de Pobre Marinero, debido a una cierta sequedad formal que de algún modo logra dar cuerpo a algo que posee más significado del que aparenta.

Tal vez sea el inicial y más extenso «El Polo Sur» el relato más redondo del volumen, y el que mejor aprovecha la conjunción del decorado natural con la idiosincrasia de los protagonistas. Queda patente en esta historia el tono irónico que desprenden algunos momentos, pero igualmente la realidad que viven los personajes cobra importancia para golpear a un lector que se encuentra con la guardia baja. El contraste me parece fascinante. En el resto de historias encontramos un poco de todo, desde la melancolía de «La isla del diablo» hasta la ambigüedad interpretativa de «Escondite», pasando por el mero chiste de «Preguntas tontas». Aunque hay algún relato que parece un tanto fuera de contexto, como «El pintor subacuático», en general «¡A la aventura!» es un buen muestrario de las inquietudes y maneras narrativas de Alexis Nolla.

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El dibujo del autor se presenta ante nosotros con un trazo claro y básico, pero al mismo tiempo bastante definido, lo que ayuda a catalogarlo como algo reconocible y característico. El color apoya muchísimo al lápiz de Nolla, cosa plenamente visible durante «El Polo Sur» (coloreado por el propio autor), donde el contraste entre el blanco del paisaje y el amarillo chillón de los expedicionarios conforma un cuadro muy llamativo. El resto de historias, originalmente en blanco y negro, han sido coloreadas por Sergi Puyol (autor de Una blanda oscuridad) de manera igualmente acertada, adaptándose a la perfección al estilo de Nolla.

Es de reseñar también el cuidado que ha puesto Apa Apa en la edición de este cómic, presentando el volumen en cartoné con bajorrelieve y un papel de gran calidad, además de una colorida portada que capta la atención del lector a las primeras de cambio. También esto contribuye a convertir «¡A la aventura!» en una obra destacable dentro del panorama independiente patrio. Por todo ello, aquí tenemos un nuevo ejemplo de la buena salud que goza en la actualidad el indie español, que poco a poco sigue conformando una alternativa perfectamente válida a las propuestas de las majors americanas. Si les gusta a ustedes el cómic alternativo, apunten el nombre de Alexis Nolla.

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