Black Mask es una de esas editoriales independientes que, sin hacer demasiado ruido, poco a poco va engordando su catálogo con obras que, cuanto menos, despiertan curiosidad. En este mismo espacio ya hablamos de Space Riders, pero invito a todos los lectores a visitar su página web para ver las últimas novedades de la editorial. Seguro que hay más de una serie que os llama la atención. Pues bien, gracias a la gentileza del guionista Lonnie Nadler, hemos podido tener acceso al primer número de una de esas prometedoras futuras series.
Se trata de Come Into Me, cómic que nos ofrece un concepto bastante llamativo y, a priori, original. La obra, al menos en esta primera grapa, gira alrededor de la investigación sobre la conexión mental entre dos personas de manera física. Esto es, se intenta conectar a dos individuos a través de un cable orgánico que de algún modo transfiere la consciencia de uno a otro, permitiendo a una persona acceder a los recuerdos de otra y al mismo tiempo experimentar la vida a través de otro cuerpo. Un laboratorio se dedica a intentar llevar esto a cabo, pero se encuentra con varios obstáculos. Primero, unos resultados que no terminan de tener éxito y que conllevan ciertos efectos secundarios bastante peligrosos. Segundo, la falta de financiación que puede llevar al traste toda la investigación. Es entonces cuando una mujer se presenta en el laboratorio pidiendo que experimenten con ella y prometiendo donar una enorme cantidad de dinero si acceden a ello. Hasta ahí podemos contar.
Los guionistas Lonnie Nadler y Zac Thompson (The Dregs) sitúan la historia en un entorno futurista, aunque es un futuro muy cercano que apenas se diferencia de la actualidad por pequeños detalles. Lo mejor de este inicio de «Come Into Me» es lo sugerente que resulta el concepto que se nos plantea, ya que su desarrollo admite múltiples posibilidades a explorar. De momento, el guion trata ligeramente el conflicto de intereses que suscita la tecnología, y la duda de cuál sería su uso más apropiado. Se advierte un marcado componente «cronenbergiano» en cuanto a la manera de plasmar esa tecnología orgánica que resulta tan intrigante como llamativa, y que a buen seguro tendrá un papel importante en el discurrir de la obra. También hay ciertas similitudes en el tono del cómic con la serie de TV Black Mirror en cuanto a la exploración de una nueva tecnología en una sociedad que, tal vez, no está del todo preparada para su utilización.
El único problema que plantea este número 1 es una ligera indefinición, ya que tras su lectura no queda demasiado claro si estamos ante una historia de terror, una trama de ciencia ficción especulativa o un relato de espionaje industrial. Obviamente, con estos elementos no hablo de ello en términos negativos, ya que los siguientes números nos sacarán de dudas.
El dibujo corre a cargo del polaco Piotr Kowalski (Sex) y aunque no es especialmente llamativo a primera vista, creo que resulta bastante funcional además de acertar a la hora de representar esa maquinaria orgánica que tanto llama la atención. En algunas páginas, tal vez las más significativas, opta por el formato horizontal para meternos dentro de la mente dividida de anfitrión y huésped. Niko Guardia, del que conocemos su extraordinario trabajo en The Last Contract, es el encargado de dar color a la obra utilizando unas tonalidades cambiantes que acompañan muy bien cada escena que se nos presenta en el cómic.
Las apuestas están por todo lo alto. «Come Into Me» arranca con la promesa de ofrecernos una historia muy atractiva. Aunque esto es solo un primer número y no da demasiadas pistas de hacia donde va a tirar, no cabe duda de que el cómic logra interesar gracias a su concepto principal. Los guionistas han hecho un buen trabajo para picarnos con este inicio, por lo que no nos queda otra que permanecer expectantes ante las siguientes entregas. A buen seguro nos esperan sorpresas con esta obra.
Podéis encontrar más información sobre «Come Into Me» en su página oficial: http://blackmaskstudios.com/come-into-me/