Se me plantea aquí un buen problema, ya que es complicado tratar el cómic que nos ocupa sin soltar spoilers, aunque creo que lo adecuado es intentarlo. Porque Glitterbomb comienza con un bang. Para no arruinar la sorpresa, diré simplemente que un elemento inesperado hace su aparición de un modo sorprendente y grandioso. Y este elemento es el que marcará el tono de la obra.
«Glitterbomb» nos cuenta la historia de Farrah, una actriz de segunda que alcanzó cierta fama hace años en una serie de ciencia ficción, y que comprueba día a día y cásting a cásting que no hay trabajo en la industria para mujeres de mediana edad. Su sueño de alcanzar el estrellato se difumina, y apenas puede pagar a la niñera que cuida de su hijo mientras ella busca trabajo. En este punto, le pasará algo que la cambiará por completo, y a raíz de ello parece que la suerte empieza a tornarse de otro color.
Jim Zub (Wayward) y Djibril Morissette-Phan (The Ultimates) han creado una evidente metáfora sobre la necesidad de conseguir el éxito a cualquier precio en la sociedad actual. Aunque la serie puede ser catalogada dentro del género de terror, en realidad estamos ante una comedia negrísima en la que el elemento fantástico del que hablaba antes actúa como detonante de la acción y como revelador de la auténtica cara de los personajes. Dentro de lo caótica que es su vida, Farrah resulta un personaje verdaderamente interesante, con muchas similitudes a la protagonista de la serie de TV Better Things(si no conocéis el universo televisivo del humorista Louis C.K. os recomiendo fervientemente echarle un vistazo). El guión de Jim Zub la utiliza para sacar a la luz todas las miserias del mundillo de las celebrities y para realizar una serie de acciones que todos en algún momento habremos soñado, y que aquí aparecen elevadas al cubo. Podríamos decir que «Glitterbomb» habla de la soledad en la sociedad moderna y la hipocresía que nos gobierna, y nos insta, literalmente, a dejar salir todo lo que llevamos dentro. Como pasa con otras muchas obras que he reseñado, obviando el evidente subtexto del cómic podremos disfrutarlo como una mera historia de venganza con toques de terror.
Estamos ante una de esas obras en las que el dibujo se sitúa en un segundo plano, quedando al servicio del guión. Aunque tenemos unas portadas muy llamativas, realizadas con el inequívoco estilo del panorama indie actual, en el interior encontramos un trazo muy convencional, de estilo casi ochentero. Pese a que ni el diseño de página ni los lápices de Djibril Morissette-Phan ofrecen nada fuera de lo convencional, el artista cumple visualmente sobre todo a la hora de plasmar las escenas más truculentas.
Glitterbomb es una agradable sorpresa, otra más dentro del amplio y estimulante abanico que nos ofrece el mercado independiente actual. En esta ocasión contamos con una inteligente sátira de un mundillo poco explorado en el mundo del cómic, en una interesante mezcla de terror y crítica social. Los cuatro números de este primer arco cuentan una historia totalmente cerrada, por lo que me sorprende mucho ver el clásico «continuará» al final del cómic. De momento los autores han conseguido que espere con interés nuevas historias enmarcadas en este universo.